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Columna
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Alternativas para Chrysler

Los prestamistas de Chrysler han puesto al Gobierno de EE UU en evidencia. Se han ofrecido a aceptar suscribir el 35% a cambio del 40% de la compañía. También quieren capital, no simplemente tecnología del supuesto socio industrial de Chrysler, el fabricante de automóviles italiano Fiat. Esta propuesta está a kilómetros de lo que el zar del automóvil de EE UU, Steve Rattner, había sugerido -un 85% de recorte y no participación en el capital-.

Rattner tiene nueve días para decidir qué hacer, antes de la fecha tope dada para que Chrysler reestructure sus deudas. Se enfrenta a un menú difícil de digerir.

Podría intentar forzar a Chrysler a acceder. Pero esto podría quebrar la confianza en el mercado de préstamos garantizados y minar el gran número de programas de Washington dirigidos a mantener el flujo de préstamos. Tal movimiento es improbable -el Gobierno aparentemente consideró y rechazó esta aproximación hace meses-.

Podría hacer oídos sordos a la oferta o lanzar una contraoferta apenas mejorada. Pero algo similar a la oferta original del Gobierno no es probable que haga ceder a los acreedores. Estos creen que podrían recuperar 65 centavos recurriendo al Capítulo 11, o incluso a la liquidación.

Una línea tan dura podría conducir a la presentación de la bancarrota, y una avalancha de pérdidas de empleo en el corazón del Partido Demócrata en el Medio Oeste.

Rattner podría dar marcha atrás en su oferta inicial y negociar con los acreedores. Pero correría el riesgo de mostrar debilidad en las negociaciones de mayor importancia del rival de Chrysler, General Motors. Los acreedores de GM se lo podrían tomar en serio y endurecer su posición.

Si el punto de partida de la primera reestructuración de Chrysler fue disputar un partido de béisbol de prueba para animar a los accionistas de GM a adherirse, Rattner ha hecho ya su elección: Chrysler se dirige hacia el tribunal de bancarrotas. Si no, su táctica de negociación a la baja puede haber fracasado.

Por Antony Currie.

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