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Columna
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El largo y tortuoso camino de Abertis

Los legisladores de Pensilvania se tienen que estar dando de cabezazos. Gracias a su titubeo, la oferta del sector privado de 12.800 millones de dólares para operar la Autopista de Pensilvania durante 75 años ha resbalado entre sus dedos. El fracaso de la asamblea estatal para votar la propuesta permitió al consorcio, encabezado por Abertis, alejarse del acuerdo. No es una buena señal para otros negocios de infraestructuras en EE UU.

Los políticos pararon el acuerdo parcialmente ante la sospecha de que una compañía extranjera hizo una oferta a la baja. Pero si hubo alguna duda acerca del precio -resultado de una subasta- antes de la última confusión financiera, se debieron haberse esfumado desde entonces. Abertis y sus socios, Citigroup Infraestructuras y La Caixa, estuvieron bombeado más capital y aceptando retornos más bajos que en un típico acuerdo de gestión de peajes. La deuda de 8.500 millones de dólares que soportaban tenía un alto riesgo de refinanciación, particularmente para La Caixa. El banco estaba atado a los tipos desde mayo de este año y está probablemente dando gracias al cielo por los reacios legisladores de Pensilvania.

Con los mercados de deuda atascados, es poco probable que Pensilvania vea otra oferta como ésta. Por supuesto, muchos grandes acuerdos de infraestructuras en el mundo están sometidos a los caprichos políticos. Pero que este grupo de legisladores de EE UU no reuniera el voto para un gran bote de oro no es buena señal para otros Estados que esperan fondos del sector privado para mejorar las obsoletas infraestructuras. Esto es especialmente cierto cuando Estados y municipios se enfrentan a presiones en sus presupuestos debido a la estrechez de la economía y del mercado de la vivienda.

Sólo unas pocas autopistas se han vendido o dejado a los intereses privados en los últimos años, incluyendo algunas grandes en Indiana y Chicago, que cedió su aeropuerto de Midway para Citi por 2.500 millones de dólares. El pragmático alcalde Richard Daley dijo que era un buen precio dado el 'estrés' en los mercados de crédito.

Para los inversores en infraestructura, pujar por aquellos proyectos puede costar decenas de millones de dólares y meses de gestión. En verdad, no hay escasez de fondos de infraestructura buscando inversiones, pero la estrechez de los mercados de crédito tiene algo apagado su entusiasmo. El último episodio en Pensilvania podría apagarlo incluso más.

Por Fiona Marhag-Bravo

Bancos europeos en crisis

Los bancos continentales europeos parecían inmunes, pero el tsunami que se inició en EE UU y recorrió Reino Unido ha explotado sobre ellos. Desde Copenhague a Reikiavik, los Gobiernos han apuntalado bancos con suscripciones de créditos y garantizando depósitos. Con el empeoramiento del crash crediticio y el aumento de la morosidad, cada vez más bancos europeos han tenido que aumentar capital o fusionarse.Para afrontarlo, la posición de los bancos europeos parece a simple vista razonable. Citigroup estima que la media del ratio de capital Tier 1 es del 7%. Pero los balances han crecido en el último año y el capital inmovilizado ha caído -el porcentaje sobre activos se ha reducido del 3% al 2,7%-. La preocupación por el saneamiento de su capital causó que el precio de Unicredit cayera un 20% en 24 horas.No parece, pues, que un aparentemente blindado ratio Tier 1 haya servido de mucho. En la reciente hecatombe bancaria, el ratio de Dexia era el 11,2%, el de Fortis el 8%, y el de Hypo Real Estate del 6,4%. Al igual que Northern Rock, HBOS y Bradford & Bingley en el Reino Unido, y Glitnir en Islandia, la sequía crediticia ha contribuido a aumentar las dificultades de todos ellos. Los tipos del Libor se han disparado a récords altísimos.Pero las condiciones económicas están también aportando su cuota de culpa. El rápido crecimiento en los países bálticos, por ejemplo, está clamando por su final. El Swedbank y el SEB, ambos muy expuestos a estas economías, esperan que sus fallidos se incrementen fuertemente.En España, los bancos encaran una de las mayores caídas inmobiliarias de Europa. Si el crecimiento de su morosidad alcanzase los niveles de 1993, según Morgan Stanley, los resultados de la banca mediana podría verse seriamente afectados. El ratio de préstamos sobre depósitos de la banca española es del 180%, muy superior a la media europea.El temor a la combinación de un capital inadecuado, escasez de liquidez y morosidad se ha extendido entre la banca comercial. Irlanda ha garantizado los depósitos y el Reino Unido planea aumentar los límites de protección. Será difícil que en Europa no haya que acudir a más aumentos de capital -posiblemente aportados por los Gobiernos- y a más nacionalizaciones antes de que las aguas se calmen.Por Michael Prest

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