Europa da lecciones de gestión a futuros ejecutivos
700 alumnos de un máster ensayan en el Parlamento Europeo el sutil arte de la negociación comunitaria
La media de edad drásticamente reducida. La proporción de mujeres, mucho mayor. Y el francés, como antaño, la lengua más oída en el Parlamento Europeo de Estrasburgo.
El rejuvenecimiento y la transformación fisiológica y lingüística de la Eurocámara duró sólo tres días. Del 7 al 9 de septiembre. Pero permitió a 700 alumnos de la ESCP Europe, una escuela de negocios que se proclama como la más antigua del mundo, familiarizarse con la realidad política y económica de la Unión Europea, así como empaparse con la inmisericorde jerga comunitaria. Pero, tal vez, la enseñanza más duradera para los futuros gestores estribe en el sutil arte del regateo, las contrapartidas y el compromiso, dominado por la UE con una maestría difícil de igualar.
Pascal Morand, director general de ESCP Europe, cree que, gracias a la "experiencia comunitaria" en Estrasburgo, los alumnos podrán entender mejor "los mecanismos de decisión que hay detrás de la mayoría de las normas que se aplican en Europa en el ámbito económico y empresarial". Las jornadas han contado con el apoyo de la æpermil;cole National d'Administration (ENA), uno de los centros educativos más prestigiosos de Europa. Su director, Bernard Boucault, también se pregunta: "¿Cómo se puede dirigir una empresa en Europa sin saber cómo y dónde se ha generado la legislación?".
"Esta lección de consenso les vendrá bien no sólo para entender cómo funciona la UE, sino para incorporarlo a su modelo de dirección", cree Chevalier
La mayoría de los alumnos entrevistados por Cinco Días reconocían que antes del seminario, bautizado como Start@Europe 2009, la estructura de la UE les resultaba bastante ajena. Esa lejanía, sin embargo, no es óbice para que una gran parte de los estudiantes se identifique como europeo. "Nos sentimos europeos de forma natural, porque hemos nacido en un país, estudiamos en otro, tenemos amigos o parejas en un tercero y quizá acabemos trabajando en un cuarto", señala Phillipe Tettenborn, estudiante alemán matriculado en el campus de la ESCP en Madrid.
Pero ese programa les ha dado la oportunidad de conocer en directo las peculiaridades de un sistema legislativo sin parangón en todo el planeta. Y no lo han hecho sólo a nivel teórico. Durante el seminario, los participantes, de 40 nacionalidades distintas, han actuado como miembros del Parlamento Europeo, del Consejo de Ministros de la UE o de la Comisión Europea.
Los alumnos, procedentes de los campus de la ESCP en París, Londres y Madrid, han negociado una directiva para control de la fabricación de sustancias químicas de manera casi tan puntillosa y rebuscada como hicieron en su día los parlamentarios y diplomáticos europeos. Quizá sólo faltó, para añadir realismo a la escenificación, la legión de lobbistas que en la tramitación real cortejó a principios de esta década la directiva Reach (siglas en inglés de la ley para el sector químico) hasta su aprobación final.
Salvo ese detalle, las prácticas han seguido el guión de las complejas negociaciones comunitarias. En las simulaciones participaron también algunos de los ponentes, que en su calidad de funcionarios de las instituciones, velaron para que el proceso no se alejase de la realidad. Uno de ellos, Christian Maurin de Fariña, del secretariado de Conciliación y Codecisión del Parlamento, resumía su impresión del ejercicio: "Se han involucrado mucho. Y han conocido de primera mano cómo se preparan unas leyes que afectan a todos los europeos, con independencia de que sean empresarios, bomberos o comerciantes". Los alumnos, matriculados en el máster de Management Gran Ecole de la ESCP, han comprobado por sí mismos que, en aras del acuerdo, ningún negociador puede despreciar los argumentos del contrario ni aferrarse a los suyos de manera inamovible.
"Esa lección de consenso les vendrá bien no sólo para entender cómo funciona la UE sino también para incorporarla en el futuro a su modelo de dirección", considera Alain Chevalier, director general adjunto de la ESCP para asuntos académicos e internacionales.
Tan particular rentrée del curso escolar sirvió de paso para comprobar que en el Viejo Continente sigue latiendo un modelo empresarial y educativo que, durante los últimos 50 años, parecía condenado a extinguirse bajo la presión de la hegemonía anglosajona.
Los dirigentes de la ESCP, sin negar la importancia ni los valores del modelo estadounidense, reivindican también la viabilidad del europeo. "En Europa hay mucha más libertad, en general", asegura Chevalier. Y recuerda que la herencia cultural de EE UU no procede tanto del Siglo de las Luces como de una emigración anclada en dogmas religiosos. Marianne Conde Salazar, directora del máster European Executive MBA de la ESCP, añade que dentro de las empresas estadounidenses "no hay tanto sentido crítico como en las europeas".
Los aspirantes a ejecutivos o empresarios también aprecian diferencias entre la gestión europea y la de otras zonas del planeta, aunque algunos como Clement Delangue, estudiante francés, cree que no puede hablarse tanto "de un perfil europeo de empresa o ejecutivo, como de puntos en común dentro de la UE".
