Miedo al estancamiento económico
La preocupación por la inflación pasa a un segundo plano tras la fuerte corrección del precio de las materias primas.
La inflación no está controlada pero se está mitigando', comentó el viernes Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal. Esta percepción empieza a calar en el mercado. En un contexto económico aún muy incierto y con la crisis crediticia sin esclarecerse, el peor de los escenarios pierde fuerza. A medida que la desaceleración económica se hace cada vez más evidente, la reciente relajación del precio de las materias primas alivia tensiones inflacionistas. Se abre así una ventana de aire fresco al desbloquearse la posibilidad de futuras bajadas de tipos de interés, algo impensable a comienzos del verano.
Bernanke reconoció que la caída reciente de las materias primas, un dólar estable y la desaceleración deberían mitigar la inflación para finales de año, al tiempo que advirtió que actuará si los precios no se moderan. Y es que el rebote del petróleo esta semana ha sido un toque de atención a pesar de que el viernes volvió a retomar la senda bajista.
'Hasta ahora la preocupación por la inflación ha dominado. En los próximos seis meses la inquietud por el crecimiento va a imperar', resume Stewart Robertson, economista de Morley Fund.
El debate acaba de empezar. El estancamiento económico preocupa cada vez más y se esperan meses complicados en los mercados hasta que no se esclarezca si la inflación realmente ha tocado techo. De momento, los datos son nefastos. Los precios subieron el 5,6% en julio en EE UU, mientras que en la zona euro el IPC se situó en el 4%. Esta misma semana se conoció también que los precios industriales en EE UU registraron en julio el mayor incremento desde 1981 al crecer un 9,8% en tasa interanual. 'Ahora mismo es muy fácil ser pesimista porque los indicadores van con retraso y no reflejan la caída de las materias primas. Es muy probable que la inflación alcanzara niveles máximos en julio y agosto en EE UU, Europa y Japón', explica Richard Dingwall, economista jefe de Scottish Widows. 'A final de año debería verse una relajación de la inflación y esto debería continuar en 2009, especialmente si el precio del petróleo sigue alejándose de los máximos del año. Al mismo tiempo las comparaciones año a año resultarán cada vez más favorables y la creciente reducción de la capacidad de fijación de precios debería ayudar a mitigar los datos de inflación', añade.
Un escenario que, de confirmarse, alejaría la temida combinación de estancamiento económico con inflación, al tiempo que abriría el margen de maniobra de los bancos centrales.
El mercado, pese a todo, sigue muy cauto, como ha reflejado la creciente volatilidad. Es consciente de que las presiones inflacionistas no desaparecerán de un plumazo. Seguirán muy presentes este año por lo menos hasta que no se aclare si la inflación de alimentos y energía se está extendiendo al resto de la economía. 'Es pronto para dejar de preocuparse. La inflación subyacente -la que excluye alimentos y energía- tardará más en remitir y retrasará las bajadas de tipos', explica David Shairp, vicepresidente de JPMorgan. Las cifras, por lo menos, aún no son preocupantes con la inflación subyacente por debajo del 2% en la zona euro y en el 2,5% en EE UU. Así, la mayoría de los expertos ahora ya sí descarta la posibilidad de subidas de tipos de interés, algo que no se veía con tanta claridad hace unos meses.
El deterioro económico se hace cada vez evidente. La zona euro y Japón se encuentran al borde de la recesión. El PIB de la zona euro cayó el 0,2%. Al mismo tiempo, el PIB de la potencia nipona decreció un 0,6%.
'Los indicadores sugieren más problemas para la zona euro. La producción industrial está débil, las ventas minoristas se resienten, los indicadores de industria y servicios se están contrayendo, las exportaciones pierden fuelle y el mercado laboral se debilita', añade Moody's Economy.com. Todo indica que en los próximos seis u ocho meses la actividad económica sufrirá un importante parón, de ahí que el mercado haya girado su atención hacia unas perspectivas de crecimiento cada vez más débiles. La buena noticia es que con la desaceleración, las presiones inflacionistas, ya mitigadas por la corrección de los precios de las materias primas, pierden más intensidad, abriendo la posibilidad de bajadas de tipos de interés el próximo ejercicio, actuaciones que deberían facilitar la recuperación.
'Ahora la política económica pasa del riesgo de inflación al de crecimiento pero los bancos centrales no van a ablandar su mensaje hasta que los indicadores de inflación reflejen alivio', advierte José Manuel Pazos, de IGF. Una idea que comparten otros analistas. 'El único mandato del BCE es el control de la inflación. Por eso mantendrá un discurso duro hasta que la desaceleración económica sea evidente', añaden Moody'sEconomy.com. 'Es importante vigilar la inflación de salarios. El BCE teme que aumente porque ya hay indicios', añade Robertson.
