Formar para gestionar el talento
La crisis económica ha hecho saltar las alarmas a los departamentos de recursos humanos de las empresas, y es que no es para menos. La gestión del talento de los empleados se ha convertido en un asunto prioritario y aspecto clave de cualquier estrategia empresarial. Las compañías tienen la obligación de redoblar esfuerzos para conocer y saber retener el talento de sus empleados, pese a las actuales condiciones de los mercados y quizá precisamente por eso.
La gestión del talento afecta a diversos aspectos de los recursos humanos que van desde la selección a la compensación y, por supuesto, a la formación. Diseñar una estrategia que en cada fase promueva y consiga la retención del talento es fundamental en el desarrollo del negocio, al aportar beneficios evidentes por reducción de costes y aumento de productividad. En el nuevo panorama que se dibujará tras la salida de la crisis, será la productividad, junto con la competitividad, dos pilares clave para poder hacer frente a los retos del mercado. De hecho, es ahora imprescindible asumir ambos aspectos como imprescindibles para superar la coyuntura económica. La formación continua tiene una singular importancia en todo el proceso, y es ahí donde las empresas deben realizar un mayor esfuerzo para obtener mejores niveles de competencia con el fortalecimiento, e incluso creación, de un nicho creciente de talento interno.
Todos los climas económicos pueden proporcionar a las compañías oportunidades de negocio que incluyen la exploración de nuevos mercados o el desarrollo de productos y servicios. Lograr el éxito en estas tareas puede requerir la contratación de talento, pero sobre todo el diseño y desarrollo de programas de formación para profesionales ya integrados en la plantilla. La formación continua es uno de los medios de los que disponen las empresas para que el nivel de competencias de las personas integradas en la organización y los equipos de trabajo estén al nivel de las exigencias del mercado, sobre todo en el nuevo escenario, tras la presente situación económica.
Perder talento supone sin duda perder capacidad de competir y posibilidades de desarrollo de nuevos negocios. Intentar después recuperarlo es tarea difícil y costosa. Es por ello que una adecuada gestión del talento supone un activo indispensable para las empresas. Invertir en políticas de formación e incitar a los empleados a que desarrollen su talento aporta ventajas competitivas. Unos adecuados programas de formación posibilitan a los empleados expandir sus capacidades y crecer en la organización, a la vez que se correlacionan con una elevada satisfacción y capacidad para desarrollar, potenciar y retener el talento. Además contribuyen a la progresiva motivación y fidelización de las personas. Las compañías inteligentes aprovechan incluso los periodos de crisis para potenciar la formación, mejorar su talento interno y resurgir así más fuertes.
Javier Díez Sourroulle. Consejero delegado de Hedima