Buscando un suelo
La evolución de los beneficios empresariales determinará la dirección de las Bolsas
Uno de los mantras de la industria de inversión y en particular de la gestión de activos es el asset allocation o distribución de activos, que básicamente consiste en construir carteras de inversión compuestas por los diferentes tipos de activos existentes en el mercado en proporciones variables con el objeto de conseguir unos objetivos y resultados determinados.
Sin duda, el asunto es capital ya que a lo largo de una vida de inversión el factor más determinante en el resultado final será el acierto que se haya tenido a la hora de distribuir los diferentes tipos de activos según las circunstancias de los mercados en cada momento. En el caso de los fondos de pensiones en particular la necesidad de construir asset allocations sólidas que busquen maximizar las rentabilidades pero con un estricto control del riesgo es fundamental. Los fondos de pensiones de contribución definida crecientemente van ganando importancia y la capacidad de las carteras de inversión para lograr hacer frente y ajustarse a los pasivos de los mismos se tornará un asunto crítico en los próximos años cuando el volumen de cobro de prestaciones se eleve fuertemente desde los bajos niveles actuales.
Dentro del asset allocation se suele distinguir entre la estratégica y la táctica, siendo la primera el pilar de mayor estabilidad sobre el que se asienta la inversión y la segunda aquélla que busca realizar pequeños y rápidos ajustes para adaptarse a las cambiantes circunstancias de mercado. Pues bien, las dos últimas semanas han sido testigos de un verdadero torbellino que seguramente tiene a los gestores tácticos al borde del colapso.
El asunto clave planteado por un buen número de analistas y gestores es si los mínimos tocados el pasado 17 de septiembre, seguidos por el fenomenal rebote un día después tras el anuncio del macro plan de salvamento de Wall Street, hayan podido representar el suelo del presente mercado bajista o bien al menos la última fase del mismo. Aquellos que lanzaron las campanas al vuelo basan sus opiniones en diferentes factores como que el plan supone el rescate final y necesario de todos los activos crediticios contaminados, que las prohibiciones de operar a corto frenarán el efecto dominó en numerosos valores, etc.
El plan ha estado pendiente de aprobación, lo que ha puesto nervioso al mercado en el último par de días. Sin embargo, algunas escaramuzas políticas en Estados Unidos aparte - totalmente comprensibles en el periodo electoral que se encuentran en aquel país - es difícil prever que no termine aprobándose, ya que la economía global se juega mucho en el envite. El movimiento del Gobierno y regulador americanos es sin duda positivo y muy diferente a lo que se presenció durante la crisis del 29 y con la que algunos han querido comparar la presente.
Ahora existen dudas más que plausibles de que ni el crédito ni los beneficios empresariales, verdaderos motores de los mercados financieros, vayan a recuperarse durante bastante tiempo. En el primer caso es difícil imaginar a las entidades financieras concediendo crédito de manera fluida entre sí y a las empresas hasta que existan signos claros de que el ciclo inmobiliario ha tocado suelo.
Por otro lado, especialmente el panorama de los beneficios empresariales, el factor más decisivo sobre los precios bursátiles, se antoja poco halagüeño para los próximos trimestres. El informe de Thomson Reuters publicado la semana pasada que recoge el consenso de las expectativas de beneficios empresariales por parte de los brókeres confirma este punto. En las próximas semanas publicarán resultados del tercer trimestre una gran cantidad de compañías pertenecientes al S&P 500. Actualmente, el consenso de analistas nos dice que el conjunto de beneficios para las empresas pertenecientes a dicho índice bajará un ligero 0,3%. De estar acertados en sus previsiones ésta sería la primera vez que se registra descenso de beneficios durante cinco trimestres consecutivos, sólo comparable al periodo que se extiende desde el primer trimestre del año 2001 al segundo trimestre del año 2002.
Lo peor sin embargo es que a primeros de abril el consenso de analistas nos hablaba de un crecimiento de beneficios agregado para las compañías en el índice del 17,3% y sólo hace menos de tres meses (a primeros de julio) todavía esperaban un crecimiento de beneficios del 12,6%. Además de confirmar una vez más la apreciación histórica de que los analistas tienden a ser demasiado optimistas durante periodos bajistas (el sesgo contrario sucede durante periodos alcistas), los datos situarían en una situación delicada a las famosas valoraciones.
Sin duda, existen diferencias muy importantes entre sectores y compañías individuales pero no es muy aventurado pensar que el último trimestre de este ejercicio nos pueda traer otro trimestre de beneficios decrecientes. En ese contexto es difícil ver una recuperación de los precios en los próximos meses.
Juan Manuel Vicente es director de análisis de Lipper
Análisis: Distribuir la renta variable
¦bull; Una distribución de activos estratégica no puede permitirse eliminar la renta variable en su totalidad de la cartera, pero sí la puede y debe reducir significativamente en un periodo de tensiones como el actual.¦bull; No sólo se quedan ahí las actuaciones, sino que dentro de la porción de renta variable debe sobre ponderarse aquellos sectores y regiones que mejor puedan preservar el capital invertido.¦bull; Como se observa en el gráfico central de esta página la renta variable estadounidense ha aguantado mejor las turbulencias, algo consistente con el perfil y observaciones históricas de este activo.