El precio de la ayuda a Grecia
Grecia ha solicitado oficialmente el préstamo de 30.000 millones de euros a los países de la Unión Monetaria. La parte que toca a España, representa aproximadamente 76 euros per cápita.
El préstamo no empeora las cuentas públicas españolas ya que en el balance del sector público se financia el préstamo a Grecia -un aumento del activo- colocando deuda española en los mercados -un incremento del pasivo-. Es más, puede incluso parecer un negocio redondo: al prestar a Grecia a tipos más altos que nuestro coste de financiación, obtendremos una ganancia si, llegado el momento, Grecia nos repaga. Pero, existe un no despreciable riesgo de impago. Actualmente, el riesgo del país griego S&P rebajó ayer la calificación refleja unas probabilidades de impago que deberían llevarnos a exigir rentabilidades más altas que las que se van a solicitar en el préstamo bilateral. Ese diferencial que se deja de cobrar corresponde al riesgo adicional en el que incurre España que, aunque no sea una salida de caja, debe ser tenido en cuenta.
La participación de cada uno de los 15 países miembros de la zona euro (excluyendo a Grecia) al fondo de ayuda se fijará en principio en función de su peso en el capital del Banco Central Europeo (BCE). Suponiendo que todos los países acudirán al rescate - algunos medios han comentado la posibilidad de que Portugal y los Países Bajos se excluyan- la cuota de participación española representaría casi un 12%, es decir habría que prestar unos 3.500 millones de euros a Grecia.
Para hacer un cálculo sobre la subvención encubierta máxima que deberíamos de realizar, supongamos que préstamos al mismo tipo de interés que nuestro coste de financiación. Por lo tanto, subviniendo la totalidad del diferencial entre el riesgo crediticio de España y el de Grecia. Comparando los niveles de CDS de Grecia y de España a un año, vemos que en la actualidad la diferencia entre la calidad crediticia es de aproximadamente 500 puntos básicos (5%). Medida de esta manera, nuestra subvención es de algo menos de 180 millones de euros, alrededor de 4 euros per cápita.
Nos hemos beneficiado por nuestra pertenencia a la UE y a la zona euro. Pero con estas ayudas, ¿compensa nuestra pertenencia? ¿Son los 180 millones de euros implícitos en el diferencial de tasas una cantidad significativa? Ese monto representa un 36% de los beneficios contables que ha disfrutado España por su participación en el capital del Banco Central Europeo.
España ha obtenido unos beneficios de 500 millones de euros por pertenecer al BCE. Desde su creación en 1998, se estableció que los beneficios distribuibles del BCE se repartirían entre los bancos centrales nacionales de los países pertenecientes a la zona euro, al igual de ser éstos responsables de sus pérdidas. El resultado neto de las pérdidas y beneficios obtenidos entre 1998 y 2009 es de más de 6.000 millones de euros. A razón de una participación media en el capital del BCE de aproximadamente un 11%, supone haber obtenido unos beneficios contables (no necesariamente distribuidos) de 500 millones de euros en estos años.
En caso de que la calma retorne a los mercados de deuda soberana, con el préstamo a Grecia, España también compra una rebaja en el coste de su propia deuda. La deuda de los países de la Unión Monetaria posee un seguro implícito contra impagos, lo cual reduce su coste financiero. Los inversores anticipan que en caso de dificultades, el resto de Europa ofrecerá su ayuda a un país en problemas. Así, la ayuda a Grecia valida esta creencia.
Sin embargo, este argumento también esconde un riesgo para España: el riesgo moral. Se trata del fenómeno que acontece cuando se compra un seguro, por el cual la probabilidad de ocurrencia del hecho asegurado aumenta. El motivo se debe a que el asegurado se siente menos incentivado a adoptar medidas preventivas. Traducido a nuestro caso, un bajo nivel de riesgo país, debido al seguro implícito de la deuda, elimina la sensación de necesidad de realizar las reformas que nos alejen de los problemas que sufre Grecia en la actualidad.
En conclusión, si bien la ayuda a Grecia no es excesivamente onerosa en términos monetarios, el verdadero precio puede aparecer a medio plazo, en la forma de ausencia de esfuerzos por reducir el déficit fiscal fruto de una falsa sensación de seguridad.
Rodolfo G. Campos / Dionisio García Píriz. Profesor e investigador del IESE