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¿Fue un cuento la crisis del euro?

El jueves 6 de mayo de este año anunciábamos aquí nubarrones sobre la zona euro. Al día siguiente, arrancaba un fin de semana en el que, según muchos analistas, estuvo a punto de estallar la Unión Monetaria y Europea. Pero hay quién asegura que el euro no estaba en peligro, sino de parranda por las recalentadas economías del sur de Europa.

Esa es la tesis de Hans-Werner Sinn, que no es un quídam aficionado a teorías de la conspiración, sino el economista que preside el IFO, el prestigioso instituto de estudios económicos alemán.

"El euro, es obvio, no estuvo en peligro durante esta crisis", asegura Sinn en un puntilloso estudio que ha publicado este verano en CESifo Forum. "Lo que estuvo en peligro fue el sistema bancario francés y la habilidad de los países de la periferia suroeste de Europa para continuar financiándose tan barato como hacen desde que arrancó el euro".

Sinn sigue convencido (aunque, a mi juicio, el estudio no lo demuestra de manera tajante) de que todo el dramatismo de entonces fue una estrategia (sarkoziana) para obligar a Alemania a soltar la pasta (casi 215.000 millones de euros potencialmente, según los detallados cálculos, y seguro que dolorosos para él, que ha llevado a cabo Sinn).

Más atinada parece la segunda parte del estudio, en la que Sinn se despacha contra la concentración de capital en el sur de Europa que provocó el arranque de la Unión Monetaria tras la equiparación del riesgo de la deuda griega o española con el de la alemana.

Los "ricos" alemanes, como dice él, se fueron a buscar mayores rendimientos en un sur de Europa que gracias a la moneda única disfrutaron de un inmerecido boom económico.

El trasvase, refunfuña Sinn, permitió a España "crear por primera vez un verdadero mercado de capitales (...) No es sorprendente que las empresas y los hogares españoles hicieran uso del crédito barato y se apresuraran a invertir en el sector inmobiliario".

Sinn cree que la apertura en el diferencial entre los bonos meridionales y el alemán durante el mes de mayo era un saludable correctivo para devolver el capital a los lugares más productivos de Europa, es decir, a Alemania. Pero los perjudicados (Italia, Portugal y España), que habían soportado un diferencial medio de 500 puntos básicos antes del euro gritaron histéricos cuando el diferencial medio de la deuda pública de los países de la zona euro (excluidos Grecia y Alemania) con la deuda alemana se situó el 7 de mayo en 108 puntos.

El argumento puede volverse contra Alemania, porque durante aquellos días también circuló la teoría de que Berlín alimentaba las dudas sobre los países del sur para asustar a los inversores y forzarles a encauzar el capital hacia las empresas germanas. Conspiración por conspiración.

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