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32 Aniversario

Camino hacia la recuperación

Finalizado el peor ejercicio económico desde la Segunda Guerra Mundial, la actividad da muestras de recuperación empujada por los países emergentes. La prudencia manda respecto a los ricos

Cautela tras el 'annus horribilis' -
Cautela tras el 'annus horribilis' -Cinco Días

En términos económicos, la mejor noticia que ofreció el año 2009 fue su finalización. Las turbulencias financieras que estallaron en Estados Unidos a mediados de 2007 dieron paso a una fuerte desaceleración de la actividad en el ejercicio siguiente, para llegar en 2009 a la mayor debacle de la actividad planetaria desde la Segunda Guerra Mundial. Los motivos son de sobra conocidos: la crisis financiera se fue trasladando paulatinamente a la economía real, que no encontró suficientes flujos de crédito para funcionar con normalidad y, en cambio, sufrió una dramática crisis de confianza de los agentes. El grueso del problema durante 2008 era este último, y se debía a que no estaba claro, en absoluto, hasta qué punto los instrumentos financieros opacos habían podrido los balances de las entidades bancarias.

Pero los acontecimientos se aceleraron dramáticamente con la bancarrota de Lehman Brothers, que daba cuenta del grado de gangrenación sufrido por el sistema financiero global. Las cifras macroeconómicas del arranque de 2009 llevaban a temer que la recesión global se convirtiese en una depresión similar a la de los años treinta del siglo pasado. Sólo la respiración asistida ofrecida por Gobiernos, en forma de multimillonarios estímulos fiscales, y por los bancos centrales (con tipos de interés en mínimos históricos y barra libre para la financiación a los bancos privados) evitaron el colapso del sistema.

En el conjunto del ejercicio, el producto interior bruto del planeta retrocedió un 0,8%, un registro histórico en términos negativos que, con todo, encerró una fuerte disparidad. Así, los países más avanzados perdieron un 3,2% de su actividad, siendo más grave el retroceso de la zona euro (3,9%) que el del epicentro de la crisis financiera, Estados Unidos (2,5%). Incluso dentro de la propia Unión Económica y Monetaria, el desplome de Alemania e Italia (4,8%) contrastó con la menor caída de Francia (2,3%), e incluso con el 3,6% de España. Entre los países ricos, la palma del annus horribilis se la llevó Japón, que apenas había dejado atrás década y media de estancamiento cuando el vendaval global hizo caer su PIB un 5,3%.

La salida de la recesión de buena parte de los países desarrollados se basa en la dependencia de los estímulos públicos

Pero también entre los países emergentes hubo grandes disparidades. En el grupo de los BRIC, la fuerte resistencia demostrada por China e India (8,7% y 5,6% de crecimiento) deja aún en peor lugar a Rusia, donde la caída del precio de las materias primas agravó la caída del PIB hasta el 9%. Brasil, por su parte, cerró el ejercicio prácticamente en equilibrio, aunque el Fondo Monetario Internacional espera que el gigante suramericano retome su crecimiento de crucero de los últimos años (cercano al 5%) este mismo año.

La segunda mejor noticia económica del año pasado es que, a medida que éste avanzaba, el deterioro de la actividad se fue moderando, hasta el punto que un buen puñado de países logró salir de la recesión en el tercer trimestre. Al margen de los países emergentes, entre los industrializados destacaron los buenos resultados de Estados Unidos, Francia y Alemania. Eso sí: las buenas noticias del tercer trimestre se vieron drásticamente matizadas por los datos del cuarto, en el que la locomotora europea obtuvo un crecimiento nulo.

La salida de la recesión de buena parte de los países ricos, además de ser lenta, se caracteriza por su dependencia de los impulsos públicos. La paradoja aparece al constatar que el sector privado todavía no tiene fuerza autónoma suficiente para sostener una incipiente recuperación, pero, al mismo tiempo, los Gobiernos se ven obligados a comenzar la retirada de estímulos: los déficits presupuestarios y las deudas públicas viven escaladas desconocidas, y amenazan con crear una nueva crisis de deuda (esta vez, soberana, y no privada). Las turbulencias asociadas a las cuentas públicas griegas sirven de aviso a navegantes, hasta el punto de que la Unión Europea se ha movilizado en una oferta de ayuda sin precedentes.

