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Columna
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La cruzada solitaria de Sarkozy

Qué tiene de bueno tener la razón si estás solo? Nicolas Sarkozy quiere que Francia lidere el mundo con el ejemplo restringiendo los bonus a los banqueros. Como de costumbre, el presidente francés está desplegando histrionismos populistas en su última campaña para "moralizar el capitalismo". Pero la verdad es que tiene razón. Ha forzado a los bancos franceses a que acepten un código de conducta, amenazando con modificar los negocios del Gobierno francés si no lo respetan. Pero la de Sarkozy no va a ser más que una batalla perdida hasta que convenza a sus colegas del G-20 de que deben seguir su camino.

El nuevo código sigue la línea de los principios generales acordados en la cumbre del G-20 del pasado mes de abril. El banco francés repartirá los pagos de bonus en tres años, con parte de ellos entregados como acciones. Habrá una cláusula de recuperación para los casos en los que se estropeen los negocios que originariamente generaron los bonus. Es más: los bancos prometen más transparencia para con las cantidades que se pagan como bonus y sobre la manera en que se calcula dicha cifra. Sarkozy incluso ha designado un coordinador que controle a los que más ganan.

Igual que muchos votantes y algunos políticos, Sarkozy está horrorizado con lo que llama "el retorno de los malos hábitos" en el establishment bancario. Quiere poner fin a la era de los riesgos para todos y beneficios para pocos, una de cuyas consecuencias fue que los contribuyentes acabaron pagando la factura de los excesos de los banqueros.

Pero la dura postura de Sarkozy en el tema de los bonus tiene dos riesgos. El primero es que abre la caja de Pandora de las hipocresías, en la que los bancos y sus abogados no tardarán en encontrar maneras de saltarse legalmente las nuevas reglas con el objetivo de retener a los grandes talentos.

El segundo es que otros países, especialmente Reino Unido y EE UU, no están demasiado de acuerdo con la decisión de Francia. La implementación de los acuerdos del G-20 está siendo lenta y la mayoría de Gobiernos se abstienen de legislar en materia de bonus.

Irónicamente, Sarkozy está siguiendo la senda de la regulación en un solo país al mismo tiempo que dice que también quiere impulsar París como centro financiero. En algún momento tendrá que darse cuenta de que no puede hacer ambas cosas al mismo tiempo.

Por Pierre Briançon.

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