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A fondo

Repensando la ortodoxia

El juez Richard Posner no es un economista, pero sí es un intelectual de referencia para la conservadora Escuela de Economía de Chicago. En septiembre, dejó muchas bocas abiertas tras publicar en The New Republic que se había convertido al keynesianismo. Con su posición hizo evidentes las grietas en la ortodoxia económica planteada por Milton Friedman y sus seguidores de Chicago, una escuela creada para plantar alternativas a John Maynard Keynes.

Hace unos días, tres economistas volvieron a dejar a muchos boquiabiertos. Se trata de Olivier Blanchard, analista jefe del FMI, y sus colegas en la institución Giovanni Dell'Ariccia y Paolo Mauro, quienes en un estudio titulado "Repensando la política macroeconómica" plantean que, a la vista de la actual crisis y de cara al futuro, sería conveniente revisar al alza, del 2% al 4% el objetivo de inflación; que es importante que la política fiscal deje el segundo plano que ha tenido en las últimas décadas frente a la monetaria y que se deje de considerar a la regulación financiera como algo macroeconómicamente neutral.

El estudio no refleja las posiciones del Fondo, pero sí la de los tres economistas que explican que antes de la crisis el consenso académico y político era que la inflación "no sólo tenía que ser estable, sino también baja". Esa es la razón por la que la mayoría de los bancos centrales han elegido un objetivo de inflación del 2%. Ahora bien, una vez disipada la ilusión de que se vivía en la era de la "Gran Moderación", el escenario de la actual situación económica les lleva a concluir que el coste de tener un objetivo más elevado puede ser compensado por los beneficios que supone tener más margen para mover los tipos de interés en caso de revés económico.

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Este equipo de economistas concluye que una inflación media mayor, y por tanto unos mayores tipos de interés nominales, podrían haber permitido rebajas más significativas y efectivas de tipos de interés lo que, a su vez, habría reducido el deterioro del PIB y de la situación fiscal.

Blanchard recuerda que si las actuales autoridades monetarias hubieran podido rebajar más los tipos de interés (ahora en torno al 0%), lo habrían hecho y en concreto, en EE UU se tendrían que haber reducido entre un 3% y un 5% más. Es un margen que Ben Bernanke no tuvo. No entra en el caso de la UE, donde en España el efecto de bajada de tipos ha tenido escaso impacto dado que ya eran muy bajos para la inflación del país.

Fiscalidad y regulación

Tras la Gran Depresión, la política fiscal fue "la herramienta central macroeconómica", explican los economistas del Fondo, "pero en las dos últimas décadas ha estado en el asiento trasero". Ahora vuelve a la primera línea porque según Blanchard, Dell'Ariccia y Mauro, la política monetaria ha llegado a su límite y se han revelado positivos los planes de intervención fiscal.

Así pues, consideran que en el futuro debe haber lugar para una política fiscal más activa y además hay que dar alas a una política regulatoria más activa, ya que la monetaria no ha contenido las subidas de precios de los activos ni la creación de burbujas.

En este sentido, plantean la necesidad de que haya medidas "macroprudenciales", que permitan imponer ratios de capital o liquidez por ejemplo entre las instituciones. "Estas medidas deberían ser actualizadas de una forma regular y predecible (semiautomáticamente) para maximizar su efectividad". Los tres expertos admiten que ésta no es la piedra filosofal, pero es más efectivo y directo que gestionar tipos.

El equipo del FMI recuerda que hay momentos en los que los Gobiernos deben usar el gasto público para evitar recesiones, pero advierte que es prioritario recortar deuda cuando las condiciones son favorables para crear "margen fiscal". Para contribuir a la seguridad económica y política, también plantean la necesidad de que los estabilizadores automáticos varíen de forma contracíclica, según condiciones preestablecidas.

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