Ostrom y Williamson: las nuevas gafas de San Agustín
El Premio del Banco de Suecia en Economía en memoria de Alfred Nobel de 2008 ha sido otorgado ex aequo a Elinor Ostrom y a Oliver Williamson. Han sido merecedores "por su análisis de la gobernabilidad económica", según rezaba la nota emitida ayer al mediodía. En el caso de Ostrom por su aplicación al problema de los comunes y en el de Williamson, por sus estudios sobre los límites de la empresa. No obstante, es de justicia destacar que las raíces de dichos análisis se encuentran en los estudios de Ronald Coase (Premio Nobel de 1991) y de Douglass C. North (1993). A éste último, se debe el concepto de instituciones, crucial para los desarrollos de Ostrom y Williamson.
Las instituciones son las reglas del juego o más formalmente, limitaciones (que construimos los humanos) para estructurar nuestras relaciones. Aquéllas están constituidas por limitaciones formales (normas, leyes y constituciones), informales (normas de comportamiento, convenciones y códigos auto-impuestos de conducta) y la capacidad para hacerlas cumplir (enforcement). Por eso las instituciones configuran el sistema de incentivos en las relaciones económicas, sociales y políticas. Además, estos incentivos constituyen las reglas del juego de la sociedad.
La analogía con el juego es un buen punto de partida. En el fútbol existe un reglamento escrito y una serie de códigos de conducta, así como una figura con capacidad para imponer cierto comportamiento o sancionar la desviación (árbitro, comités de competición y/o asociaciones de jugadores). Si Roberto obstaculiza a Pedro, se considera falta (institución formal) y es señalada por el árbitro. Si Pedro "cae" pero el juez no lo considera punible, el juego no se interrumpe. Sin embargo, los jugadores pueden pararlo lanzando la pelota fuera del rectángulo de juego y así permitir la entrada de profesionales para atender a Pedro. Esta práctica no figura en ningún reglamento así como la devolución del balón al equipo que ha echado la pelota fuera, aunque suele ser habitual (institución informal). Por esta razón, si no se realiza, el árbitro no puede sancionarlo.
La función principal de las instituciones en la sociedad es reducir la incertidumbre, estableciendo una estructura estable (pero no necesariamente eficiente) para la interacción. Lo bien que funcionen, dependerá de la motivación de los jugadores, la complejidad del entorno y la habilidad para descifrar y ordenar ese entorno.
La principal hipótesis de Oliver Williamson es que el mercado y las empresas deben ser vistos como estructuras de gobernabilidad alternativas que difieren en cómo resuelven los conflictos. Así mientras en los mercados las negociaciones pueden conducir a desacuerdos y disputas difíciles de resolver si no se acude a una autoridad (institución formal y enforcement externo), en las empresas existe el principio de autoridad (institución informal y enforcement interno) a través de la jerarquía y las consecuencias son menores. Por tanto, una conclusión de la teoría de Williamson es que cuanto mayor sea la dependencia mutua de los agentes implicados, mayor es la probabilidad de que estas actividades estén en el seno de la empresa y de esta manera, reducir los costes.
Por su parte, Elinor Ostrom analiza la necesidad de que de la propiedad comunal sea privatizada o regulada por la autoridad central para que funcione de manera eficiente. Después de analizar numerosos casos, la autora concluye que los análisis tradicionales son demasiado estáticos para capturar las complejas instituciones que subyacen en la toma de decisiones y la capacidad de las distintas organizaciones para hacerlas cumplir.
Las dos contribuciones son complementarias pues Williamson se centra en el problema de las actividades no reguladas por contratos o normas legales y Ostrom hace hincapié en la capacidad de hacer cumplir las instituciones. En definitiva, los dos colocan el acento en cómo se recoge la información del entorno para determinar qué es lo que está sucediendo. Todo ello se realiza a través de un determinado prisma. En ese sentido, la información se canaliza a través de unos circuitos preestablecidos, que al igual que en San Agustín era la fe, en Williamson y Ostrom serían las instituciones e ideologías. San Agustín diría Fides quaerens intellectum, o cómo hacer inteligible lo que creemos a través de la fe, lo que Williamson y Ostrom hacen a través de las instituciones.
Josep M. Sayeras. Profesor Titular del Departamento de Economía de ESADE