Problemas de España con el euro
Los costes y salarios españoles son demasiado altos para que muchas de las exportaciones del país puedan competir en los mercados internacionales, tanto dentro como fuera de la zona euro. La devaluación seria una forma fácil de corregir ese desequilibrio -por lo menos por un tiempo- pero España no tiene control sobre el euro.
Sin una devaluación, la mejor manera de equilibrar los costes es que los trabajadores sean más productivos. Pero eso puede llevar años, incluso décadas. A corto plazo, España debe someterse a lo que los economistas llaman una "devaluación interna" -recortes en precios y salarios-. La deflación de los salarios tiene precedentes. Los trabajadores aceptaron recortes en Letonia y en algunas partes del "cinturón industrial" de los Estados Unidos. Las pequeñas empresas de España ya lo están haciendo. Pero la mayoría de los salarios están indexados a la inflación, que en los últimos años ha sido superior al promedio de la UE. La patronal está negociando cambios temporales en los convenios colectivos con los sindicatos españoles, pero incluso en éstos se contemplan pequeños aumentos en los salarios. Es poco probable que sea suficiente.
El país necesita buscar otras formas de mantener los costes laborales totales bajos. La cuña fiscal española -diferencia entre lo que la empresa paga a los trabajadores y lo que reciben- es de alrededor del 38%, según la OCDE. Es más baja que países más productivos como Alemania y Francia, pero por encima de la media de la OCDE. Con un recorte en las contribuciones a la Seguridad Social, quizás los salarios nominales no bajarían mucho. Por supuesto, el Gobierno tendría que compensar la pérdida de ingresos con recortes en el presupuesto.
El problema es que el discurso general del presidente José Luis Rodríguez Zapatero se ha basado en la preservación del status quo para aquellos trabajadores que tienen la suerte de tener un puesto de trabajo.
Eso hace difícil de evitar la forma más dolorosa de deflación de salarios. A los parados se les retribuirá mucho menos cuando finalmente sean contratados. Una fuerza laboral descontenta disminuye el potencial económico del país. Si Zapatero quiere un ejemplo de lo que puede pasar cuando a los trabajadores se les paga de más constantemente, puede hacer un viaje a Detroit.
Fiona Maharg-Bravo