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Macroeconomía

La zona euro busca el reequilibrio

La recesión ha puesto al descubierto los graves desequilibrios económicos, sociales y laborales que convivían bajo el manto protector de la moneda única

La zona euro busca el reequilibrio
La zona euro busca el reequilibrioREUTERS

Los coletazos de la crisis financiera han puesto a la zona euro contra las cuerdas, hasta el punto de alentar de nuevo las dudas sobre la viabilidad de la Unión Monetaria, apagadas durante una primera década de éxitos.

La recesión ha dejado al descubierto en toda su crudeza los graves desequilibrios económicos, laborales y sociales que convivían bajo el manto protector de la moneda única. Y los mercados, como ha mostrado la crisis de Grecia, se han percatado de que los eslabones del club no están tan apretados como cabía suponer.

"Los últimos dos años han acabado con dos décadas de consolidación fiscal", ha señalado el comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Olli Rehn.

"La crisis se ha cargado dos décadas de consolidación fiscal", dice Olli Rehn

La Unión hace aguas, pero los líderes comunitarios no logran ponerse de acuerdo sobre qué estopa legislativa o cuánta brea presupuestaria debe utilizarse para calafatear la nave.

A mediados de abril, en una reunión informal del Eurogrupo (ministros de Economía de la zona euro) en Madrid, los 16 socios de la Unión Monetaria iniciaron los debates para fortalecer sus mecanismos de coordinación política y fiscal. Objetivo: reequilibrar la Unión y devolverle la estabilidad.

Pero no es fácil. Primero, porque la coyuntura económica sigue siendo muy delicada. La zona euro espera cerrar este año con un crecimiento de menos del 1%, tras haber registrado una caída histórica del 4% en 2009.

En segundo lugar, y probablemente mucho más grave, porque la crisis coincide con un peligroso distanciamiento entre las principales capitales de la Unión y una falta de entusiasmo patente entre algunas opiniones públicas sobre las ventajas de compartir divisa con otros países.

Diplomáticos y analistas comunitarios apuntan hacia Berlín como el caso más grave de una deriva que cuestiona los propios fundamentos de la Unión Monetaria.

El 'caso alemán'

Alemania parece sentirse traicionada por un proceso de integración que aspiraba a sustituir las divisas nacionales por una nueva moneda tan fuerte como el marco. Y a implantar en toda Europa el rigor antiinflacionista del que hizo gala el Bundesbank tras la segunda Guerra Mundial.

"El euro sufre un ataque sin precedentes porque las promesas en las que se basaba han resultado ser mentira", concluía el pasado 9 de marzo un demoledor reportaje en la versión inglesa online de la influyente revista alemana Der Spiegel.

Con un electorado cada vez más euroescéptico y un Tribunal Constitucional ultrapuntilloso en la interpretación de los Tratados de la UE, la canciller alemana, Angela Merkel, ha optado por posturas maximalistas en el debate sobre el nuevo gobierno económico europeo y ha forzado la intervención del Fondo Monetario Internacional en la resolución de la crisis griega.

Y mientras Berlín titubea en el timón, la zona euro se bambolea en una marejada bursátil e inversora cada vez menos amistosa. Las garras acechan a Portugal y más de un analista cree que los mercados apuntan a algún "pez gordo", como España o Italia. George Soros, el temido gestor de hedge funds, situaba el 11 de abril en un 50/50 las posibilidades de un estallido de la Unión Monetaria. Para el multimillonario inversor, la interrogante sobre la supervivencia del euro estriba en saber "si sigue existiendo la voluntad política de mantener unida a Europa. Si no es así", remata Soros, "creo que habrá un proceso de desintegración".

El proceso, según algunos análisis, ya se puso en marcha tras el cataclismo financiero de finales de 2008, aunque parece haber remitido desde entonces. Tommaso Padoa Schioppa, antiguo miembro del comité ejecutivo del BCE, ha achacado "la erosión de la Unión" a la falta de mecanismos comunitarios para afrontar cualquier tipo de crisis. "Lo hemos visto en el caso de Grecia, pero también en la industria automovilística, en la banca o en los planes de apoyo a la actividad económica", señalaba recientemente el italiano en unas reflexiones para el instituto de estudios francés Notre Europe.

El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, también considera imprescindible que se preserve "la integridad del mercado interior" y que se corrijan los desequilibrios internos.

Pacto de Estabilidad, tercera generación

Inteligente o estúpido, el caso es que el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE se resquebraja cada vez que el club comunitario atraviesa una crisis. En 2003, las dificultades presupuestarias de Alemania y Francia reventaron el corsé presupuestario, cuya supuesta rigidez fue calificada de estúpida por el entonces presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi. La reforma de 2005 flexibilizó el Pacto para hacerlo más inteligente. Pero tras la crisis de Grecia y los números rojos de la mayoría de los países de la UE, Bruselas va a volver a plantear otra reforma para endurecer la aplicación de las normas presupuestarias. "El procedimiento de déficit excesivo continuará siendo el corazón del Pacto, pero necesitamos afilar nuestros dientes", ha reconocido Olli Rehn, el nuevo comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros. El finlandés presentará a mediados de mayo su reforma, en la que se propone incluir desde multas que se activen con carácter automático cuando un país incumpla ciertos parámetros del Pacto, hasta la suspensión del Fondo de Cohesión, ya prevista en el Pacto original, aunque nunca esgrimida. El nuevo acuerdo intentará ser especialmente duro con los países "reincidentes" que, como Grecia, han burlado repetidamente las normas de la UE. Habrá que ver cuánto dura el Pacto de Rehn.

Hacia una vacuna contra crisis como la griega

Las repentinas dificultades de Grecia para refinanciar su deuda pública han enseñado a la zona euro que los mercados pueden acorralar a uno de sus socios y hacerle pagar muy cara su irresponsabilidad fiscal.Los socios de la Unión Monetaria han necesitado meses para articular un plan de defensa de Grecia, cuyo éxito aún no está garantizado. Pero también se han convencido de que necesitan dotarse de un mecanismo permanente de crisis ("que no de crisis permanente", como bromea el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker), para reaccionar ante futuros casos como el de Grecia.De hecho, al cierre de este número especial, los mercados ya apuntaban hacia Portugal "como posible segunda víctima".

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