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A fondo

La banca de inversión mira al pasado

El desplome de Bear Stearns y su compra por JPMorgan a un precio de risa en febrero del pasado año fue el primer golpe. Luego vino la quiebra de Lehman Brothers en septiembre y la obligación por parte de las autoridades estadounidenses para que los gigantes de banca de inversión Goldman Sachs y Morgan Stanley obtuviesen ficha bancaria para operar como banca comercial y poder captar depósitos de los clientes. La banca de inversión está cambiando y su futuro es aún incierto.

Se trata de una banca de riesgo, de una banca que juega con la volatilidad de los mercados y que en la actualidad constituye una pata más de los negocios financieros de la mayor parte de los bancos generalistas, para muchos, poniendo en peligro los ahorros de millones de clientes, a través de los depósitos.

Parece que esto es algo que ha vuelto a preocupar a los supervisores de los mercados. Esta misma semana el presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Julio Segura, señalaba los peligros que puede suponer para las entidades sus negocios bursátiles y advirtió de la necesidad de establecer ciertos límites legales entre las actividades de banca comercial y las de inversión realizada por las entidades financieras.

Ya en 1933, en plena Gran Depresión, la Ley Glass-Steagall prohibió en Estados Unidos que cualquier banco comercial se comprometiera en actividades bancarias de inversión. Fue un hito histórico que se abolió definitivamente en 1999. Y vuelta a los orígenes.

Los expertos han puesto de manifiesto el importante conflicto de intereses existente entre los servicios de inversión y los de banca tradicional. "Los depósitos de los clientes representan casi la mitad del pasivo de las entidades de crédito. Si estos bancos pueden operar en los mercados financieros por cuenta propia, sin restricción alguna, quiere decir que comprometen recursos ajenos garantizados por el Estado y no sus recursos propios.

Es razonable pensar en establecer límites legales a esta práctica y desandar en parte el camino andado en EE UU cuando se derogó la Ley Glass-Steagall", señaló el presidente de la CNMV.

Si resulta necesario y positivo este tipo de regulación todavía no está claro, pero en lo que parecen estar de acuerdo todos los jugadores es en que supondría volver al pasad.

Para la banca española, una de las que ha permanecido más a salvo del huracán financiero internacional, este nuevo modelo no tendría una repercusión importante puesto que sus áreas de inversión son muy pequeñas en comparación con su división de banca comercial, su corazón y lo que les ha salvado de la hecatombe.

Sin embargo, muchas entidades financieras han optado durante los últimos año, y con el consentimiento del supervisor, por ir creando sinergias y acercando las distintas áreas de su negocio, como la banca de inversión y la banca corporativa. Citigroup es, en España, uno de los bancos que ha elegido este camino y que ha unido sus áreas corporativas y de inversión, dirigidas por Manuel Falcó.

Este modelo permite a las entidades asesorar a sus clientes en sus inversiones y a la vez darles financiación. ¿Habrá que decirle adiós?

Para muchos, y ahora que la crisis de los mercados ha vuelto a poner en riesgo los depósitos de los ahorradores, es el momento de actuar. Sin embargo, la solución pasaría más por una mejor regulación, y no tanto por un cambio de modelo ni por retroceder en términos de libertad de actuación para las entidades financieras, aseguran fuentes del sector.

Con o sin separación de negocios, con o sin nueva regulación, la banca de inversión vive un momento crítico en el que los expertos aseguran que muchos modelos tendrán que reinventarse, fundamentalmente, para recuperar la confianza de los clientes y del mercado en general. "Llevará su tiempo", señalan fuentes financieras.

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