La UE reactiva las becas para entrar en China
La oferta para empresarios y autónomos incluye una estancia de 10 meses en el país asiático para familiarizarse con el mercado
Tienen entre 26 y 40 años. Rezuman pasión por los negocios y la cultura asiática. No les da pereza aprender un idioma tan complejo como el chino. Y aunque trabajan para empresas pequeñas, se han lanzado a la aventura en uno de los mercados más agresivos y competitivos del mundo.
A ese perfil responden, a grandes rasgos, los participantes en el Programa de Intercambio y Formación de Directivos UE-China (METP, según sus siglas en inglés) que la Comisión Europea y el Gobierno chino organizan desde 2006. El acuerdo inicial expiraba este año, pero las dos partes han decidido prolongarlo otro más. Y hasta el próximo 7 de enero admiten solicitudes para la quinta promoción (http://www.metp.net.cn).
Más de 300 personas (18 procedentes de España) ya han pasado o están pasando por unos cursos que aspiran a profundizar las relaciones económicas entre los dos continentes. Y a facilitar el acceso al mercado chino a todas las empresas europeas interesadas en abrirse un hueco, con independencia de su tamaño o capacidad económica.
El plazo de inscripción para la nueva convocatoria está abierto hasta el próximo 7 de enero
"Me hubiera ido con o sin permiso de mi empresa, porque era una gran oportunidad", asegura Iratxe Madariaga, de 32 años, que terminó el curso el pasado mes de mayo. Ahora se encuentra en Madrid, tramitando el visado para volverse a Pekín, donde trabaja en E-fortrade, una empresa especializada en servicios low cost en el área de nuevas tecnologías e internacionalización.
Otros, como Pablo Fernández, no han dudado en marcharse y dejar alquilada su vivienda en España para poder pagar la hipoteca. Y en hacer el esfuerzo de compatibilizar estudios y trabajo "a mis 36 años", como bromea por teléfono desde Pekín. Fernández es uno de los dos socios de Kraxoo, una incubadora de proyectos empresariales que abarcan desde la comercialización de café hasta las tecnologías medioambientales.
Madariaga y Fernández también ilustran el reto que la participación en el programa supone para las pequeñas y medianas empresas. Ella cambió de empresa tras su formación en China porque pudo conseguir mejores condiciones salariales y laborales. æpermil;l confiesa que "es muy duro seguir trabajando a distancia" y que los costes de la comunicación se disparan: "Una llamada de 10 minutos a España cuesta 30 euros".
Esas dificultades llevan a Luc Hendricks, de la patronal europea de las pequeñas y medianas empresas (UEAPME, a criticar con dureza el programa. "¿Cuántas pymes pueden permitirse prescindir casi un año de uno de sus directivos o empleados?", se preguntaba Hendricks durante la reciente presentación en Bruselas de la quinta convocatoria del METP. "Además, no tienen garantizado que, a la vuelta, el trabajador vaya a continuar en la empresa".
Hendricks, que reconoce no haber hecho negocios con China, cree que el programa debería acortarse a "tres semanas". Y lamenta que un programa con un presupuesto de 23 millones de euros para cinco años ponga tanto énfasis en la enseñanza del idioma chino.
Franz Jessen, jefe de unidad para China en la Dirección General de Relaciones Exteriores de la Comisión Europea, no comparte el diagnóstico. Con más de 10 años de experiencia como funcionario comunitario en diferentes plazas asiáticas, duda que en tres semanas se pueda abrir brecha en el mercado chino. "Quizá alguien pueda, pero la mayoría no". Jessen recordó, además, que el programa es fruto de años de experiencia y evaluaciones por parte de la Comisión. Y aseguró que "los participantes quedan contentos con el resultado".
Martha Ferro, que participó en la segunda promoción del programa, coincide en que "no se puede ir a China y cerrar un negocio en 15 días. Necesitas ir mucho tiempo y muchas veces para establecer los contactos adecuados".
Pere Torrens, uno de los participantes en la edición actual, define el programa como "una apuesta y una inversión de tiempo". En su caso concreto, "no me arrepiento para nada". Torrens, de 30 años, llevaba dos años en China, trabajando, entre otros lugares, para una entidad financiera española. Pero decidió que había llegado el momento de consolidar sus conocimientos del idioma y de la cultura empresarial local, por lo que presentó la solicitud para la cuarta promoción del METP.
Torrens está convencido de que "si quieres estar en China y tener éxito, es muy importante hablar chino al nivel más alto posible".
Pero el METP no ofrece sólo la oportunidad de perfeccionar el idioma. "Para mí, fue un auténtico manual de supervivencia", resume Frédéric Poncin, consultor belga que terminó el curso el pasado mes de agosto.