Para Marianne Freiser, estudiante austriaca, "esos rasgos comunes destacan más en contraste con las empresas de otras zonas". Entre ellos, Tettenborn destaca el hecho de que en la mayoría de las empresas europeas, "la jerarquía no suele ser tan rígida ni hay que decir siempre que sí al jefe".
La impresión de que la gestión europea goza de gran flexibilidad y adaptabilidad también cunde entre los estudiantes extracomunitarios. Aun así, Shi Lei, de China, considera que el país asiático "debe buscar su propio modelo, que no es ni el europeo ni estadounidense".
Las presuntas diferencias pueden trascender incluso el ámbito laboral. "Los asiáticos, por ejemplo, dan más rodeos para abordar una cuestión, mientras que los europeos vamos más directamente al grano", señala Ina Knabjohann, estudiante alemana. "Además, en Europa se separan de manera más clara que en otros lugares del mundo la vida personal y la laboral".
En ese terreno de los contactos personales, María Fernández, estudiante española, recomienda a los colegas y ejecutivos asiáticos que sean "menos retraídos y más abiertos. Que sepan que pueden dirigirse a nosotros sin demasiadas ceremonias o presentaciones".
En cualquier caso, la confianza de organizadores, ponentes y estudiantes en el modelo europeo ni siquiera se resquebraja ante la aparente ventaja que EE UU lleva en la recuperación a la hora de salir de la crisis. "Si supiéramos quién va a salir antes del parón económico actual no estaríamos aquí", bromea Freiser. "Ellos son un sólo país y nosotros 27, así que la toma de decisiones es aquí más lenta", reconoce Pascal Morand, que añade que en Europa "las caídas también son menos bruscas y mantenemos un ritmo medio más acompasado".
Delangue recuerda que la crisis empezó en EE UU, "así que también es normal que salgan antes de ella". Y apunta, no sin cierta ironía, que el liderazgo de EE UU es para lo bueno y lo malo.
Fernández, quizá porque viene de unos de los países europeos más castigados por la crisis, no se muestra tan optimista. "EE UU saldrá antes de la crisis porque allí toman medidas y aquí no, por lo menos, en España".
"El modelo europeo es el más apto para el mundo actual"
Europa lleva cinco décadas recibiendo lecciones de economía del mundo anglosajón. Pero la hecatombe de las subprime ha insuflado optimismo a quienes creen en una vía europea hacia el crecimiento. "La crisis ha mostrado el límite de todos los mercados", asegura Odile Quintin, directora general de Educación y Cultura de la Comisión Europea. Y se muestra convencida de que se trata de una oportunidad para el modelo de gestión empresarial europeo "porque es más apto para un mundo como el actual, globalizado y donde el régimen de empleo va a ser diferente". Quintin recuerda que la llamada flexiguridad laboral se ha desarrollado en Europa, una ecuación entre movilidad privada y protección pública que alivia los rápidos ajustes de la nueva economía.El optimismo de la directora general también se extiende al campo educativo. "Los anglosajones", reconoce, "habían cogido ventaja, sobre todo, en cuanto a los métodos de enseñanza", Pero a su juicio "una escuela europea como ESCP puede ofrecer una enseñanza que combina economía y cultura, toma en cuenta la diversidad del mundo y abarca los diferentes tipos de capitalismo, como el renano y el anglosajón".Quintin ha sido una de las ponentes del programa Start@Europe organizado por la escuela ESCP en el Parlamento Europeo.
Sin miedo a la crisis ni a los rivales asiáticos
Ni ponentes ni alumnos del seminario Start@Europe 2009 celebrado en Estrasburgo parecían amedrentados por la crisis. Tampoco por la presunta superioridad del modelo estadounidense o la amenaza de la competitividad asiática. "Veremos qué pasa en China cuando sus ciudadanos vean cómo se vive en otros lugares del mundo y quieran las mismas condiciones", apuntaba el estudiante italiano Eduardo Castellucci.En cuanto al liderazgo económico y tecnológico estadounidense, algunos participantes en el seminario lo ponían en perspectiva. Pascal Morand, director general de la ESCP, prefiere hablar de modelos de crecimiento diferentes a las dos orillas del Atlántico. "En EE UU" se basa en la ruptura innovadora y en la UE en un incremento progresivo". Bernard Boucault, director de la æpermil;cole National d'Administration (ENA), destacaba que en etapas de expansión "EE UU crece más deprisa, pero Europa amortigua mejor la crisis gracias a la importancia de su sector público".El tono optimista dominó el Parlamento Europeo durante el seminario, pero la semana que viene se reanuda el curso político. Y en el hemiciclo volverán a oírse, muchas veces en inglés, pesimistas augurios sobre la inevitable irrelevancia de Europa en el mundo globalizado."Somos de un país europeo, estudiamos en otro, tenemos pareja en un tercero y quizá trabajemos en un cuarto", dice un estudiante