La UE prepara un Pacto de Competitividad aunque no hay acuerdo sobre las sanciones
El grupo de trabajo encargado de preparar la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea dio ayer prácticamente por cerrados los capítulos relativos al calendario y formato del escrutinio de las cuentas públicas nacionales en Bruselas. El grupo, dirigido por el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, también coincide en la necesidad de crear un nuevo Pacto de Competitividad, que permitiría expedientar a los países que presenten "desequilibrios económicos excesivos", en un procedimiento similar al aplicado ahora a los países cuyo déficit público supera el límite acordado del 3% de su PIB.
Los 27 países de la Unión, sin embargo, continúan divididos en cuanto a la aplicación de nuevas sanciones en el Pacto de Estabilidad y más aún, en relación con la posibilidad de imponer multas a los países que incumplan el nuevo Pacto de Competitividad.
La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Economía, Elena Salgado, que representó ayer a España en la reunión del grupo de trabajo en Bruselas, se mostró contraria antes del encuentro a suspender los fondos estructurales a los países con déficit excesivo. "Nosotros creemos (...) que a eso no debería afectar", advirtió.
Tampoco hay consenso sobre la posibilidad de sanciones en el nuevo Pacto que vigilaría los desequilibrios económicos mediante indicadores como la balanza corriente, la posición de activos exteriores, el tipo de cambio real, los precios del sector inmobiliario o la deuda pública y privada. Un documento interno del grupo de trabajo, al que ha tenido acceso CincoDías, reconoce que "no hay consenso para introducir sanciones pecuniarias en esta parte de la vigilancia".
La Comisión Europea ha propuesto como alternativa que los desequilibrios macroeconómicos se esgriman como "agravantes" en los procedimientos por déficit excesivo.
La pérdida de ambición en la reforma de la supervisión presupuestaria y económica parece acentuarse a media que la zona euro y el conjunto de la UE atisban el final de la crisis económica. En Bruselas empieza a cundir la sensación de que todo el proceso, anunciado como un salto cualitativo en la gobernanza económica de la UE, puede acabar en un bluff.