¿Depósitos, ahora más y mejor garantizados?
Hace algunas semanas un conocido me comentaba que pensaba distribuir sus ahorros en varias cuentas con distintas entidades financieras para diversificar el riesgo bancario y me insistía en hacer yo lo mismo. En su momento le tomé por loco y catastrofista, pero cada día que pasa noto cómo ese sentimiento se generaliza ante el aumento de la incertidumbre de los mercados financieros, y es que las crisis ya no entienden de fronteras. Con tanta desconfianza entre los ahorradores, nunca antes habíamos tenido la sensación de que el lugar más seguro para nuestro dinero es el colchón de casa.
Ante este panorama, el mensaje al ahorrador desde Gobiernos e instituciones debía ser contundente, pero además uniforme en el marco de la UE, como sucedió el lunes, para contrarrestar algunas medidas unilaterales de Estados miembros que podrían provocar fugas y movimientos de capitales. Así, los ministros de Economía de la zona euro acordaron, pendiente de ratificación por los Veintisiete, elevar la garantía mínima de los depósitos en caso de quiebra bancaria en la UE a 50.000 euros desde los 20.000 euros anteriores. Todo a fin de transmitir confianza y contribuir a la estabilidad financiera.
Recordemos que, en España, tanto ahorradores como inversores disponen de mecanismos de protección y salvaguarda. El sistema español de garantía de depósitos, a través de sus tres Fondos de Garantía de Depósitos (FGD), garantiza a los clientes que tienen sus ahorros (depósitos dinerarios y en valores) en cajas, bancos y entidades de crédito, que en caso de quiebra o concurso de éstos, se recuperará hasta un máximo de 100.000 euros (frente a los 20.000 euros anteriormente vigentes) por entidad y titular, conforme a las últimas medidas anunciadas por el presidente del Gobierno. Si se tratara de entidades de crédito comunitarias, la garantía de los depósitos y valores quedaría cubierta por su país de origen. Los FGD también refuerzan la solvencia y funcionamiento de las entidades de crédito. Finalmente, tampoco olvidemos que en caso de quiebra de sociedades de valores, agencias de valores y sociedades gestoras de carteras, los clientes también están cubiertos por el Fondo General de Garantía de Inversiones (Fogain), conforme al Real Decreto 948/2001, sobre sistemas de indemnización de los inversores.
En España se acaba de elevar el umbral a 100.000 euros. Esto significa que cada titular puede recuperar hasta 100.000 euros por entidad. Por comparar con otros Estados miembros, en Reino Unido se garantiza hasta un máximo de 50.000 libras por entidad financiera. En Francia, son 70.000 euros. No obstante, parece que otros países como Alemania, Dinamarca, Austria, Suecia, Portugal o Grecia podrían asegurar ahora la totalidad. En EE UU, el importe garantizado es de 250.000 dólares. En Irlanda parece ser que se ha llegado a asegurar de forma ilimitada todas las cuentas de seis entidades durante dos años. Otra cuestión es la inmediatez en la recepción de estas compensaciones, ya que en muchos casos los ahorradores tardarían meses en recibir estos importes garantizados. En España, en general, serían tres meses.
Hasta ahí todo muy loable y nuestros políticos siempre atentos a las necesidades de los ciudadanos. La pregunta es quién paga esta cuenta. De momento, serán las propias entidades financieras las que deberán incrementar sus contribuciones a estos fondos de garantía y precisamente en el peor momento para ellas. No se pone en duda que nuestro sistema financiero esté saneado por cuanto se nos dice que sus entidades no han participado en operaciones con productos tóxicos (concepto financiero indeterminado). Asimismo, está debidamente regulado y supervisado, bien por el Banco de España o la CNMV. No obstante, sus niveles de endeudamiento son muy altos y la sed de liquidez del sistema es difícil de saciar en momentos donde impera la ley seca en los mercados.
Parece más que estamos ante un órdago con tal de transmitir confianza. No podía asumirse el riesgo que el ahorrador comenzara a retirar sus depósitos de las entidades. El objetivo final es claro: que no suceda ninguna quiebra bancaria y, por tanto, así no será necesario recurrir a las garantías de depósitos. Planteamiento brillante, si no fuera porque lo afirmaba ayer la presidenta de turno de Ecofin. Pensemos en lo peor, como decía mi abuela, en caso de darse algún caso de quiebra -que no sería único sino en cascada-, muy probablemente no habría fondos suficientes para hacer frente a estos desembolsos comprometidos y las economías se verían seriamente afectadas durante años.
Por ello, en otros países de nuestro entorno han preferido nacionalizar el banco en cuestión (de momento paga el contribuyente) o pactar la venta a un tercero antes de que entrara en acción el sistema de garantía de depósitos y así evitar el efecto dominó de quiebras bancarias ante una desconfianza general en el sistema financiero.
En definitiva, con estas medidas nuestro dinero está algo más protegido mientras el sistema financiero aguante. La clave es mantener la confianza de los ahorradores, pero sin duda también entre entidades financieras. Y si éstas no confían entre sí por qué tanto esfuerzo en que lo hagamos los ahorradores.
Íñigo de Luisa. Socio de Cuatrecasas Londres