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Tribuna
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SPAC, el banquillo de la Bolsa

Los SPAC representan una alternativa a caballo entre el capital riesgo y la inversión bursátil, subraya la autora, que analiza las características de este nuevo vehículo financiero. En su opinión, su crecimiento se verá ralentizado por culpa de la crisis 'subprime'

Las Bolsas y el capital riesgo son dos mundos diferentes que ofrecen más de una complementariedad. Conocedores de ello, los mercados de valores norteamericanos, líderes mundiales en la innovación financiera, lanzaron a comienzos de este siglo, en el año 2003, un nuevo producto financiero, denominado formalmente empresa en crecimiento, aunque se suelan denominar SPAC (Special Purpose Adquisition Company). A modo de sparring para las Bolsas, en 2007 supusieron el 26,8% de las salidas a Bolsa en dichos mercados, con un tamaño medio de 75 millones de dólares. Hasta el momento se han contabilizado unas 170 operaciones de este tipo, la mayoría de ellas en Estados Unidos (10 en Europa).

Los SPAC representan una alternativa a caballo entre el capital riesgo y la inversión bursátil. Estos vehículos salen a cotizar poco después de realizar la captación de activos y para garantizar su estabilidad, colocan el capital en renta fija pública a corto plazo mientras encuentran empresas interesantes, pero requieren de inversores capaces de confiar un cheque en blanco al equipo gestor.

Los SPAC son vehículos de inversión, fondos carcasa cotizados sin actividad (operaciones en cartera) en la antesala del parqué, que pasarán a cotizar en el momento que compren empresas. Hay quien los denomina 'salidas a Bolsa por la puerta trasera'.

Las principales protecciones del accionista de este tipo de vehículos son: al menos el 80% de los fondos reunidos permanecen aislados hasta materializar las compras; toda compra requiere del beneplácito de los inversores, y si en un plazo razonable (generalmente 18 meses) no se realizan compras, al menos el 80% de los fondos son reembolsados a los inversores.

Para los mercados financieros, con la parrilla de salida convaleciente, este tipo de sociedades pueden suponer vitaminas tanto para el propio parqué como para la cantera de fusiones y adquisiciones. Sin embargo, para que funcionen deberán captar dinero de los accionistas, detectar target infravalorados, comprarlos a buen precio y ponerlos en valor en el mercado.

Estos vehículos también suponen ventajas respecto al capital riesgo, al ofrecer un mayor control para los inversores institucionales, permitir orientar la exposición del riesgo a determinados sectores y flexibilizar su salida.

Tradicionalmente, en Estados Unidos los SPAC se han suscrito a través de procesos de salida a Bolsa (initial public offering, IPO) y venta de participaciones entre 8 y 10 dólares por acción, desglosadas en acciones y warrants. Su intermediación puede realizarse con las participaciones como un todo, o bien con las acciones y los warrants de forma separada. La decisión acerca del mercado en el que cotizar es muy importante para los SPAC, al afectar al sistema de distribución y recompra de sus participaciones, y a su número de accionistas (mercados oficiales: Nasdaq, AMEX), o mercados no oficiales (AIM de la Bolsa de Londres, OTC). De hecho, no todos los Estados de EE UU admiten este tipo de activos en sus mercados locales.

En noviembre de 2006, cuando cinco de los ocho SPAC especializados en China ya habían completado su proceso de registro en la SEC, cuatro ya disponían de participaciones en empresas. En todos los casos, el elevado tamaño de las operaciones requirió de la combinación de acciones y efectivo.

Según Goldman Sachs, la liquidez generada supondría una mayor flexibilidad para sus inversores en la salida. Además de ello, su liquidez refuerza la posición de los SPAC como instrumento de negociación combinado ante una posible adquisición de la empresa target. Al precio de la acción adherida al SPAC debe incorporarse el precio de negociación de los warrants para conseguir una imagen fiel de la rentabilidad de los SPAC.

Los SPAC tienen las mismas obligaciones legales y de transparencia que el resto de emisores: informes anuales, gobierno corporativo, delegaciones de voto, insider trading. Pero voces críticas alertan acerca de que no son más que otro instrumento complejo en manos de la banca de inversión (carcasa, Frankenstein) y del capital riesgo para obtener sustanciosos ingresos (20% de las ganancias generadas) encandilando a los inversores con perfiles de riesgo más elevados, asemejándolos a los dark pools generadores de amargas experiencias en los años ochenta. En contraste, los defensores consideran que son excelentes dinamizadores de los mercados de fusiones y adquisiciones, máxime ante fases del ciclo poco animadas.

Sin embargo, los efectos de la crisis subprime, al quebrar la cadena del negocio financiero en EE UU y herir susceptibilidades sobre los excesos de la innovación financiera y, sobre todo, de su insuficiente regulación, hacen temer por una ralentización en el crecimiento de los SPAC.

Isabel Giménez Zuriaga. Directora general de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros

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