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Columna
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Lo caro que cuesta hablar

El gigante francés de la electricidad, æpermil;lectricité de France, ha puesto un pie en Gran Bretaña con la adquisición de British Energy. Sin embargo, sufrió un revés la semana pasada en Estados Unidos cuando Warren Buffett no dejó escapar a su reciente socio, Constellation Energy, por 4.700 millones de dólares, menos de la mitad de lo que la empresa valía hace tan solo un mes.

Es probable que EDF haya concentrado demasiado sus esfuerzos en territorio británico cuando la gestión de Constellation necesitó 1.000 millones de dólares de repente.

Junto a los inversores de los fondos de capital riesgo KKR y TPG, acordaron negociar una oferta un 30% más elevada que la de Buffett. Sin embargo, el Oráculo de Omaha llegó antes con el dinero y ganó el premio.

El problema más urgente es devolver la calma al intebancario pare evitar nuevas quiebras

EDF había comprado el 10% de Constellation después de asociarse con un grupo de estadounidenses, en julio de 2007. Una joint venture entre ambas firmas construirá cuatro reactores en Estados Unidos utilizando la tecnología de EDF, proyecto que no se completará hasta 2015. El deseo de proteger esos proyectos está taponando una posible contraoferta. Los franceses pueden verse auxiliados por ciertos accionistas de Constellation, quienes planean entablar una demanda por la depreciación de la oferta.

Incluso después de gastarse 15.000 millones de euros en British Energy, EDF estaba en disposición de abalanzarse sobre Constellation. La legislación impide presentar una opa por el total, pero el grupo francés podría elevar su participación hasta acaparar una tercera parte de la compañía a cambio de 1.000 millones de euros.

EDF tiene razones más que suficientes para sentirse molesto porque Buffett comprara sus acciones al precio actual. Con la herida ya curada, el grupo francés ha corroborado que las cosas tampoco han cambiado demasiado.

Por duro que parezca, ¿por qué Buffett debería renunciar a lo firmado con EDF? Ha inscrito su figura en la energía nuclear sin estar vinculado a ninguno de los competidores de la francesa EDF.

Olvídese de la oferta. Lo mejor que EDF puede hacer ahora es empezar a hablar con Buffett.

Por Pierre Briançon

Paranoia justificada

La semana pasada la Reserva Federal, con la asistencia del Banco de Inglaterra, el BCE y otros bancos centrales, inyectaron 123.000 millones de euros a los mercados de fondos monetarios donde los bancos comerciales se nutren para sus operaciones diarias. Los dólares fueron bombeados desde Fráncfort a Japón, mientras China recortaba tipos de interés. Pero la extensa marea monetaria extendida por todo el globo no ha remansado las aguas.Los mercados de fondos monetarios continúan volátiles y muy caros, creando serios problemas de liquidez para los bancos -y las compañías que se financias a través de ellos-. Mientras que Congreso americano reflexiona la propuesta -defectuosa- de la inyección de 700.000 millones de dólares (475.000 millones de euros), crecen los peligros para el sistema financiero internacional.Las inyecciones de dinero han contribuido a aliviar los mercados interbancarios a un día. Pero el precio de los fondos a largo plazo se ha disparado. Tanto en el dólar como en la libra, el gap de 1,5 puntos porcentuales entre el tipo del interbancario a tres meses y el tipo oficial del dinero es el más elevado desde que estalló la crisis. Así, los sufridores de las inyecciones tienen que pagar altos precios por pequeñas cantidades de fondos limpios y los bancos por limpiarlos.Tiene su intríngulis. Esta clase de problemas de dinero puede reducir los préstamos de los bancos, y ralentizar la economía. Pero lo que es más urgente, los bancos quiebran cuando se seca la liquidez. Mientras continúen las suspicacias mutuas entre bancos, se corre un riesgo más peligroso: nuevos colapsos bancarios. La quiebra de Lehman Brothers confirma que la paranoia bancaria está justificada. Las necesidades de liquidez de las entidades pueden llegar a ser desesperadas y las autoridades se volverán más reacias a responder.Como en ocasiones anteriores, los bancos centrales están preparados para reaccionar ante los altos precios del dinero inyectando más liquidez para periodos más largos. El compromiso atará aun más a las autoridades monetarias con los balances de los bancos; pero lo verdaderamente necesario es reducir los temores. Hay grandes debilidades en el plan Paulson, que ofrece 700.000 millones de dólares de ayudas públicas; pero lo cierto es que se precisa desesperadamente alguna medida que tranquilice a los mercado.Por Ian Campbell

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