Novedades en el mercado
Renta fija privada emergente o fondos de ETF protagonizan los lanzamientos en el sector.
El mercado de fondos se encuentra en plena recuperación en Europa según testifican los datos de ventas calculados por Lipper cada mes. Las suscripciones netas comenzaron en abril del año pasado (nada más comenzar la recuperación bursátil) y desde entonces no ha pasado un mes sin ventas positivas. El panorama contrasta con el español, aunque es interesante señalar que los reembolsos en fondos domésticos parecen estar siendo compensados en buena medida por el resurgir de los internacionales.
La creciente confianza que parece estar volviendo a la industria de gestión de fondos esta viniendo acompañada -como suele ser habitual- por un aumento de las novedades que éstas ofrecen a los inversores. En las últimas semanas he conocido varios lanzamientos que pueden tener interés. El primero de ellos tiene similitudes con un tipo de fondo que disfrutó de cierta popularidad en la primera parte del año pasado. Son fondos de renta fija privada en los cuales el gestor se limita a construir una cartera de bonos corporativos diversificada de elevada calidad crediticia con un vencimiento medio (normalmente entre tres y cinco) y que mantiene hasta el final.
Los inversores disponen de un periodo de suscripción inicial y tras la compra el objetivo es que mantengan la inversión hasta el vencimiento del fondo (que coincide con el de la cartera de bonos). De esta manera, reciben buena parte de los sustanciosos cupones que pagan los bonos (menos las comisiones) sin preocuparse de los vaivenes de los precios de éstos bonos en secundario. En caso de no producirse ningún default (quiebra de alguno de los emisores) la rentabilidad anual está prácticamente asegurada durante la vida del fondo. En una situación de rendimientos de la deuda privada tan atractivos como los de la primera mitad del 2009 la oportunidad de inversión era clara.
Desde entonces la recuperación de la renta fija corporativa ha sido fulgurante y las valoraciones han quedado mucho más ajustadas. En resumen, la oportunidad ha pasado y ello ha quedado reflejado en que el lanzamiento de estos productos ha desaparecido. La novedad, ofrecida por JP Morgan, es un fondo con este concepto pero donde el activo no son bonos corporativos de compañías de primera calidad crediticia de países desarrollados sino bonos corporativos de empresas de países emergentes.
La oportunidad viene dada por las compañías emergentes que, al calor de sus pujantes economías, han evolucionado enormemente en los últimos años en términos de rentabilidad, productividad y transparencia Sin embargo, los cupones o rentabilidades medias que pagan por sus bonos son claramente más elevadas. Concretamente, el fondo de JP Morgan ha construido una cartera cuya rentabilidad media anual bruta (antes de comisiones) es del 7%-8%. El vencimiento del fondo y por tanto el horizonte de inversión son cinco años, en cada uno de los cuales el inversor recibirá un cupón bruto de alrededor del 6-7%, lo que en el entorno de tipos bajos actuales es ciertamente atractivo. El contrapunto a este escenario, como en toda inversión, es que a una mayor rentabilidad esperada va aparejado un mayor riesgo. La calidad crediticia media de la cartera es BB-, lo que puede significar que en si en los próximos cinco años sufriéramos otra recesión importante podría producirse algún default con la consiguiente merma en la rentabilidad objetivo del fondo.
Otro producto interesante y novedoso, aunque esté orientado exclusivamente a inversores cualificados, dada su complejidad y elevados requisitos de inversión mínima, son los fondos que invierten en bonos catástrofe. Estos bonos son emitidos por un vehículo especial de inversión, tras una compleja transacción de transferencia de riesgo previa, y básicamente cubren el riesgo de catástrofe natural como terremotos, huracanes, etc. El producto es demasiado complejo como para analizar todas sus características y riesgos. Resumidamente, ofrecen unas rentabilidades anuales atractivas de alrededor del 6-8% sobre el líbor siempre que no se produzca la catástrofe cubierta, en cuyo caso deben hacer frente a los pagos. El concepto es que construyendo una cartera diversificada de digamos 20 emisiones, donde se ha realizado un análisis profundo de las estructuras y riesgos varios, el riesgo de pérdida máximo quedaría reducido al principal.
Por último, existe una variante de los fondos de fondos: los fondos de fondos cotizados o fondos de ETF. Lipper lanzó índices de ETF hace más de tres años, que son replicados por varios fondos buscando una estrategia de asignación de activos dinámica. Una gestora española se va a lanzar a gestionar este tipo de producto que busca beneficiarse de la agilidad, liquidez y variedad de los ETF para mediante modelos cuantitativos construir portafolios dinámicos con un objetivo de rentabilidad absoluta positiva.