Test de estrés: baile de cifras
En los últimos días se ha generado una enorme expectación en torno a la próxima publicación el 23 de julio de los resultados de los test de estrés o pruebas de resistencia a las que el Consejo Europeo de Supervisores Bancarios va a someter a 91 grupos bancarios europeos (27 españoles) que representan el 65% del sector. En el caso español, la expectación es aún mayor ya que tanto en boca del presidente del Gobierno como de la ministra de Economía se nos ha dicho que va a ser la prueba del algodón para demostrar la solvencia de nuestro sector bancario, alejándose así los nubarrones que acechan a la banca española y que se materializan en una falta de confianza de los inversores extranjeros a la hora de prestar a nuestras entidades.
Al margen de los resultados, una condición indispensable para que sean útiles es que sean creíbles. Y para ello, es necesario que se ofrezca información detallada de los distintos escenarios manejados, así como de las variables afectadas. De nada servirá ofrecer estimaciones de pérdidas esperadas y de las consiguientes necesidades de capital si las pruebas no son creíbles.
Desde que en marzo de este año el Banco de España ofreciera en su Informe de estabilidad financiera datos de la exposición problemática al ladrillo hasta estos días, he contabilizado al menos 10 informes de instituciones como el FMI, JP Morgan, Citigroup, BBVA, Standard & Poor's, etc., que ofrecen estimaciones de pérdidas esperadas y de inyecciones de capital, los dos últimos fechados el 12 de julio y realizados por Royal Bank of Scotland y por Fitch. Tras revisar esos informes, dos son las conclusiones que quiero destacar. Primera, que hay enormes discrepancias en la estimación de las necesidades de capital (por ejemplo, en un escenario base, la estimación del FMI es de 7.000 millones de euros; la de Fitch, de 23.000 millones, y la del Royal Bank of Scotland, de 51.700 millones). Y segundo, que los informes no son comparables ya que difieren en aspectos tan importantes como los escenarios de estrés, el nivel mínimo de Tier 1 a mantener tras el estrés, los activos sometidos a evaluación (préstamos a la construcción y promoción inmobiliaria, resto de préstamos, deflación de deuda pública, valor de las garantía aportadas, etc.).
Se debe eliminar la incertidumbre reinante como consecuencia de la enorme discrepancia en los resultados de los diversos informes, ofreciendo pruebas de estrés en que todos los escenarios y variables manejadas estén consensuados para que sean creíbles.
En este contexto, me gustaría hacer tres reflexiones que pueden contribuir a solventar la falta de credibilidad existente sobre la solvencia del sector bancario español.
l La actual incertidumbre acerca de la salud del sector bancario español tiene consecuencias negativas sobre la alta prima de riesgo (encarecimiento de la financiación), las posibilidades de financiación en los mercados mayoristas y el crecimiento del crédito. En consecuencia, es necesario conocer cuanto antes la magnitud de las necesidades de capital mediante la publicación de los resultados de los test de estrés, así como los supuestos utilizados. En el caso español, si queremos que las pruebas de resistencia sean creíbles, es necesario incluir escenarios sobre la pérdida de valor de los activos reales (inmuebles).
l Muchos de los informes realizados que cuantifican la pérdida estimada y necesidades de capital ignoran los préstamos distintos a la promoción inmobiliaria y construcción, la posible deflación de la deuda pública y la pérdida de valor de los activos inmobiliarios. Por tanto, para que los test sean creíbles, es necesario incluir todo tipo de activos.
l Además de la importancia de la transparencia y credibilidad de los test de estrés, es necesario poner a disposición de las entidades con problemas las ayudas necesarias para su recapitalización (FROB y Fondo Europeo de Estabilidad), así como instrumentos complementarios ante los problemas existentes de liquidez (como las subastas y compra de deuda por parte del Banco Central Europeo). Aunque es cierto que la capacidad máxima de endeudamiento del FROB (99.000 millones de euros) es muy superior a los fondos hasta ahora utilizados, la capacidad real de endeudamiento de este fondo se va a ver limitada por la imagen exterior de la economía española y de sus finanzas públicas.
A la vista de las enormes discrepancias en los resultados de la decena de informes que se han publicado en los últimos cuatro meses sobre las pérdidas y las necesidades de capital del sector bancario español, seguimos sin saber (por el momento) la verdadera situación de la banca en España.
Joaquín Maudos. Investigador del Ivie y profesor de la Universidad de Valencia