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Hacia un nuevo orden financiero

Islandia naufraga en la tormenta financiera

La huida de capitales quiebra el sistema bancario islandés y deja el país sin apenas reservas de divisas.

Tenemos abundancia de energía limpia, y la utilizaremos así como los otros recursos que tenemos: el océano y el capital humano'. Así se expresaba la semana pasada Geir Haarde, primer ministro de Islandia, país número uno del mundo en desarrollo humano en 2007 según la ONU. El terremoto financiero de las últimas semanas ha sido especialmente cruel en el Atlántico Norte. La Bolsa de Reikiavik, suspendida desde el jueves, reabrió ayer con una caída del 77% -sin apenas volumen de negocio-, arrastrada por la corona islandesa. El intento del Gobierno, la semana pasada, de sostener un tipo de cambio fijo contra el euro aguantó dos días, y ayer el mercado no tenía referencias de tipo de cambio al no cruzarse operaciones en coronas.

'No hay divisas para pagar las importaciones', declaraba a Bloomberg el responsable de la Federación Islandesa de Comercio y Servicios. Sin moneda extranjera, la pequeña isla volcánica de 300.000 habitantes teme no poder importar los bienes que no produce, entre ellos la mayor parte de la comida. Excepto pescado.

'Es un ejemplo claro de crisis cambiaria de tercera generación, con crisis bancaria incluida y socialización de deuda. ... El euro y el dólar tienen un prestador de última instancia; el BCE y la Fed pueden inyectar liquidez. En Argentina en 2001 e Islandia el banco central sólo se preocupaba de frenar la depreciación de la divisa y tenía que subir los tipos', explica José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney.

Los problemas empezaron en 2006, y tienen su origen, como suele pasar, en los excesos de otros días. Cuando los tipos de interés estaban en el 2% en Europa y el 1% en EE UU, Islandia ofrecía rentabilidades del 9% y una calificación AAA. Era la época del carry trade: pedir dinero donde es barato e invertirlo donde es más rentable. Una tentación para un mundo plagado de hedge funds.

La afluencia de capitales fue aprovechada por los bancos del país para llevar a cabo una agresiva expansión en crédito, interior y exterior. Con dinero casi caído del cielo, entre 2002 y 2005 Islandia crecía en el entorno del 6%, la corona se apreció un 60% y el índice Icex subió como la espuma. Pero el maná también condujo a enormes desequilibrios: el déficit comercial alcanzó un 25% del PIB a finales del año pasado, y la deuda externa neta es del 840% de la producción, según Credit Suisse. La inflación en agosto alcanzó el 14,5%. La fuga de capitales empezó en 2006, cuando el diferencial de tipos de interés empezó a estrecharse y Fitch alertó del excesivo endeudamiento de los bancos islandeses y de una 'burbuja crediticia'. Aquel año la divisa cayó el 20%, y el banco central inició las subidas de tipos para frenar la sangría. Ahora el tipo de interés está al 15,5% y no hay euros ni dólares en Islandia. Algunos economistas predicen caídas del PIB del 10% el próximo año, y los bancos han sido nacionalizados.

El Reino Unido llegó a aplicar la legislación contra el terrorismo para embargar los activos de la filial británica del Landsbanki, cuya quiebra bloqueó los ahorros de 300.000 británicos, algunos ayuntamientos incluidos. Y el 14% de la deuda total de las familias islandesas está denominada en divisas. Según datos del banco central, el valor en coronas de una hipoteca media contraída en yenes y francos suizos -un carry trade de andar por casa, apetecible cuando el tipo de interés local es del 15%- habría crecido un 78% desde enero.

'Es un caso paradigmático de huida de capitales; ya pasó en Asia en 1997, que provocó la devaluación de las divisas, se cerraron mercados y quebraron bancos', explica Robert Tornabell, profesor de Esade. 'La corona no tiene protección; o tienes 500.000 millones de dólares en reservas e ingresos recurrentes por petróleo como Noruega, o tienes detrás un BCE tienes un paraguas. Si no, el sistema está al descubierto', añade. El 1997 el FMI acudió en ayuda de los países asiáticos. El Gobierno ya ha pedido ayuda, tanto del FMI como a otros países nórdicos, y negocia una inyección de capital ruso de 4.000 millones.

Algunos de los desequilibrios que sufre Islandia, como el déficit exterior, un crecimiento muy prolongado por encima de tendencia, bajas tasas de ahorro o una inflación elevada, son compartidos por España. 'Debemos dar gracias cada mañana por haber entrado en el euro', apunta Díez. Tornabell coincide: 'Habría sido un desplome, una caída en picado de la divisa ... Islandia pone de manifiesto que tenemos una gran suerte de estar en el euro'.

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