"Debemos fomentar la cultura del esfuerzo"
El representante de los centros tecnológicos españoles analiza los puntos clave de la futura Ley de la Ciencia, así como la necesidad de sentar las bases de una cultura de la innovación en el sistema educativo
Los centros tecnológicos son un observatorio de primera línea para comprobar lo que está sucediendo en el ámbito de la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+i) tanto en las empresas como en las universidades. El director general de la Federación Española de Centros Tecnológicos, Íñigo Segura, pasa revista a las razones que impiden el despegue de la innovación en España.
¿Cuál es la situación de la I+D+i en nuestro país?
No soy tan optimista como el Gobierno. Es cierto que España ha alcanzado una posición relevante en lo que se refiere a producción científica, es decir, cuota mundial de publicaciones científicas, pero esa no es la posición que ocupa si tenemos en cuenta la calidad de las mismas. También es cierto que hasta el año 2008 se incrementaron con fuerza los recursos públicos destinados a la I+D, pero su asignación posiblemente no ha resultado todo lo eficaz que hubiera sido deseable.
"La ventaja de los centros tecnológicos es que hablan el idioma de las empresas. Las pymes se encuentran con interlocutores que conocen sus problemas"
¿Cuáles son las razones que han originado el atraso de España en relación con la innovación?
Desde mi punto de vista, la I+D se ve afectada por problemas que afectan de manera genérica a nuestra sociedad, como son la falta de preparación originada por un deficiente sistema educativo, la perversión generada por la cultura del bienestar que se basa en derechos y elude los deberes, y la elevada fragmentación de nuestras políticas debido al desarrollo del sistema autonómico. También ha reducido la movilidad de personas, fundamental en una economía que quiere optimizar la asignación de recursos, y ha empobrecido la mezcla cultural, que es muchas veces el caldo de cultivo necesario para las ideas innovadoras.
¿Cree acertados los pasos que está dando el Gobierno para darle la vuelta a esta situación?
La Ley de la Ciencia puede ser necesaria, pero en ningún caso será suficiente. No creo que los problemas de eficacia de nuestro sistema de I+D se puedan resolver por ley. Ahora bien, sí que es cierto que dependiendo de su valentía puede avanzar en varios aspectos.
A la espera de que se publique su texto definitivo, ¿cuáles son los aspectos clave que esta norma puede potenciar?
Por un lado, puede dar un mayor protagonismo a las empresas en la formulación de políticas científicas y tecnológicas, estrategias y planes. Por otro lado, puede definir un sistema de control que permita evaluaciones independientes de los resultados y, por otra parte, dotar de mayor peso al Estado a la hora de planificar y liderar las políticas científicas y tecnológicas asegurando la eficacia del gasto público. La Agencia Estatal de Investigación puede ser un primer paso que desde el principio hemos aplaudido, siempre y cuando se asegure su independencia.
¿Cómo contribuyen los centros tecnológicos al desarrollo de la innovación, en especial en las pymes?
La ventaja es que hablan el idioma de las empresas. Las pymes se encuentran con interlocutores que conocen la problemática de la innovación en la empresa, la necesidad de aprovechar las oportunidades y la relevancia de los plazos. Son capaces de ofrecer una amplia gama de servicios, desde el asesoramiento a las compañías que empiezan a innovar hasta el desarrollo de grandes proyectos. Por último, conocen los instrumentos para que esa innovación no se convierta en una dificultad financiera excesiva.
¿Qué retos presenta el futuro?
El futuro pasa por mejorar sensiblemente nuestro sistema educativo. Debemos buscar un sistema que vaya introduciendo la cultura del esfuerzo, de la búsqueda de la excelencia y el espíritu emprendedor entre los estudiantes, que fomente su movilidad y sus ansias de explorar nuevas soluciones innovadoras.