Y quizá el principal valor añadido del programa se encuentre en la red de contactos que permite tejer durante 10 meses. "Resultan extremadamente útiles en una cultura donde es tan importante conocer a alguien", señala Stefan Hell, líder del equipo de la Comisión Europea que se encarga en Pekín de la organización del programa. "En China, al menos entre las pymes, se procura hacer negocios con personas que conoces y en las que tienes confianza", añade Madariaga. Torrens matiza, sin embargo, que "cada vez hay más trasparencia". Y recomienda no desconfiar del término wanxi, pues al fin y al cabo se refiere al contacto personal que hace falta en cualquier país para hacer negocios.
La inmersión empresarial y cultural que permite el programa ayuda, precisamente, a desterrar mitos y a asimilar las enormes diferencias entre los modelos de negocio de los dos continentes. "De entrada", comenta Ferro, "los chinos no creen en los cronogramas horario ni en la planificación del tiempo. No porque sean desorganizados, sino porque piensan que la vida va más rápido que el calendario". Poncin evoca también los contrastes internos del país: "Tienes delante tradición y cultura. Y al mismo tiempo, modernidad y evolución muy rápida".
La negociación y las relaciones empresariales tampoco escapan de esas peculiaridades. "La mayoría de las empresas quieren cobrar por adelantado", subraya Madariaga. Y Ferro previene: "En China primero se firma un convenio y a partir de ahí se empieza a negociar". Justo al revés de la costumbre europea. Y los contratos nunca parecen estar cerrados del todo. "El socio puede querer cambiar los términos y empieza una nueva negociación que no estaba prevista", advierte Torrens.
Pero las diferencias y, sobre todo, las carencias de un país emergente como China también pueden convertirse en una oportunidad de negocio. Y los participantes del METP están en primera fila para poder aprovecharlas. Fernández ve hueco en asesoramiento a la internacionalización de las empresas chinas. "Quieren salir, pero no saben cómo", afirma. Y también para mejorar sus procesos internos de funcionamiento, "porque la mayoría son un desastre". Otra área prometedora, a su juicio, es la exportación a China de tecnologías limpias. "Antes de venir, me creía a medias su nuevo compromiso con el medio ambiente. Pero se lo están tomando en serio. Y aquí, cuando habla el Gobierno, todo el mundo se pone en fila".
Las claves. "A la medida del empresario"
Stefan Hell dirige el equipo de 10 personas que organiza en Pekín el METP (Managers and Exchange and Training Programme) de la UE. Tras dos años en el cargo, asegura que el programa ofrece ventajas frente a cualquier otro curso de chino porque "se ha concebido a la medida de las necesidades de los empresarios. Por eso es tan efectivo".Hell -que habla alemán, inglés vietnamita y un poco de tailandés- cree que el conocimiento del idioma local es un instrumento casi imprescindible para hacer negocios en China. "Hace poco, el empresario de una pyme italiana que lleva 10 años en el país me explicó que la clave de su éxito estriba en hablar chino, porque los clientes se fían de él", recordó Hell durante la reciente presentación en Bruselas de la quinta convocatoria del METP.El programa arranca con dos semanas de convivencia en el país asiático entre los participantes chinos y europeos. Un periodo, aseguró Hell, y corroboran los participantes entrevistados, "con una atmósfera muy intensa". Quienes sobreviven, bromeaba Hell, se separan en dos grupos: los chinos van a Europa, a recibir, sobre todo, cursos de gestión. Y los europeos a la University of International Business and Economics de Pekín. Durante siete meses recibirán un curso de chino hasta alcanzar un nivel, según Hall, que les permitirá "impresionar a un socio chino con el conocimiento de su idioma y seguir en esa lengua una reunión de trabajo".La última fase es una estancia de dos meses en alguna empresa china o europea con presencia en aquel país. Y como no podía ser de otro modo en Asia, el curso termina con "un gran, gran evento" de entrega de diplomas.La inscripción y participación en el curso es gratuita para todos los seleccionados. Y durante su estancia en China, los europeos reciben una asignación mensual de 1.000 euros que, según los entrevistados, permite vivir con holgura en Pekín. "El alquiler de un apartamento cuesta unos 350 euros", explica Pablo Fernández, de Kraxoo, que participa la edición actual del METP. Fernández recuerda que "el salario medio en esta ciudad es el equivalente a 400-500 euros". Los forasteros, sin embargo, no suelen conseguir en Pekín precios tan baratos como los locales. Quizá no dominan todavía el arte del regateo.
¿Cómo lograr una plaza?
Organizadores y participantes aseguran que la clave para obtener una plaza en el METP consiste en presentar un plan de negocio viable y a largo plazo que convenza a un comité de selección formado por chinos y europeos. Aunque las bases de la convocatoria piden un currículum académico brillante, los organizadores del METP aseguran que no es imprescindible si el aspirante demuestra su valía como emprendedor.
Las cifras
1.000 euros al mes es la asignación mensual que recibe cada participante en el METP (Managers Exchange Training Program).450 personas participarán en el programa a lo largo de cinco años (se acaba de prolongar uno más).50% de los participantes son mujeres. Un poco más en el caso de China; un poco menos en Europa.