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Ken Lewis

El hombre que vio su camino en las montañas

Cuando uno está en la cima tiene que hacer lo más difícil, mantenerse, porque una vez allí está claro que el camino que queda por delante es el de descenso. Eso es lo que pudieron evocarle las montañas de Colorado, su lugar de veraneo, a Ken Lewis. El consejero delegado de Bank of America dijo el miércoles a sus empleados con una carta que, tras el verano, rodeado de montañas, normalmente vuelve con energía a su oficina pero esta vez fue diferente. "Este año volví con la total convicción de que los retos más importantes de mi mandato han sido resueltos". Es decir, fin de trayecto. Por eso, ese mismo día este banquero de 62 años presentó su dimisión.

Es el fin de una carrera de 40 años con ocho de ellos en el puesto de mayor responsabilidad. Y lo hizo con un talonario generoso. Lewis ha invertido 130.000 millones de dólares en comprar FleetBoston, MBNA, Lasalle, US Trust, Countrywide y Merrill Lynch.

Todo ello ha convertido a este banco de Carolina del Norte en la mayor entidad financiera por depósitos y activos en el país. A Lewis, nativo de Misisipí e hijo de madre soltera y humildes orígenes, toda esta actividad le llevó a conquistar dos veces el título de "banquero del año" que otroga la revista American Banker.

El problema es que la fiebre compradora no se le pasó ni cuando su país, su base de clientes, empezaba a venirse abajo. El ejercicio pasado cerró, en el fin de semana más difícil para la historia financiera del país (el mismo en el que Lehman quebró), la compra de Merrill Lynch. Entonces fue considerado casi un héroe por permitir que la entidad se mantuviera a flote para el beneficio de un banco poco cercano a Wall Street.

Ahí comenzó el camino de descenso de Lewis porque apenas tardó unos meses en convertirse en un villano acosado política, económica y judicialmente por una compra de la que solo se supo después lo gravosa que era para el grupo. Una operación que obligó a volver a pedir ayuda a los contribuyentes, a los que se les debe 45.000 millones, y en la que abundó el secretismo en temas como la compensación de sus banqueros. Al final, la presión ha sido tan grande que a nadie le extraña la salida de Lewis. El ejecutivo, insiste en que nadie le ha obligado a irse y niega presiones. Es una decisión personal que ha tomado solo, rodeado de montañas.

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