La gran omisión, el mercado laboral
En su discurso durante el debate del estado de la nación, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, partió de un diagnóstico demasiado sintético de las debilidades de la economía española, que no explícita algunos aspectos que están detrás de sus desequilibrios, y que son caldo de cultivo que agrava en España la crisis financiera: el insuficiente ahorro para financiar la formación de capital, la precaria inversión en capital humano y tecnológico, el escaso desarrollo de ramas industriales y terciarias avanzadas, la vulnerabilidad del modelo energético o el déficit de gobernanza.
En la llamativa disertación de Zapatero sobre el estado de la economía se percibe la música de la Estrategia de Lisboa y del Plan de Recuperación de la UE (noviembre de 2008), enfatizando la necesidad de un nuevo modelo económico sostenible desde una triple perspectiva económica, social y medioambiental. Para ello, se propone iniciar la transición hacia un nuevo modelo productivo basado en el conocimiento, impulsando ramas avanzadas (TIC, ramas de la salud, farmacia, biotecnología, asistencia a los mayores, economía verde, etcétera) y ramas tradicionales con futuro (turismo, automoción, ingeniería civil, finanzas, moda y textil e industria cultural).
En línea con la Estrategia de Lisboa, el discurso presidencial enfatizó la importancia de mejorar, a través de reformas, el entorno económico e institucional del dinamismo empresarial. Entre las reformas propuestas destacan las referidas a la educación (para reducir el fracaso escolar, fortalecer la formación profesional, dotar de más medios materiales el proceso educativo y financiar becas para universitarios en paro). En el terreno fiscal, llama la atención la reducción de la fiscalidad directa sólo a pequeñas empresas y autónomos, al propio tiempo que se anuncian medidas de austeridad en el gasto público corriente, para no dificultar la consolidación fiscal a largo plazo de las finanzas públicas. También destacan las propuestas para el cambio de modelo del mercado de la vivienda, potenciando el segmento en alquiler (muy reducido en España respecto de la UE). Escasas e insuficientes, en cambio, son las referencias a reformas que fomenten la competencia en los servicios o reduzcan las cargas administrativas sobre la actividad económica, aspectos claves de un entorno empresarial estimulante.
Pero la omisión más evidente del discurso tiene que ver con el mercado laboral. Zapatero, refugiado en el diálogo social, parece ignorar el carácter dual del espectacular crecimiento del paro español, concentrado en los trabajadores con contrato temporal. Frente al dualismo del mercado laboral español merecerían mayor atención las buenas prácticas laborales de países nórdicos en la línea de la flexiguridad (políticas laborales activas, seguro de desempleo suficiente y coste de despido no disuasorio a la creación de nuevo empleo).
El discurso terminó con una llamada al consenso entre agentes institucionales, políticos, empresariales y sindicales, en la línea europea de la mejor gobernanza. Pero habrá que mejorar ésta para evitar que se repita lo sucedido con el Plan Nacional de Reformas de 2005, que también planteó importantes reformas de cara al cambio del modelo productivo sin demasiado éxito.
José Ramón de Espínola. Director del Departamento de Economía de la Universidad Pontificia Comillas-ICAI-Icade