El poco interés por innovar sigue siendo el rival a batir
El cambio de modelo de crecimiento de la economía pasa por el desarrollo de una cultura de la I+D+i
Puede que el último año sea recordado como el año en que España pasó a ser la novena potencia mundial por volumen de producción científica. La escalada, que las autoridades enarbolaron como el símbolo de que algo en la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+i) está cambiando, pilló por sorpresa a los más pesimistas, ya que nuestro país adelantó 21 puestos en esta clasificación en sólo 12 meses.
Pero 2009 también será recordado por el mantenimiento del desfase entre el volumen de producción científica y la aplicación de estos hallazgos en el ámbito empresarial, es decir, porque la mayor parte de la investigación desarrollada tiene una difícil traslación a la práctica. Asimismo, perdurarán en nuestra memoria las continuas llamadas de los expertos a que la transformación del modelo productivo de nuestro país se base en motores con un alto grado de inversión en I+D+i.
"Toda la información llega a la misma conclusión. España es una gran potencia en lo que hace referencia a la investigación teórica y esta gran potencia está avalada por los artículos de profesores y universitarios", declara el presidente del Consejo General del Colegio de Economistas, Valentí Pich. "Sin embargo, no estamos al mismo nivel en cuanto a la aplicación de esta investigación pura a la innovación empresarial", apostilla el economista.
"España es una gran potencia en lo que respecta a la investigación teórica", dice Valentí Pich, del Colegio de Economistas
La comparación de los datos de inversión en I+D en España con los de sus socios comunitarios va en la misma dirección. Nuestro país invirtió 14.700 millones de euros en estas actividades en 2008, lo que supone un incremento del 10% respecto al año anterior. Sin embargo, esta cifra representa sólo el 1,35% del PIB, cinco décimas por debajo de la media de la UE que publica Eurostat.
El balance del Ministerio de Ciencia e Innovación coincide con este diagnóstico. Subrayan que nuestro país debe superar el desfase entre producción científica e innovación empresarial. Para ello, el ministerio se ha dotado de varios instrumentos. Por un lado, está trabajando en el diseño de una estrategia estatal, e2i, que será presentada en breve al Consejo de Ministros y que tiene como objetivo "posicionar a España en el G-9 de la innovación, que es la posición que por nuestro PIB nos corresponde", indican. Y se apoya en cinco ejes: financiero, mercados, internacionalización, cooperación territorial y personas.
En segundo lugar, este gabinete ha elaborado el Plan Innovacción 2010, con el que pretende generar 93.000 empleos cualificados y 3.900 nuevas empresas innovadoras. Según las estimaciones gubernamentales, este programa podría aportar una inversión directa en I+D+i de 2.600 millones de euros, una cifra nada desdeñable dados los problemas derivados de la escasez de recursos que las empresas españolas dedican a la investigación y el desarrollo.
En este sentido, un 86,4% de los analistas considera que un obstáculo "muy importante" para el desarrollo de la innovación en España es la escasa dedicación de recursos financieros y humanos en las empresas, según el último informe publicado por la Fundación para la Innovación Tecnológica (Cotec). Este estudio también apunta que la segunda barrera más relevante consiste en que la I+D de las universidades no está suficientemente orientada hacia las necesidades tecnológicas de las empresas, un problema que fue destacado por el 77,8% de los expertos.
Otra barrera es que la demanda nacional no actúa como elemento tractor de la innovación empresarial. También destacan la falta de cultura en los mercados financieros españoles a la hora de invertir en estas actividades y la escasa colaboración entre las firmas para innovar de forma conjunta. Un problema adicional es el tamaño de las compañías, pues nuestro tejido productivo está dominado por un 90% de pymes. Y, a juicio de Pich, "¿quién puede desarrollar e innovar?". Y se responde: "Sólo las empresas con cierta envergadura son las que tienen una visión a largo plazo y pueden permitirse invertir en generar talento".
Coincide con esta visión el director del Servicio de Estudios del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Gregorio Izquierdo, quien destaca que, además, "en los años precedentes a la crisis no existieron suficientes incentivos en la economía para que las empresas se plantearan la necesidad de incorporar mejoras competitivas que distinguieran sus productos de los de sus competidores, ya que los ingresos crecían de forma constante gracias al vigor de la demanda".
Izquierdo estima que la situación de la I+D+i en España es "peor de lo que parece", puesto que la mejora de los indicadores ha dado lugar a pensar que se ha producido un cambio de tendencia. "Sería mucho más importante tener un nivel de inversión inferior, pero que procediera del sector empresarial, a tener un nivel de inversión como el actual, que procede de las universidades, está subvencionada y tiene una utilidad discutible", precisa.
Luis Caramés, presidente de la Organización de Economistas por la Educación, dice que las razones del atraso tecnológico son tan coloridas como el arco iris: "Cuando se buscan causas históricas al atraso, uno se puede encontrar desde el ancho de vía ferroviaria hasta el clima, la religión, la orografía..., pero lo cierto es que al empresariado español no le interesó nunca la tecnología como inversión rentable". En su opinión, las leyes educativas deben apoyar "sin reservas" el triángulo "conocimiento, educación e innovación", y puntualiza: "La educación general también ha de inculcar valores relativos a la innovación, alejándose de la construcción social tradicional, excesivamente cercana al que inventen ellos unamuniano".
Por detrás de otros socios comunitarios
La comparación con los países de nuestro entorno muestra que España, en lo que a I+D+i se refiere, sigue jugando en segunda división.En 2008 el gasto de España en I+D representó el 1,35% de nuestro PIB. A pesar del fuerte crecimiento registrado en esta área en los últimos años -en 1999 estaba situado en el 0,86% del PIB-, la cifra queda muy lejos de la media comunitaria, situada en el 1,9%, y del porcentaje que invierte Estados Unidos (2,76%), según datos de Eurostat.En este ranking, quedan situados por delante de España países como Dinamarca, Suecia, Finlandia, Alemania, Francia y Reino Unido. Otros socios comunitarios que nos adelantan son Bélgica, Portugal, Austria y Países Bajos.