Estímulo de EE UU
Una disposición del plan de estímulo de EE UU permite a las compañías reducir la deuda a través del intercambio de -deuda por deuda- o -deuda por swaps- sin tener que hacer frente de manera inmediata a la enorme carga de impuestos que supone. El cambio podría alterar los pros y contras de la bancarrota para, por ejemplo, el capital riesgo, y alentar las reestructuraciones fuera del restrictivo Capítulo 11 de la protección contra la quiebra.
La nueva y temporal suspensión de cualquier carga de impuestos no ayuda demasiado a las compañías cuya historia de pérdidas les ha dejado con créditos fiscales inutilizados, como General Motors. Pero podría ser un gran negocio para las compañías rentables, pero excesivamente apalancadas, como aquellas que tienen en su accionariado al capital riesgo.
Tomemos el ejemplo de Harrah's, el operador de casinos. Las firmas TPG y Apollo Group adquirieron la compañía por 31.000 millones de dólares en enero de 2008 en una compra apalancada. La caída del consumo y la sobrecapacidad en Las Vegas mostraron que la compañía no podía hacer frente a la deuda asociada. Un intercambio de deuda en diciembre redujo la deuda en 1.000 millones, pero eso no fue de ningún modo suficiente. La compañía está buscando ahora otro swap. Station Casinos, otra empresa controlada por capital riesgo, está atravesando dificultades similares.
Previamente, estos grupos tuvieron que escoger entre reducir la deuda a través de un intercambio y pagar el impuesto asociado -esencialmente impuestos sobre una cantidad equivalente al monto en que se reduce la deuda- o entre que se les aplicase el Capítulo 11 de la protección contra la quiebra, permitiéndoles así, entre otras cosas, recortar la deuda sin coste alguno en impuestos. El problema es que la bancarrota es cara y pesada. Además, la mayoría de los propietarios de deuda no quieren gestionar compañías. Por tanto, sería sensato que la Administración Obama fomentase de esta manera las reestructuraciones fuera de la quiebra.
No obstante, la medida podría incrementar también las posibilidades de que los ejecutivos lancen órdagos. Por ejemplo, una compañía al borde de la insolvencia podría intentar intercambiar deuda subordinada de cierto riesgo por una cantidad menor de deuda sénior, reduciendo así el apalancamiento y aportando un beneficio libre de impuestos. Acciones como éstas, si resultan exitosas, podrían empezar a cambiar los cálculos de los prestamistas, acostumbrados a más control sobre las reestructuraciones. Parece ser que los beneficiarios serán los accionistas, los cuales obtendrán nuevas maneras de evitar llevar las compañías al borde del precipicio. Por Robert Cyran