Cerco a la evasión fiscal
Bradley Birkenfeld fue condenado el viernes por un juez de Florida a tres años y cuatro meses en la cárcel. El ex empleado de UBS se enfrentaba a una pena de un máximo de cinco años por haber ayudado a algunos clientes americanos a evadir capitales. Quienes luchan contra el fraude esperaban una sentencia más clemente.
Suena contradictorio, pero no lo es.
Birkenfeld, de 44 años, es el ex empleado del UBS suizo que en 2006 se acogió a la ley de protección de delatores para denunciar las actividades del banco y se declaró culpable de colaborar con este fraude. Con sentencias duras se disuade a posibles delatores que pueden ser tan importantes como Birkenfeld, cuya iniciativa fue el primer paso de una acción que ha puesto contra las cuerdas al secreto bancario suizo.
Es algo que se consiguió la semana pasada con un acuerdo entre el Gobierno americano y el helvético mediante el que se logró un compromiso para que UBS proporcione al IRS (Hacienda americana) datos de 4.450 clientes estadounidenses que se sospecha que han evadido capitales.
La recompensa de este ex empleado es el punto más amargo de lo que ha sido una exitosa estrategia del IRS en su campaña contra la evasión fiscal. De hecho, en esta agencia se respira euforia estos días por el resultado de las negociaciones con Suiza ya que su alcance práctico significa que el cerco al fraude fiscal se estrecha.
Conviene echar la vista atrás para observar una jugada que emocionaría al filósofo Jeremy Bentham.
El pasado mes de febrero UBS se avino a pagar a EE UU una multa de 780 millones de dólares tras admitir que algunos de sus banqueros habían ayudado a sus clientes americanos a ocultar dinero al IRS. Además, la entidad proporcionó datos de algunos de sus clientes. Fue Birkenfeld quien ofreció información vital a la Administración americana para tirar del hilo. Pero EE UU no se conformó con eso y pidió datos de más de 50.000 clientes. UBS se negó diciendo que eso era un delito en Suiza.
Coincidiendo con este episodio, el IRS abrió en marzo un periodo voluntario para que quienes hubieran evadido capitales dieran un paso adelante y confesaran. A cambio, se perdonarían las penas de cárcel. Tendrían que pagar multas, atrasos y los intereses pero no habría barrotes.
El plazo para admitir el fraude voluntariamente acaba el 23 de septiembre y el acuerdo con Suiza que abre las bases de datos de UBS es ahora un aliciente importante para todos los que saben que este periodo de clemencia va con ellos. Si un individuo está en la lista suiza, que puede llegar a las manos del IRS después del 23, y no se ha presentado voluntariamente, entonces puede ser enviado a prisión como lo fueron las 2.144 personas acusadas de evasión fiscal en 2008.
Es decir, que da igual que la lista de UBS tenga 1.000 o 50.000 nombres. El hecho de que exista y que se desconozca su contenido es motivo más que suficiente para que muchos defraudadores se presenten ante el IRS en lo que queda de plazo para evitar penas mayores. No es más que una versión de las teorías del utilitarista Bentham quien consideraba que la incertidumbre es un instrumento de disciplina.