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Columna
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Los bancos europeos se asustan

Los bancos de inversión europeos piensan lo mismo que sus homólogos americanos sobre la norma Volcker del presidente Obama: ni un poquito. Sin embargo, el impacto directo del plan que pretende limitar la especulación de la banca comercial, afectará probablemente poco a las entidades europeas. La mayor amenaza es la postura más dura que posiblemente adopten ahora los políticos.

Obama ha dado hasta ahora pocos detalles sobre la norma Volcker, que limitará la negociación propia y la inversión en hedge funds y en capital riesgo. Sin embargo, algunos cálculos aproximados efectuados por analistas de Credit Suisse sugieren que la norma estadounidense recortaría un 5% los beneficios antes de impuestos de 2010 del Deutsche Bank y un 3% del UBS. Si se aplicara a nivel global, el impacto sería tres veces más grande.

Sin embargo, el efecto sobre los bancos europeos será seguramente más tenue. En primer lugar, la norma Volcker puede ser difícil de aplicar en las operaciones de los bancos extranjeros en Estados Unidos. El plan está diseñado para evitar que los contribuyentes subvencionen las actividades especulativas. No obstante, algunos bancos de inversión europeos tienen incluso acceso indirecto a la "ventana de descuento" con la que la Reserva Federal financia a los bancos.

En segundo lugar, parece poco probable que la norma Volcker se aplique de manera uniforme en todo el mundo. Mientras que Gran Bretaña y Suiza pueden verse tentados a seguir el ejemplo, el resto de Europa posiblemente se resista a desmantelar sus bancos universales.

En tercer lugar, la mayor parte de los bancos de inversión europeos ya recortaron sus negociaciones propias tras el colapso del mercado en otoño de 2008. Deutsche, UBS y Credit Suisse se concentran en negociaciones de menores "flujos" de capital intensivo. Y si la regla Volcker estimula a la actividad comercial a alejarse de Wall Street, los bancos europeos incluso pueden verse beneficiados. Algunos banqueros se frotan las manos ante la perspectiva de que se repita el fenómeno ocasionado por la ley Sarbanes-Oxley, que produjo una salida de empresas extranjeras de Estados Unidos.

Los bancos europeos hasta ahora han resistido los esfuerzos de reforma local, con la esperanza puesta en unos Estados Unidos reacios a las reformas. Ahora que Obama ha enseñado los dientes, están obligados a moverse. Los accionistas de los bancos hacen bien en preocuparse.

Margaret Doyle

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