El nuevo órdago de Steve Jobs
Ha llegado otra hora de la verdad para Steve Jobs. Este fin de semana sale a la venta en Estados Unidos su nuevo invento, el ya mediático iPad de Apple, con el que intentará una vez más conmocionar a la industria y modificar la manera de relacionarse con los ingenios tecnológicos de buena parte de la población mundial. El nuevo dispositivo, que hasta ahora ha pasado por las manos de muy pocos, ya se ha ganado tantos adeptos como escépticos. Sólo el tiempo dirá si la nueva máquina resulta un éxito o se quedará en los cajones, pero la apuesta de Apple es fuerte, sobre todo porque con ella pretende crear una nueva categoría de producto en la que otros han fracasado.
Las primeras cifras conocidas apuntan a que hay muchos usuarios dispuestos a probar el nuevo dispositivo de Apple. Sólo en el primer día de reservas se vendieron 120.000. ¿Mucho o poco? Depende. Como ejemplo, el iPhone vendió 270.000 unidades su primer día en el mercado. Las dudas sobre el iPad se manifiestan en que las previsiones de venta van desde un millón a diez millones sólo en este año.
La compañía de la manzana no deja indiferente a casi nadie con sus anuncios. Sus exitosos iPod e iPhone salieron al mercado acompañados de abundantes críticas. Pero a estas alturas nadie discute que el iPod se ha convertido en el MP3 de referencia en la mayor parte del mundo y que el iPhone ha revolucionado la telefonía móvil. Más aún, prácticamente cualquier smartphone salido al mercado tras el iPhone ha sido presentado como un anti-iPhone.
Se dice que Apple no tiene clientes, sino creyentes. Algo de eso hay, pero sobre todo están los que, aparte de caer en la red de su inteligente marketing, están abiertos a consumir productos innovadores, de calidad y sobre todo útiles. Y éstos se pueden contar en muchas decenas de millones. Alguna razón habrá para que los demás gigantes de este negocio estén tratando de imitar o copiar el invento de Apple.
En este caso, está por ver si el iPad logra dar una vuelta de tuerca más y redefinir de nuevo el concepto de movilidad. Pero en esta ocasión, la máquina se dirige a un mercado en el que ya existen cientos de modelos de ultraportátiles y en el que otras empresas, como Microsoft o HP, ya trataron infructuosamente de introducir los tablet PC similares al iPad, unas pizarras electrónicas que algunos han definido como un iPhone sin teléfono pero con esteroides. Como quiera que sea, el iPad ataca a muchos mercados, algunos aún por definir: servirá igual para navegar por internet, para leer libros electrónicos, para jugar con videojuegos o leer el periódico.
La competencia también ve algo tras la apuesta de Jobs. Los gigantes Microsoft, HP, Sony, Samsung, Toshiba y Asus ya han anunciado la llegada de sus propios tablets.
Detrás de los últimos lanzamientos de Apple aparecen más que simples máquinas electrónicas. Está todo el mundo de los contenidos digitales, al que la industria quiere hincar el diente y que Jobs conoce muy bien, por su vinculación a Pixar y Disney, del que, por cierto, es el principal accionista privado. El iPod llegó acompañado de iTunes, la mayor tienda de música online, y el iPhone, de la App Store, ese gran almacén de aplicaciones y verdadero artífice de la revolución que ha supuesto el móvil de Apple.
También ahora, con el iPad, habrá que analizar la capacidad que desplegará Steve Jobs para negociar acuerdos con proveedores de contenidos, de los que ya tiene cerrados unos cuantos. La pregunta que se hacen muchos expertos es qué capacidad desvelará ahora este mago de la tecnología y el marketing -y no necesariamente por ese orden- para redefinir los estándares de los contenidos en la web y morder una importante porción de la publicidad móvil que vendrá ligada a todo el creciente negocio de la distribución de contenidos online.
Se convierta en éxito universal o no, de momento los mercados han apostado por que el ingenio va a dar nuevas alegrías a Apple. Desde que se anunció el iPad, el pasado 27 de enero, las acciones de la compañía han subido más del 20%, lo que la ha convertido en la tercera empresa de Estados Unidos por capitalización, sólo por detrás de Exxon Mobil y Microsoft. La nueva apuesta de Jobs es todo un órdago, otro más. Y éstos se ganan, pero también se pierden.