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Tribuna
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El seguro voluntario de salud, en perspectiva

Los Gobiernos tienen la capacidad de diseñar y modelar mercados. Aunque parezca sorprendente la afirmación, sabemos que el papel de la regulación es fundamental para que un mercado adquiera un tamaño y estructura determinada. En el mercado de seguros de salud hemos conocido cambios sustanciales la última década.

El año 1999 tuvo efecto el cambio de la desgravación fiscal del seguro individual hacia la desgravación del seguro colectivo, contratado a través de empresas. Esta modificación que en aquel momento fue vista con preocupación por algunos, debido a la incertidumbre que introducía, se ha saldado una década después con un porcentaje de población con seguro voluntario del 14,8%, 3,4 puntos más que hace 10 años. Sabemos que el crecimiento de población y renta ha sido sustancial, pero lo fundamental es que en la actualidad el 27% de los asegurados se corresponden con seguros colectivos a través de empresas.

El cambio radical que provocó la regulación fiscal fue traspasar disponibilidad a pagar individual a contratación a través de empresa, pero no podemos afirmar que ello haya provocado una expansión significativa del seguro privado de salud. Quizás convendría recordar que uno de los efectos cruciales (e indeseados) de la regulación ha sido un diferencial de precios entre la póliza individual y colectiva que resulta contradictoria con los factores fundamentales que determinan el coste de las prestaciones.

La evolución de gasto sanitario en todos los países desarrollados se correlaciona con la renta. Las compañías aseguradoras tratan de establecer una prima que sea suficiente para afrontar los aumentos de coste que son fruto de aumentos en utilización de servicios y en su importe. De este modo el coste de un asegurado que recibe una prestación no es distinto según sea póliza colectiva o individual.

Sin embargo, en la práctica pueden observarse en el mercado precios de póliza colectiva que son la mitad de la individual. El argumento convencional nos diría que hay unos menores costes de comercialización y para cerrar la venta debemos admitir mayor poder de negociación del cliente empresa. Es cierto, pero el coste del asegurado es equivalente.

La consecuencia de la regulación fiscal de hace 10 años la observamos en la actualidad. Estamos ante un mercado con una tensión hacia la baja de los precios y con un desajuste considerable entre siniestralidad y prima según fiscalidad aplicable. Otros países ya pasaron por semejante situación que creó problemas a las aseguradoras y a sus clientes. En Irlanda, para proteger a los consumidores y la competencia, llegaron a establecer una regulación por la que una prima colectiva no podría ser inferior al 10% de la prima individual (cuantía que correspondería a ahorro de costes de comercialización).

Pasados 10 años hay motivos para reelaborar la fiscalidad de los seguros voluntarios de salud y adaptarlos al contexto del momento. Los Gobiernos modelan mercados pero los mercados son rebeldes y hay que regular nuevamente para que las aguas vuelvan a su cauce natural.

Pere Ibern. Director de Desarrollo Estratégico de DKV Seguros

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