El cine de animación español sí es rentable
El sector de los dibujos animados apuesta por la exportación como fuente de financiación de proyectos.
La buena salud de la producción audiovisual española es una realidad evidente, sobre todo en materia de animación. España se consolida como el tercer país europeo y el séptimo mundial en esta industria tras una notable evolución que deja un volumen de estrenos anual de tres a cuatro largometrajes. Si bien los resultados en taquilla todavía no son muy altos, se trata de un producto cuyo éxito radica en que es exportable.
El reciente triunfo de la productora Kandor Moon, seleccionada la semana pasada para luchar en la próxima edición de los Oscars en la categoría de mejor cortometraje de animación por la obra La dama y la muerte, ha sido la última muestra de reconocimiento. Personajes como Pocoyó, Bernard o Sally McKay también son españoles, pero hoy los disfrutan niños de todo el mundo.
Los éxitos obtenidos por algunos largometrajes confirman las posibilidades de desarrollo que la industria tiene en nuestro país, pero este segmento lleva tiempo alcanzando datos históricos en lo que se refiere a volumen de producción y, por primera vez, existe una continuidad. Para ello hay que remontarse a 2001, cuando se estrenó la película que marcaría un antes y un después en el panorama del largometraje español: El bosque animado, de la productora gallega Dygra, cuya realización se hizo en 3D por ordenador y que superó el medio millón de espectadores en taquilla. Se demostró entonces que la animación nacional también podía ser rentable.
El segundo hito llegaría en 2003 con el estreno simultáneo de dos largometrajes: El Cid, de la productora Filmax, que se convirtió en la película de animación española más taquillera de la historia por delante incluso de la producida por la gallega, y Los Reyes Magos, una coproducción de Animagic. Dos años más tarde, Dygra estrenó su segundo largometraje, El sueño de una noche de San Juan, que con un presupuesto de seis millones de euros -doblaba al invertido en su anterior trabajo-, se quedó en apenas 200.000 espectadores, lejos de lo obtenido con la primera.
A este respecto, Julio Fernández, presidente de Filmax, reconoce que "con la democratización de la tecnología podemos hacer productos que visualmente se acerquen al nivel de las producciones norteamericanas, porque el perfil de nuestros artistas es muy elevado, tanto que exportamos talento a los mejores estudios del mundo". Y añade: "Nos gusta poner el ejemplo comparativo entre nuestra exitosa Pérez, el ratoncito de tus sueños y la superproducción norteamericana Stuart Little. Ambas se pueden comparar bien ya que integran animación de personajes por ordenador -ratones- con imagen real. La diferencia de presupuesto entre una y otra es de unos 100 millones de dólares y, sin duda, esta dimensión no se refleja en la pantalla", concluye.
"El nuestro es un producto con una alta rentabilidad a largo plazo y hay que conseguir que los inversores lo entiendan para lograr que nos financien. Las inversiones pueden tardar de tres a cinco años en dar beneficios, pero transcurrido ese tiempo pueden estar entre 40 y 50 años rentando", explica José María Castillejo, presidente de la productora Zinkia, responsable del fenómeno Pocoyó.
La venta de derechos internacionales sigue siendo el punto fuerte de la animación española, ya que al contrario de lo que sucede con el cine de imagen real, aquél se vende muy bien en el extranjero. De hecho, la mayoría de las películas están claramente orientadas al mercado internacional, y mucho antes del estreno sus productores se encargan de mover los proyectos fuera de nuestras fronteras. El ejemplo más reciente fue la gran apuesta de la animación española, Planet 51, una superproducción distribuida por Sony, estrenada en Estados Unidos en noviembre pasado y que contó con un presupuesto de 55 millones de euros, y vendida a 170 países. La primera película realizada por el estudio español Ilion tiene como protagonista a un astronauta estadounidense que aterriza en un planeta plagado de alienígenas con un estilo de vida semejante al de la década de los años cincuenta del siglo pasado.
"El mayor lastre sigue siendo el que precisemos llegar a acuerdos de distribución con nuestros grandes competidores, las majors americanas, para estrenos conjuntos en Europa. No existe una distribuidora europea y, por tanto, no somos dueños de nuestro territorio", cuenta Manuel Gómez, director de los estudios Dygra.
La productora más activa sigue siendo Filmax, que en los últimos años ha estrenado tres películas: Nocturna y Donkey Xote ( 2007) y Pérez, el ratoncito de tus sueños 2 (2008), esta última nominada al Goya a la mejor película de animación de este año, que se fallará el próximo 14 de febrero. Le sigue Dygra, con la segunda parte de El bosque animado, que lleva por título El espíritu del bosque (2008). Ambas se han encargado de abrir el camino a otras muchas, cuentan con mayores presupuestos, mayor calidad técnica y mejores campañas de distribución. Entre ellas destacan: Continental con La crisis carnívora (2008); Forma Animada con Misión en Mocland, una aventura superespacial (2008), y Kandor Moon con El lince perdido (2008), que fue premiada el año pasado con el Goya a la mejor película de animación, y la anteriormente mencionada con La dama y la muerte (2009).
La inversión sigue en 'stand by'
La Federación de Animación (Diboos), que engloba a las principales productoras de España, se pronunció a finales del pasado año denunciando las últimas medidas tomadas por el Gobierno en el borrador de la Ley General de la Comunicación Audiovisual, pendiente de aprobación por el Parlamento.Para los profesionales del sector resulta incomprensible que la animación española, aun siendo líder en los canales temáticos de TDT y con éxito en el mercado internacional, incluyendo Estados Unidos, no reciba respaldo económico alguno, siendo un sector productivo, generador de empleo y de valor añadido.La federación justifica su queja apoyándose en el éxito de algunas de sus obras, como Pocoyó, que ha sido vendida a más de cien países, Suckers y Kambú, galardonadas estas últimas como las dos mejores series de comedia y preescolar a nivel mundial en Cannes.Diboos considera que el sector está en un momento crucial y afectado por la crisis, por lo que vuelve a reclamar "que la nueva ley contemple la inversión del 1% de los ingresos de las televisiones en series de animación nacionales".