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Columna
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Los males de la Premier League

Es un clásico: las instituciones fuertemente endeudadas con el boom no pueden refinanciarse. Los ejecutivos adoptan sofisticadas técnicas financieras para posponer lo inevitable. Fallan desesperadas entradas de socios y, mientras tanto, los empleados-estrella continúan demandado astronómicos salarios.

Pero la institución en cuestión no es Lehman Brothers o Bear Stearns. Es el Portsmouth Football Club, el primer equipo británico de la top league que entra en quiebra. Su caída ha sido rápida. Hace dos años ascendió de la segunda división, pero sus éxitos en el campo no tuvieron equivalente en lo financiero.

Como los bancos de inversión, los equipos son sumamente vulnerables a un crunch financiero. Los propietarios deben endeudarse para ascender a la liga de honor. Los atractivos ingresos televisivos de la Liga Europea de Campeones permiten pagar lucrativas nóminas a las estrellas forzando a los clubes más pequeños a seguir un fuerte ritmo. Y estos costes son difíciles de reducir en tiempos de crisis.

Como los bancos de inversión, hay ganadores y perdedores y el Portsmouth es simbólico. Ha tenido cinco dueños el último año y sus ejecutivos han trampeado sus malos resultados retrasando el pago de impuestos, provocando al fisco británico a solicitar la liquidación del club.

Pero la principal diferencia con la banca de inversión, está en las consecuencias de la quiebra. Es una mala noticia para los acreedores del equipo y puede relegar al club a bajar con certeza de categoría. Pero el club continuará existiendo y podría volver a los días de gloria si sus hinchas siguen apoyándolo. En definitiva, los equipos de fútbol no tienen riesgo sistémico. Simplemente, los gestores del Portsmouth son responsables de una mala gestión.

Peter Thall Larsen

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