Una política de I+D que avanza a dos velocidades
España, en el furgón de cola de los inversores europeos, debe luchar por un programa que impulse la innovación y la competitividad.
El desplome de la construcción y el deterioro de la actividad en los servicios, que suponen el 66% del PIB, han puesto de manifiesto los escasos avances de la economía española en materia de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) y, por lo tanto, las dificultades para que estas actividades propicien un cambio en el modelo de crecimiento productivo, tal y como demandan el Gobierno y la oposición. En 2007, último año disponible, la inversión española alcanzó los 13.342 millones de euros, lo que supone un 1,27% del PIB, prácticamente la mitad de la media registrada en los países de la zona euro. De ese porcentaje, casi la mitad sigue proviniendo de fondos públicos.
Pero no es el único país en esta situación. Europa corre a dos velocidades en materia de I+D+i: por un lado, Alemania, Reino Unido y los países nórdicos, con una fuerte inversión anual que oscila entre el 2% y el 3% del PIB, y en el otro, un conjunto de países, como Italia, Grecia, España o Portugal, con una inversión que apenas supera el 1%. En este escenario, ¿qué papel pueden jugar los parlamentarios europeos para cerrar la diferencia entre la UE respecto a EE UU o Japón, en primer término, y posteriormente entre vecinos europeos?
La primera brecha se está corrigiendo, aunque de forma muy gradual. Aunque la inversión media de la zona euro todavía no llega al 2%, ya está más cerca de la media estadounidense (2,6% del PIB) o de Japón (3,3%). La diferencia entre países es un capítulo más complejo. Juan Mulet, director general de la Fundación Cotec, en la que participan como patronos las empresas más inversoras en I+D de España, asegura que el principal aspecto por el que tendrán que luchar los parlamentarios españoles en Estrasburgo será el de dotar de contenido y presupuesto al Programa de Innovación y Competitividad (PIC), que ha sido aprobado para favorecer precisamente a los países que más retraso tienen en este capítulo. "La única manera de influir que tienen es defender aquellos capítulos que para España son interesantes, como el PIC, que intenta compensar a aquellos países que no están tan avanzados tecnológicamente y que, por lo tanto, no se han podido beneficiar con las ingentes cantidades de dinero que se han destinado a los programas marco", señala.
España invierte la mitad de la media de la zona euro y el sector público tiene aún un peso muy elevado
Desde la puesta en marcha del primer programa en 1984, los principales beneficiados han sido, en su opinión, Reino Unido y Alemania, que fueron los que más porfiaron por lograr un programa adecuado a sus características, ante la fuerte inyección económica que recibiría la agricultura francesa a través de las ayudas de la Política Agraria Común. "Estos programas nacieron para intentar recortar las diferencias entre EE UU y la UE y para ello se centraron en la investigación precompetitiva, aquella que se hacía a largo plazo y que por lo tanto no podía ser sufragada por las empresas", recalca. La ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, aprovechará la presidencia europea en el primer semestre de 2010 para intensificar las negociaciones con el objetivo de crear un fondo específico en I+D para economías que, como España, han hecho un gran esfuerzo, pero todavía no han alcanzado un desarrollo pleno.
Una patente por cada 24 de Alemania
Las políticas en I+D de un gran número de países han estado centradas en el gasto. Ahora, muchos de ellos han dado un paso más y centran todas sus estrategias a corto plazo en la eficacia del gasto y en el retorno. Un buen termómetro para medirlos es la presentación de patentes, en el que España también presenta un fuerte retraso frente a otros países. Según los últimos datos de la Comisión Europea, correspondientes a 2007, España presentó 1.093 solicitudes de patentes, frente a las 24.867 de Alemania, las 8.010 de Francia o las 4.721 de Reino Unido. Aún más lejos queda si se mide respecto a EE UU, que presenta 34 patentes por cada española.Pero, sin embargo, el indicador que mejor mide el rendimiento económico que se obtiene es el número de patentes por cada millón de dólares invertido. España figura en la posición decimoctava, con 0,27 patentes, muy por detrás de sus socios europeos.La primera en la clasificación es Corea del Sur, con 5,08 patentes por millón de dólares invertido, seguida por Japón (3,37) y Nueva Zelanda (1,82). EE UU ocupa la décima posición (0,72).