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Tribuna
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Redefinir, ¿el qué?

En el Informe que ha presentado al Consejo Europeo el grupo de reflexión sobre los desafíos de Europa, que ha presidido el ex presidente Felipe González, se afirma entre otras cosas que "es preciso redefinir el modelo social y económico europeo y adaptarlo a un contexto cambiante". Aunque se reconoce que "en el núcleo de la comunidad europea existe un modelo económico y social específico, denominado 'economía social de mercado altamente competitiva' en el Tratado de Lisboa" la experiencia de lo que está ocurriendo en esta crisis, y sin ir más lejos en nuestro país, suscita dudas sobre si de verdad ese modelo es el que rige las políticas económicas y sociales de la mayoría de los países comunitarios. Por eso, más que "redefinirlo", se necesitaría conocerlo mejor para ponerlo en práctica.

En el documento se afirma que este modelo "contribuyó a transformar Europa tras la segunda Guerra Mundial en una región de industrias y servicios poderosos con un gran potencial de creación de empleo lo que, a su vez, permitió desarrollar un buen sistema de protección social y así se cerró un "círculo virtuoso" que reunía solidaridad, responsabilidad y competitividad", pero hay que preguntarse cuántos de los 27 países que constituyen hoy la UE están enterados de los principios que lo definen, aspectos ambos que ya fueron objeto de debate cuando se negoció el Tratado de Maastricht en 1992.

Las transformaciones que, como se indica en el documento, ha realizado el modelo en Europa durante la postguerra han sido especialmente visibles en Alemania, cuyos gobernantes son los que, con ligeras vacilaciones, han procurado ser fieles a esos principios en los 60 años que acabamos de celebrar el 9 de mayo.

Con la reunificación de las dos Alemanias y la globalización económica, los mejores conocedores del modelo, como el ex presidente del Banco Central alemán Hans Tietmeyer y el, hasta hace poco presidente del Parlamento europeo, Hans-Gert Pöttering, se han dado cuenta de la necesidad de adaptarlo a las nuevas circunstancias pero sin olvidar los principios que, si se hubieran tenido en cuenta, lo cual, obviamente, requiere que se conozcan, no se habría llegado en algunos países comunitarios a las desigualdades sociales a las que se alude en el informe. Afirma con razón que la sostenibilidad del modelo económico y social europeo "dependerá de nuestra capacidad de restablecer un equilibrio dinámico entre las dimensiones económica, social y medioambiental del desarrollo" pero se echa de menos una concreción del papel que han de desempeñar las instituciones del Mercado y del Estado en ese equilibrio y, en términos más generales, que para su redefinición lo más importante es saber que se trata de un modelo con una estructura muy precisa y exigente que va mucho más allá de lo que pueden sugerir unos términos que admiten muchas posibles lecturas.

Eugenio M. Recio. Profesor honorario de Esade (URL)

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