Una solución comercial en Areva
El culto al campeón nacional puede haber llegado sólo hasta aquí. Nicolas Sarkozy se enorgullece de buscar soluciones nacionalistas para los problemas industriales, siempre dispuesto a hacer uso del dinero de los contribuyentes para mantener a las compañías francesas en manos francesas, en suelo francés. Pero la posición del Estado como propietario de Areva puede forzarle a aprobar un resultado comercial en la venta del negocio de distribución de energía del grupo nuclear.
La filial podría aportar entre 3.500 y 4.500 millones de euros, según los analistas. Todo parecía listo para un matrimonio arreglado en el que Areva T&D, tal es su nombre, pasaría a un par de importantes industrias francesas -Alstom, el fabricante de trenes y turbinas, y Schneider Electric, el fabricante de equipamientos eléctricos-. Alstom fue forzado a vender T&D a Areva hace seis años para asegurar que la UE aprobara su rescate.
Pero su particular venta probablemente puede que no ocurra según la tradición francesa. El Estado posee más del 90% de Areva. Así, tiene un fuerte interés en conseguir el mejor precio de cualquier acuerdo. Además, la presidenta ejecutiva de Areva, Anne Lauvergeon, es una vendedora reticente. T&D aporta casi el 40% de los ingresos de Areva, y fue de las divisiones más rentables antes de que empezara la recesión global. El Gobierno está forzando a Lauvergeon a vender la unidad como una manera de pagar una parte de su ambicioso plan de inversiones de 12.000 millones de euros. Pero ha advertido que podría renunciar a la venta si las ofertas no son lo bastante altas.
El consorcio Alstom-Schneider no está en la mejor situación para ofrecer el precio más alto debido a su plan de separar la compañía y compartir los beneficios, reduciendo así las sinergias potenciales. En un irónico giro, los sindicatos de Areva T&D se muestran inclinados hacia cualquiera de los otros dos ofertantes, que planean mantenerla intacta -la estadounidense General Electric, aliada con el grupo de capital riesgo CVC, y la japonesa Toshiba, que posee Westinghouse, rival de Areva-. Si cualquiera de las dos aparece con una oferta rompedora, Sarko no podrá más que aceptarla.
Por Pierre Briançon