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Tribuna
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En banca, ¿importa el tamaño o el riesgo?

Joaquin Maudos

A raíz de la crisis que estamos viviendo y, sobre todo, como consecuencia de los efectos negativos que tuvo la quiebra de un gran banco (Lehman Brothers) a finales de 2008, ha renacido el interés en analizar las ventajas e inconvenientes que tiene la existencia de grandes bancos en la economía. La expresión demasiado grande para quebrar (en inglés too big to fail) quiere decir que los grandes bancos tienen una especie de seguro que les permite incrementar su apetito por el riesgo (riesgo moral) porque saben que no se les va a dejar caer por las enormes consecuencias negativas que esto supondría para la economía real.

Una de las lecciones que la actual crisis nos ha enseñado es que la crisis financiera no ha tenido su origen en el excesivo tamaño de algunos bancos, sino en el excesivo riesgo que habían asumido. Los llamados bancos sistémicos (entidades potencialmente generadoras de riesgos sistémicos) no lo son por ser grandes sino por el tipo de actividades que realizan, por los productos con los que trabajan, por su complejidad y opacidad y, en definitiva, por los excesivos riesgos en los que incurren. Obviamente, si esta elevada asunción de riesgos tiene lugar en un gran banco, supone más riesgo para el sistema, pero el origen del riesgo no está en el tamaño sino en el tipo de actividad.

En este momento, no existe un consenso a nivel internacional acerca de la conveniencia de tratar diferencialmente a las entidades más grandes. Quienes sí se han pronunciado a favor de implementar una regulación y supervisión especial para los grandes bancos han sido Estados Unidos y Reino Unido, con medidas como mayores exigencias de capital y liquidez, un diseño de un plan de cierre en caso de quiebra y topes a los niveles de apalancamiento.

Pero frente a estas propuestas surge la cuestión: ¿hemos de penalizar a los grandes bancos por el mero hecho de ser grandes? El origen de alguno de los grandes bancos está en las ganancias de cuota de mercado que han realizado en los últimos años fruto de una gestión eficiente. Por tanto, ¿hemos de exigirles más capital siendo que han hecho las cosas bien? Ello implicaría crear desventajas competitivas para los grandes bancos, lo que acabaría incrementado el coste de la financiación y, en consecuencia, afectando negativamente al crecimiento económico.

Además, la existencia de grandes bancos también tiene ventajas. Por ejemplo, es necesario que existan entidades que operen a nivel internacional y que generen competencia. Su tamaño les permite diversificar geográficamente sus inversiones, lo que redunda en una reducción del riesgo. Además, han aportado financiación y experiencia en el negocio bancario en países en desarrollo (piensen, por ejemplo, en la presencia de los grandes bancos españoles en América Latina).

En mi opinión, el énfasis en los cambios regulatorios debería ponerse en una mejor regulación (y no en más regulación) y en una mayor supervisión. Si el verdadero problema es el riesgo, los cambios deben ir dirigidos hacia una mejor valoración del riesgo, sin que se queden fuera de la medición operaciones fuera de balance, y exigiendo el capital necesario para cubrir ese riesgo. Y por supuesto, eliminando los incentivos a asumir riesgos excesivos con esquemas de retribución vinculados a objetivos a largo plazo. Quizás la solución no sea incrementar el capital (ya que encarece el coste de la financiación) sino aumentar su calidad, armonizando las distintas definiciones de capital para facilitar su comparabilidad a nivel internacional.

En resumen, el problema de los bancos no es el tamaño, sino un elevado riesgo. En consecuencia, ¿hemos de poner restricciones al tamaño? Mi respuesta es que no, aunque hay que crear mecanismos para evitar los efectos externos negativos asociados a la caída de un banco grande. Hemos de desincentivar la excesiva asunción de riesgos. Y si la preocupación es reducir el riesgo sistémico, la vía para lograrlo no es poner trabas al tamaño sino anticipar y vigilar los comportamientos y acontecimientos que generan riesgo sistémico (con medidas como la creación de la Junta Europea de Riesgo Sistémico encargada de la supervisión macroprudencial).

Joaquín Maudos. Investigador del Ivie y Profesor de la Universidad de Valencia

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