El camino se está iniciando, pero está repleto de piedras y su final está lejos. Una carta presentada hace pocas semanas por cinco de los líderes del G-20 (entre ellos, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama), advierte de que, aunque la recesión mundial ya ha quedado atrás, eso no implica que pueda hablarse ya de recuperación. Además, señalan riesgos de recaída, como el del sistema financiero: "Se requiere más trabajo para restaurar la solvencia en el balance de varios bancos internacionales". Sólo así, advierten, se posibilitará que el crédito vuelva a fluir para impulsar un crecimiento económico sostenible.

El último informe del Fondo Monetario Internacional aborda ampliamente esas advertencias. El organismo multilateral espera que la economía mundial crezca un 4,2% durante este año, lo que supone una revisión de tres décimas respecto a la realizada en enero. Pero advierte de que en la mayoría de los países avanzados la recuperación será muy débil en comparación con los estándares pasados, dado que "hay pocos signos de que la demanda privada tome fuerza de forma autónoma". Por eso, el FMI recomienda que las políticas "sigan siendo estimulantes allí donde la recuperación no esté bien sostenida, es decir, en los países desarrollados".

Respuesta de los emergentes

El FMI pronostica una actividad vigorosa en la mayoría de los países emergentes y en desarrollo, acompañada de una demanda interna "boyante". Así, el organismo apunta a un crecimiento medio del PIB de ese grupo de países del 6,3%, tres veces el registrado el año pasado. De hecho, el último informe mejora en un punto su previsión respecto al anterior, al compás del sorprendente ritmo de crecimiento que han recuperado países como China. Más aún: el FMI espera que los emergentes aceleren aún más el paso en 2011. Y apunta las razones de la inusitada resistencia a los vaivenes de los países desarrollados: "Marcos económicos más fuertes y rápida respuesta política". La única sombra que se proyecta sobre su horizonte la provoca "la preocupación sobre el precio de los activos". Países como la citada China se enfrentan a mercados inmobiliarios y bursátiles sobrecalentados que podrían generar a medio plazo peligrosas burbujas.

En cuanto a la evolución de los precios, al ejercicio con menor inflación que se recuerda (0,1% en los países avanzados y 5,2% en los emergentes) seguirá este año con precios al alza, pero en una senda anormalmente moderada.

Para los países ricos, el FMI pronostica un IPC medio del 1,3% este año y del 1,5% en el próximo; para los emergentes, 6,2% y 4,6%, respectivamente. Cifras, todas ellas, muy por debajo de la tendencia histórica.

El G-20 se confirma como foro global

Además de acaparar el peor deterioro económico que se recuerda, el año pasado sirvió para confirmar el traspaso de poderes de la gobernanza económica global: el otrora todopoderoso G-8, integrado por las mayores economías más Rusia, ha perdido protagonismo en favor del G-20, un foro en el que también aparecen representadas las principales economías emergentes, como China, Brasil, India, México o Sudáfrica. La reunión de Washington (Estados Unidos) de hace un año y medio, convocada con urgencia para dar una respuesta conjunta, sirvió de pistoletazo de salida para el nuevo orden. Durante el año pasado se celebraron otros dos encuentros del máximo nivel y similar importancia: el de Londres (Reino Unido), en abril, y el de Pittsburgh (EE UU), en septiembre. Esas cumbres sirvieron para coordinar la respuesta frente a la crisis global, en forma de estímulos monetarios y fiscales. Además, se planteó una reforma drástica del sistema financiero global, que atribuye mayores poderes al FMI y eleva los requerimientos regulatorios.Después del desdén mostrado hacia el G-20 por los Gobiernos de José María Aznar (quien apostaba por ingresar en el G-8), el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero ha logrado consolidar un estatus de invitado permanente a las reuniones, pese a no pertenecer al grupo.

Condiciones financieras, mejorando

El último World Economic Outlook (informe sobre economía mundial) del FMI ofrece una visión relativamente positiva sobre el que fuera epicentro de la crisis global: según sus autores, los mercados financieros "se han recuperado más rápido de lo previsto, ayudados por el reforzamiento de la actividad". Sin embargo, los autores pronostican que las condiciones financieras "seguirán siendo más difíciles que antes de la crisis". Y ello, porque, pese a la estabilización de los mercados de dinero y la moderación de las restricciones crediticias, "los préstamos bancarios seguirán débiles, dada la necesidad de reconstruir el capital, la debilidad de la securización privada y la posibilidad de nuevas crisis crediticias, notablemente relacionadas con el mercado inmobiliario". Un aviso que parece dirigido a países como España, donde los bancos y cajas tienen el equivalente al 40% del PIB en activos relacionados con el sector de la construcción.

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