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Negocios

Moda, turismo y espectáculo rentabilizan el bulevar

Las oficinas abandonan la calle y dejan hueco al negocio minorista

Si no tienes qué ponerte esta noche, ahí tienes la Gran Vía. Si la hora de almorzar o cenar te pilla en el centro y quieres comer ya sea de tapas o a mantel puesto, puedes acercarte a Gran Vía. Si tienes que comprar un regalo de última hora, pásate por el bulevar madrileño. La arteria de la capital española nació destinada a agilizar el tráfico de una ciudad emergente, pero se consagró en los años posteriores a su construcción como un polo de desarrollo económico.

"Al principio, quien quería ver cine de estreno tenía que ir a Gran Vía", asegura Salvador Santos, presidente de la Cámara de Comercio de Madrid, quien subraya así cuál fue el primer motor de desarrollo de la avenida. La calle cumplió esa función de meca del cine español y lugar de referencia para todos los preestrenos hasta épocas muy reciente. Asegura que los teatros llegaron posteriormente, debido a la influencia de la revista en otras capitales europeas como Londres y París. Entre los cines más significativos destacan el Palacio de la Música, el Rialto, el Callao y el Capitol, concebido como edificio Carrión.

Sin embargo, a la Gran Vía siempre gustó tocar varios palos. En Nueva York puedes encontrar una zona dedicada solamente a los teatros y a los musicales, y la zona de compras está situada en otra parte de la ciudad. "Por el contrario, aquí tienes los cines y los teatros unidos a las primeras marcas", asegura Santos.

Después del espectáculo llegó el comercio minorista. Los ingresos de divisas comenzaron a entrar en España a través de las tiendas de la arteria madrileña, en especial, los comercios de telas y las joyerías, que hicieron de esta calle la primera milla de oro de la capital. "Cuando no éramos la potencia turística de ahora, eran los turistas que iban a la Gran Vía los que proveían de moneda extranjera", asegura el presidente de la Cámara de Comercio.

Sedes corporativas y almacenes

En los primeros compases del siglo XX fue el escenario donde se ubicaron las sedes de grandes compañías, como Telefónica o las empresas de seguros. Hoy día, las oficinas han dejado paso a los servicios relacionados con el que se ha constituido en el primer cliente de la Gran Vía, el turista.

La calle se ha especializado en un tipo de cliente que huye de las grandes superficies. En ella pueden encontrarse tanto las enseñas más comunes (Inditex, H&M y Mango, entre otras) como establecimientos muy particulares, como La Casa del Libro o la tienda de juguetes clásicos Así. También abundan los restaurantes y los hoteles, que van desde la gama baja (pensiones), hasta la más alta, que ocupa edificios rehabilitados.

Tiendas que no olvidaremos

La Gran Vía se ha ido adaptando con el paso del tiempo a la dictadura de la moda, de los gustos y, sobre todo, de la rentabilidad económica. En los brazos de esta última han perecido algunos de los iconos de esta calle, como los almacenes Madrid-París, SEPU o la mítica tienda de discos Madrid-Rock.Destaca por su actualidad el caso de los cines. La reducción del número de salas en España se ha cebado especialmente con la Gran Vía, que sólo cuenta ahora con tres establecimientos, a pesar de haber tenido más de una decena hace seis o siete años. Algunos de los edificios que los albergaban, como el Palacio de la Música, ahora acogen tiendas de moda; otros se han pasado al musical.Otras víctimas del debe y el haber son los casinos, como Círculo Mercantil, y tiendas de alta costura, como Balenciaga.

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