Quizá la única opción de inversión sensata
La importancia del dividendo crece con una perspectiva a medio plazo y en etapas inestables como la actual
La crisis que empezó en 2007 y estalló en 2008 ha cambiado muchas cosas, no en vano ha sido la peor catástrofe financiera mundial desde 1929. Para el inversor, quizá lo más llamativo es la elevada volatilidad. Desde mayo el Ibex ha subido más del 3% en nueve ocasiones, cuando antes de la crisis podían pasar más de dos años sin registrarse una revalorización diaria de esta magnitud.
En este contexto, los dividendos ganan peso como fuente de rendimiento estable y previsible. Y no sólo eso; son una fuente de rendimiento más importante que la revalorización de las acciones en plazos largos. En 1985 se creó el Índice General de la Bolsa de Madrid, y en paralelo se creó otro índice que tiene en cuenta la rentabilidad del parqué español incluyendo la reinversión de los dividendos. Ambos índices partieron de 100 en 1985, y actualmente el índice general (IGBM) está en 1.087 puntos y el índice con dividendos (IGBM Total) está en 2.649, es decir, el 60% de la subida procede del dividendo. En términos anualizados, el IGBM Total arroja un rendimiento anual del 14% y el IGBM un 10%.
Desde 1990 hasta ahora el IGBM ha rentado un 387% y el IGBM Total roza el 1.000%, con rendimientos anualizados respectivos del 8,2% y el 12,2%. Y si se tiene en cuenta la última década, en la que la Bolsa ha vivido dos grandes crisis y la inflación se ha moderado, el mensaje es todavía más claro: El Ibex 35 está más abajo que en septiembre de 2000, con un rendimiento negativo anualizado del 0,96% (-9,15% de revalorización), según Bloomberg, mientras el Ibex 35 Total Return, con dividendos, gana un 2,53% anual (un 28% en todo el periodo).
En 10 años, el Ibex pierde un 0,96% anualizado, pero con dividendo gana el 2,5%
"En estos momentos parece que las empresas y los inversores están valorando mucho el dividendo", explica Domingo García Coto, director del Servicio de Estudios de BME. "Según nuestras cifras las empresas están haciendo un esfuerzo muy relevante en esta materia. Aunque puedan caer en términos globales por efectos como el adelanto de dividendos de enero de 2010 a diciembre de 2009, o el extraordinario de Endesa, si se quitan estos impactos, los dividendos se están manteniendo, lo que implica que se les da un valor extraordinario. Los inversores también los valoran, y de hecho las empresas tienen miedo al efecto del anuncio de una reducción del dividendo; eso se ha convertido en un elemento claven el momento actual", concluye.
Los esfuerzos que cita García Coto son fáciles de encontrar en la Bolsa española; en el sector bancario, a pesar de haber vivido etapas complicadas en extremo por el efecto combinado de la crisis inmobiliaria y la financiera, las entidades han hecho todo lo posible por mantener -o, al menos, aparentar que mantienen- el pago al accionista. Popular y BBVA pagaron el dividendo a costa de la autocartera, y Santander puso en marcha una fórmula similar a una ampliación de capital liberada para no tener que desembolsar efectivo, sistema que fue copiado por Iberdrola.
La preferencia por el dividendo es una vuelta a los orígenes. El estratega James Montier, ex de Société y ahora en GMO, considera en un informe que "a quienes mandan en los mercados y tratan de adivinar los beneficios del próximo trimestre el concepto de dividendos les puede parecer irrelevante. Pero para los que toman decisiones en rangos superiores al milisegundo, los dividendos son un elemento vital". Utilizando cifras desde 1871, en inversiones con un periodo de vida de un año el 80% del rendimiento procede de fluctuaciones en la valoración. Pero en un plazo de cinco años, el dividendo es el 80% del retorno.
Pablo Fernández, catedrático de finanzas de IESE, coincide al señalar que "una acción es un papel cuyo valor es lo que vas a recibir en un futuro. Puedes tener la expectativa de venderla, pero para que un tercero pague por ella tiene que tener, a su vez, una expectativa". Y apunta otro motivo: "hoy por hoy los estados financieros de las empresas son más discutibles, su fiabilidad es menor. Lo mejor es que las empresas se retraten de forma periódica a través del pago de dividendo".
La búsqueda de rentabilidad segura beneficia a la renta fija
"La conclusión es clara: el interés por la Bolsa se apaga entre los inversores minoristas. ¿Demasiado riesgo? ¿poca rentabilidad?", apuntaba ayer en un informe José Luis Martínez, estratega de Citi en España. "Las Bolsas mundiales han retornado rentabilidades acumuladas desde el año 2000 del 4% frente al 103% de la deuda (+0,3% por año frente a 6,9% en bonos). Los inversores se han enfrentado en el periodo a dos crisis en Bolsa con recortes del 50%, además de un escenario en los últimos años de elevada inestabilidad". Según las cifras de Citi, en el año los inversores estadounidenses han retirado algo de dinero de los fondos de Bolsa (27.200 millones de dólares de reembolsos netos) mientras en los fondos de renta fija entraron 184.320 millones de dólares.Esta preferencia por la renta fija, que en España no se ha repetido porque los depósitos bancarios cubren, en buena medida, en hueco de mercado de la renta fija, tiene el mismo origen que la preferencia de los inversores por el dividendo: la sensación de que entrar en Bolsa únicamente en busca de la revalorización de las acciones, algo muy propio de los años 90, es cada vez más complicado. "Durante la burbuja tecnológica se habló de la irrelevancia de los dividendos, que no tenían valor. Pero una cosa es el dividendo que se paga este año y otra cosa la expectativa de que la acción vaya aportando valor, explica Pablo Fernández, catedrático de Finanzas de IESE.