El miedo recalienta los activos más seguros
Tras las fuertes subidas, los analistas descartan un pinchazo en la deuda alemana, pero sí recelan del oro
Las crisis económicas no sólo conllevan pérdidas y quiebras, de ellas surgen también claros ganadores. La que se arrastra desde hace dos años -iniciada con el crac de Lehman Brothers, aunque la Bolsa ya presentaba meses antes un considerable tendencia bajista- no es una excepción. Y dada su dimensión y el peligro que supuso para la supervivencia del sistema financiero, el giro de los inversores hacia los productos más seguros era inevitable.
Ahora, pese a que el horizonte esté más despejado, el dinero sigue afluyendo con fuerza hacia destinos que se decantan como refugio frente a las incertidumbres que aún afloran en los mercados. Incluso, las cotizaciones de algunos de estos activos -como el yen o los metales preciosos- han fijado máximos en las últimas semanas, por encima de las etapas más álgidas de la crisis.
El bund (bono alemán a 10 años) marcó el pasado 31 de agosto una rentabilidad -se mueve de forma contraria al precio- en mínimos históricos del 2,1%. Pese a las repuntes posteriores -el viernes cerró a 2,41%-, sigue por debajo del 3,18% que mostraba a principio de año. Una trayectoria similar se repite para el bono americano a 10 años.
Los expertos aún ven potencial en la deuda pública y aprecian más riesgo en los metales preciosos
Y la escalada del yen, respaldada por otros factores, se puede calificar también de espectacular. Cotizó el pasado martes a su valor máximo frente al dólar en un periodo de 15 años, mientras que la intervención al día siguiente del Banco de Japón para detener esa trayectoria alcista, que resta competitividad a su economía, ha tenido efectos por ahora muy limitados.
Otro protagonista destacado de esta apuesta de los mercados por las inversiones que en teoría más pueden proteger frente a los vaivenes es el oro. Lleva tiempo despertando recelos en algunos gestores con su fuerte revalorización, pero la realidad muestra que, ajeno a estas opiniones, ha fijado esta semana un nuevo récord histórico al superar los 1.280 dólares la onza. El contraste con el inicio de la crisis es relevante: hace dos años, el precio del metal amarillo estaba en 780 dólares la onza. Y la plata, más volátil, alcanzó el viernes los 20,86 dólares la onza, con un alza anual del 24%.
¿Se podría considerar por tanto que el fuerte despegue de los precios de estos activos ronda el recalentamiento? ¿Se está larvando la formación de una burbuja, como la tecnológica de principio de la década, con el peligro de pinchazo, más o menos, inminente?
Los expertos precisan que existen sustanciales diferencias entre unos y otros activos, por lo que los riesgos ni siquiera se parecen. "Creo que hablar de burbuja en el caso del bund sería un poco exagerado, aunque es cierto que la deuda pública alemana y la estadounidense aportan rentabilidades limitadas y están caras desde una perspectiva histórica. Pero las burbujas se producen cuando los precios no responden al valor de los activos", manifiesta Félix González, socio-director de Capitalia Familiar.
Considera, asimismo, que puede que esta situación no cambie sustantivamente a corto o medio plazo. "Aunque la economía haya mejorado y las previsiones sean más positivas, la debilidad no ha desaparecido del horizonte por lo que la deuda pública de más calidad va a continuar actuando como refugio. Además, el binomio seguridad-riesgo sigue siendo aceptable, aunque ahora no compraría masivamente estos activos", agrega.
En una línea similar se manifiesta Mercedes Camacho, de Omega IGF, que enmarca esas trayectorias en los sentimientos que aún predominan en los mercados. "Se están despejando dudas, pero algunos interrogantes permanecen. El miedo no se ha desterrado, es todavía real, con lo que las tendencias de los inversores parecen razonables", subraya.
Su opinión apunta también a que no se puede hablar de burbuja en el bono alemán. Cree que la subida de los precios se explica por la preferencia de la renta fija frente a la renta variable -como se comprueba por el bajo volumen de contratación en la Bolsa-, a lo que se suma la predilección por la deuda emitida por los países más solventes como Alemania, especialmente tras la crisis griega y su contagio a los países periféricos de la UE.
La analista de Omega IGF explica que las características de esta deuda pública aportan un mecanismo protector. "Los inversores, prácticamente institucionales en su totalidad, no cierran posiciones de forma contundente en productos como el bund, aunque puedan adquirir deuda de otros países, como la española".
Sobre el yen, la visión de los expertos no es tampoco preocupante. Félix González explica su evolución por el papel que ha jugado en los últimos años. "Ha sido utilizado para financiar posiciones de riesgo en los mercados internacionales. En un contexto de tipos bajos en Japón, los inversores se endeudaban en yenes para después colocar el dinero en áreas con tipos de interés más elevados. Es lo que se conocía como carry trade". Añade que después de Lehman Brothers, los inversores deshicieron sus posiciones de riesgo y redujeron su endeudamiento en yenes, lo que impulsó la cotización de la divisa nipona.
Barclays cree que la subida del yen se moderará, pese a la relativa eficacia de las medidas monetarias unilaterales.
La polémica sobre el metal amarillo
Si los bonos más alcistas o las inversiones relacionadas con el histórico repunte de monedas como el yen no levantan fuertes suspicacias, el oro sí preocupa. Para Félix González, el metal está sobreactuando como protección e indica que no dejan de ser algo incoherentes sus precios actuales, ya que en teoría es un producto más idóneo en momentos de alta inflación. Concluye que cuando la Reserva Federal de Estados Unidos suba los tipos de interés su cotización puede caer en picado. Con todo, la polémica está servida, porque las opiniones en el ámbito internacional están divididas. Deutsche Bank sigue viendo margen de subida e UBS le ha dado un precio objetivo de 1.300 dólares la onza, con lo que el potencial se estaría agotando. Y en la encuesta de S&P de julio a gestores de fondos se detecta que algunos dudan de la posibilidad de que los precios se mantengan en máximos históricos.¿Qué hay detrás de esta evolución? La fuerte demanda de países como China, que se refleja en el crecimiento del Shanghai Gold Exchange, e India, así como la inversión financiera relacionada con los metales preciosos que se multiplica alrededor del mundo, ya sea a través de ETF (fondos cotizados) o de otras opciones. La demanda que los respalda -algunos fondos pagan a los inversores con oro el lugar de dinero- ha aumentado un 80%, y se está consolidando como un potente motor, aunque posiblemente inestable. En paralelo, los fondos que invierten en esos metales, una parte a través de empresas mineras, se cuelan entre los más rentables del mundo, con revalorizaciones que rondan el 45%. Sólo son superados por los que los posicionados en Tailandia e Indonesia.
Flujos
Los datos que provienen de Estados Unidos son especialmente llamativos y reveladores sobre la actual aversión al riesgo de los inversores. Desde enero de 2008 al mes de junio de 2010, el dinero que ha salido de los fondos de inversión de renta variable se ha elevado a 232.000 millones de dólares, mientras que a los fondos de bonos han llegado en el mismo periodo flujos cercanos a los 560.000 millones de dólares.