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Columna
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Un plan desigual en AIG

American International Group está saliendo de sus trabas. Sin embargo, los contribuyentes estarán cercados todavía por algún tiempo. El acuerdo de la compañía con el Gobierno de Estados Unidos sobre los 100.000 millones de dólares de los fondos de rescate anunciados el jueves pasado hace más saludables y sencillas las finanzas de la aseguradora. Esto es potencialmente bueno para los accionistas, encabezados por el Tesoro. Pero inicialmente, el plan principal sólo reordena los intereses del Gobierno. Será difícil ver el día en que los contribuyentes recuperen su dinero y eleven el riesgo.

A Bob Benmosche, el jefe de AIG, le gusta el acuerdo. Se eliminará de la Reserva Federal de Nueva York como un acreedor garantizado sénior y se intercambiará los 49.000 millones de dólares de letras escarlatas de las acciones preferentes del rescate del Gobierno por acciones comunes. Esto permitirá normalizar de inmediato la relación crediticia con los prestamistas y darle una mayor flexibilidad en general. En el Gobierno, el Tesoro tomará el resto de los intereses de la Fed de Nueva York, dejando a un experto para las negociaciones. Benmosche tiene razón en que el estigma de ser uno de los beneficiarios excluidos del programa de ayuda Troubled Asset Relief no será bueno para la credibilidad. Pero la noción alentadora de AIG de que el plan "prevé el reembolso total a los contribuyentes estadounidenses" es prematura.

Unos 20.000 millones de dólares de los préstamos de la Fed de Nueva York tendrán que ser devueltos, pero el resto de los intereses del Tesoro golpeará otra vez al capital. Si el 92,1% de su participación en AIG termina siendo un valor suficiente para pagar a los contribuyentes, estará en manos de los mercados financieros.

Richard Beales

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