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Viaje

De copas por Dublín

Los cálidos pubs irlandeses, que luchan por mantener su esencia, son una gran excusa para una visita otoñal a la ciudad del Liffey.

La cerveza, uno de los placeres de Dublín
La cerveza, uno de los placeres de DublínReuters

El otoño invita a la reflexión, incluso a la filosofía barata; sobre todo si se lleva encima unas cuantas pintas de cerveza. Por cierto, ¿no se han preguntado porqué las puertas de Dublín tienen esos colores rabiosos, todos distintos? Dicen las malas lenguas que era la forma de que los parroquianos más cargados fueran capaces de reconocer la suya, al regresar del pub. Los pubs irlandeses: una paradoja planetaria, según los puristas. El mundo mundial se llena de pubs irlandeses, pero estos se vacían de su verdadera sustancia, incluso en Dublín.

æpermil;sa es al menos la controversia, aireada estos días por un libro de Turtle Bunbury (The Irish Pub, Thames & Hudson). La prohibición de fumar en los bares, el acoso a los conductores bebidos y los cheques sustanciosos a los dueños de céntricos pubs (y de sus respectivos solares) son la causa, según el autor, de que esos lugares ya no sean lo que eran, y se llenen de pantallas de plasma con partidos de fútbol y música estridente; son 'a seriously scarce species', una especie en extinción. De ahí la campaña para salvar a los héroes resistentes. Tan hermosos e inmutables como The Long Hall, The Swan Bar o el más antiguo de todos: The Brazen Head, que aguanta en el barrio vikingo desde el año 1198. Y que está, curiosamente, a sólo unos pasos de una de las más graves instituciones del país: la fábrica de cerveza Guinness de St. James's Gate.

Esta fábrica es el sueño de un jovenzuelo con visión de futuro. Arthur Guinness firmó en 1759 un contrato de arrendamiento de cuatro acres por ¡9000 años! El solar ha ido creciendo, ocupa ahora 50 acres (unas 20 Ha) y es la segunda planta cervecera más grande del mundo (después de la de Budweiser, en Illinois). Y, desde luego, lo más visitado de Dublín, desde que hace ocho años se convirtiera un depósito de 1904 en una atracción turística.

Sus siete plantas de hierro y cristal (el primer rascacielos que se levantaba en este extremo de Europa, siguiendo la arquitectura de la Escuela de Chicago) son algo más que un museo, y sirven además de para ilustrar los métodos cerveceros, para conocer la historia reciente de Irlanda. Téngase en cuenta que la familia Guinness ha sido una especie de gobierno en la sombra que ha hecho más por los vecinos de Dublín que los políticos, así que los vecinos preferían invertir su dinero en cerveza, mejor que en impuestos, eso dicen.

Las cifras con que aturden al visitante son de récord: la fábrica consume ocho millones de litros de agua al día (de su propio manantial), actualmente se consumen al año diez millones de jarras de Guinness en más de 150 países, etc. Son datos sorprendentes, y no debe extrañar, pues, que al director general de Guinness en los años cincuenta, sir Hugh Beaver, se le ocurriera recopilar un libro de datos curiosos y chocantes, para solventar con fundamento los debates nocturnos que podían plantearse en los más de 80.000 bares y pubs de Irlanda y Gran Bretaña: El - ya no pertenece al imperio Guinness; cuando se vendió la cabecera, en 2001, la publicación se traducía a 38 idiomas y se vendía en 77 países. Digno de entrar en ese libro, desde luego, es el barrio dublinés de Temple Bar, donde se concentra el mayor número de pubs y restaurantes, no sólo de Dublín, sino de todo el país. Un buen lugar para apuestas delirantes y discusiones bizantinas (que el libro puede solventar), y olvidarse un poco de todo. Menos del color de la puerta de la propia casa.

Guía para el viajero

Cómo ir. La compañía irlandesa Aer Lingus (902 502 737, www.aerlingus.com) ofrece varios vuelos diarios a Dublín desde Madrid y Barcelona. También hay varias frecuencias semanales desde Alicante, Bilbao, Lanzarote, Málaga, Palma de Mallorca, Santiago o Tenerife.Alojarse. Un lugar muy recomendable es el Fitzwilliam Hotel (St. Stephen's Green, +353 1 478 7000, www.fitzwilliamhotel.com), está muy céntrico (al lado de Grafton Street, la calle peatonal de compras), decorado con gusto y su cocina es extraordinaria, lo mismo que los canapés y cócteles del bar. Una curiosidad: está pegado a Dandelin, un enorme y veterano bar donde, en los años 80, tocaba gratis U2 para los clientes.Comer. Chapter One (18 Parnell Square, +353 1 873 2266, www.chapteronerestaurant. com) está en los bajos del Museo de los Escritores, tiene una estrella Michelin (algo generosa) y cenas tempranas que llaman menú pre-theatre para que dé tiempo a ir luego al teatro. En el barrio de Temple Bar, Gallagher's Boxty House (21 Temple Bar, +353 1 677 2762, www.boxtyhouse.ie) ofrece comida típica y ambiente muy irish. Votado como el mejor restaurante de comida irlandesa por los oyentes de la BBC.

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