En EE UU el escenario es algo diferente gracias a las medidas adoptadas para atajar la crisis crediticia. La agresividad de la Reserva Federal, al bajar los tipos desde el 5,25% del pasado agosto al 2%, unido a las medidas fiscales han surtido efecto. 'EE UU vio un crecimiento razonable en el segundo trimestre -1,9%- gracias al empujón del estímulo fiscal. Sin embargo, pensamos que esa inyección ya se ha agotado', añade Sarah Arkle, jefe de inversiones de Threadneedle. En las últimas semanas, de hecho, han crecido las voces que pronostican que EE UU no podrá escapar de la recesión.
El problema es que si bien los riesgos sobre el crecimiento son cada vez más evidentes con la crisis financiera todavía en primer plano, también pueden empeorar. Un fuerte debilitamiento del consumo, un rebote de los precios energéticos o la pasividad de los bancos centrales pueden actuar como freno a la recuperación, recuerda Dingwall.
Los riesgos sobre la inflación tampoco han desaparecido. Aún no se puede descartar un escenario de inflación sin crecimiento, aunque cada vez se aleja más. Los mercados tendrán que anticipar si veremos la esperada desaceleración con menores presiones inflacionistas o si finalmente la balanza se decantará por el tercer escenario posible: la recesión. De momento las estimaciones apuntan a un crecimiento entre el 1,2% y 1,3% para EE UU en 2008 y algo menor en 2009. Para Europa rondan el 1,4%. 'Los mercados son demasiado pesimistas ahora que la caída del petróleo da algo más de alivio', dice Florence Pisani, economista de Dexia AM. El tiempo dirá.
TIPOS HIPOTECARIOS
El mercado inmobiliario en EE UU no se estabiliza en parte por los problemas de Fannie Mae y Freddie Mac. Si dejan de aceptar préstamos la situación se agravará e impedirá que los tipos hipotecarios caigan del 6,4%. Empezaron el año en el 4,6%.
Los temidos efectos de la segunda ronda
Uno de los principales quebraderos de cabeza de los bancos centrales en los últimos meses ha estado precisamente en luchar contra las expectativas de inflación y los efectos de segunda ronda.Esta semana Richard Fisher, el presidente de la Reserva Federal de Dallas, incidió en este aspecto al recordar que los tipos en EE UU están demasiado bajos con una presión en los precios que se está extendiendo de los alimentos y energía al resto de la economía. 'Hasta que tengamos un sentido claro de lo que prevalecerá, los responsables de política monetaria deben permanecer dispuestos a actuar si la desaceleración no logra contener las presiones inflacionistas'.El mercado, de momento, no espera que EE UU suba los tipos hasta finales de 2009. En Europa, por contra, se prevén bajadas hasta el entorno de 3,5% el próximo ejercicio. En el corto plazo la evolución de los costes laborales y la inflación subyacente serán los principales aspectos a vigilar.
Un horizonte nada despejado
Los riesgos detrás de la caída del gasto en inversiónEl mercado lleva ya un año lidiando con la crisis suprime y los efectos de la restricción crediticia se hacen cada vez más evidentes. El crecimiento se ha resentido y con las crecientes dificultades que afrontan las empresas para obtener préstamos los riesgos aumentan. La caída de los pedidos duraderos en Europa es un síntoma de que las cosas pueden empeorar. 'Si las empresas continúan reduciendo el gasto en inversión, el empleo puede caer y el crecimiento peligrará aún más', avisa Florence Pisani, economista de Dexia AM.La doble lectura detrás de la recuperación del dólarLa recuperación reciente del dólar y la consiguiente debilidad del euro tiene una doble lectura en los mercados. Las empresas exportadoras europeas están de enhorabuena. La mayor competitividad de sus productos en el exterior ayudará a mitigar la desaceleración económica mundial. EE UU también se beneficia porque un dólar demasiado débil tampoco eran buenas noticias, como se han encargado de reiterar las autoridades estadounidenses recientemente. En los últimos años la caída del dólar le ha servido a EE UU para reducir el déficit y fomentar las exportaciones, pero su debilidad extrema empezaba a cuestionar el papel del dólar como moneda reserva, lo que suponía una amenaza al mermar la confianza de los inversores, disparar la prima de riesgo y presionar los tipos de interés al alza. 'En el pasado un dólar más fuerte ha generado más volatilidad. Estos años los excedentes que llegaban de Asia fomentaron la liquidez y resultaron buenos para el crecimiento y el mercado. Veremos si ahora no ocurre lo contrario', añade David Shairp, de JPMorgan.Beneficios empresariales demasiado optimistasEl camino que tomará el ciclo empresarial es una de las principales incógnitas que afrontan los inversores. Apenas hay claridad sobre lo que depararán los beneficios empresariales en los próximos meses. El consenso de mercado aún apuesta por un incremento de los beneficios del 17% pero aún está por ver si se puede conseguir. JPMorgan recuerda que históricamente en épocas de desaceleración económica los beneficios empresariales han caído a una tasa anual media del 30%.Estímulo fiscalEE UU podría actuar de nuevo con otro paquete de medidas fiscales si la situación se agrava. Europa tiene las manos atadas. El margen de maniobra de las grandes potencias es prácticamente inexistente ya, incluida España.