_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El voto de los funcionarios ingleses

Desde la llegada de los laboristas al poder en 1997, los empleados públicos se han expandido. Hoy, 6,1 millones de personas están en la nómina del Estado, 900.000 más que hace 13 años. Aunque sus salarios no son excelentes, al menos son confortables. La oficina de Estadística calcula que el salario público es mayor que el privado (462 libras a la semana por 451). Además, ha crecido más rápido: un 3,7% contra un 1,8%.

Si añadimos una mayor seguridad en el trabajo y la pensión es fácil comprender el creciente resentimiento en el sector privado. En más de 60 circunscripciones electorales, un tercio de los trabajadores están en el sector. Se entiende que los políticos vean en los funcionarios y sus familias y en los solicitantes de ayudas públicas, una reserva de votos.

El proyecto de presupuestos es un sendero hacia la estabilidad fiscal. Los departamentos preparan ajustes draconianos, aunque los laboristas esperan que nadie se dé mucha cuenta del recorte de 37.000 millones de libras para 2014. Se pueden reducir las ayudas a algunos sectores, aunque apenas resolvería nada. Los recortes en la construcción de colegios o carreteras ayudará, pero el ajuste requiere la congelación del salario, digamos del 5,5%, y la retirada de otros derechos de los empleados públicos. Incluso esto aportaría 15.000 millones, menos de la mitad de lo requerido.

Ningún político se atreverá a admitir que los ajustes en el sector público son inevitables. El debate televisado del 29 de abril fue la única oportunidad de afrontar la realidad antes del voto del 6 de mayo, pero los números son tan horribles que se los han ahorrado a los televidentes. Después de todo, hay una elección, aunque viendo el panorama, es difícil de entender por qué quieren ganarlas.

Neil Collins

Archivado En

_
_