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Economía

La crisis recorta 372 millones el ahorro de las familias hasta marzo

La fuerte ralentización de la economía está pasando factura a los hogares españoles. La capacidad de ahorro registró en el primer trimestre una caída de 372 millones de euros respecto al mismo periodo del año anterior, mientras la necesidad de financiación del conjunto de la economía alcanza el nivel récord del 11,3% del PIB.

Las cuentas de la economía española cuadran cada vez con mayor dificultad. Según los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística, la necesidad de financiación externa de la economía ascendió en el primer trimestre de este año a 30.207 millones de euros, lo que equivale a un nivel nunca conocido del 11,3% del producto interior bruto.

La tasa de ahorro de los hogares quedó en el primer trimestre del año en el 2,6% de la renta disponible, cuatro décimas menos que la del año anterior. Así, el ahorro familiar ha caído en 372 millones en un año, y la tasa sobre la renta ha caído ocho décimas en diez trimestres.

Los porcentajes son altamente volátiles por periodos estacionales, aunque la caída sobre el mismo trimestre demuestra la importante desaceleración. Si se toman como referencia los últimos cuatro trimestres móviles, la tasa de ahorro se sitúa en el 10,2% de la renta, una décima menos que en el periodo precedente. Y eso que el aumento del paro ha llevado a que el volumen de prestaciones recibidas (8,1%) creciese más que el de cotizaciones sociales pagadas (7,2%).

El saldo positivo de las Administraciones públicas empeora 2,1 puntos en términos de PIB

La necesidad de financiación es una resta entre la inversión y el ahorro del país. Hasta ahora, el aumento del recurso al exterior se explicaba por el poderío inversor (más del 30% del PIB), mientras la tasa de ahorro se mantenía en niveles medios dentro de la zona euro (alrededor del 20%). Sin embargo, ya entrados en tiempos de vacas flacas, las familias empiezan a ahorrar menos: la subida del euríbor (y por tanto, de las hipotecas) y el aumento de la inflación y de la gasolina dejan menos margen de maniobra. Mientras, las necesidades de dinero del exterior siguen aumentando hasta niveles de récord.

Las administraciones siguen presentando un saldo positivo, aunque los 2.368 millones de euros, equivalentes al 6,9% del PIB, suponen un recorte de dos puntos y una décima frente a la capacidad financiera de hace un año. Esta moderación se explica por el impacto de la crisis en la recaudación: el valor de los impuestos netos percibidos cayó cuatro décimas frente al año anterior.

Por contra, la mejoría es notable en el sector de las empresas financieras. Así, su renta disponible aumentó un 47,1% en el primer trimestre, lo que le ha permitido financiar un aumento de inversiones del 120,5%, hasta los 2.229 millones de euros, y tener una capacidad disponible equivalente al 2% del PIB (cuatro décimas más que hace un año).

Más estable es la situación de las empresas no financieras: en el primer trimestre de 2008 han experimentado un aumento de renta disponible del 1,7%. Los agregados que explican este comportamiento son, por un lado, el incremento del saldo de rentas primarias (que fue del 1,9%), gracias sobre todo a partir de un crecimiento del 7,4% en el excedente de explotación. La necesidad de financiación queda prácticamente inalterada en el 13,4% del PIB, alcanzando los 35.925 millones de euros.

La situación de las cuentas frente al exterior se ha agravado de forma notable durante los últimos ejercicios: hace sólo cinco años, la necesidad de financiación equivalía al 4,2% del PIB, frente al actual 11,3%. El desequilibrio se sostiene gracias a la pertenencia a la moneda única, aunque el ajuste deberá realizarse antes o después en forma de mejora competitiva.

El euro, escudo y amplificador del desequilibrio

La moneda única es causa y protección frente al desequilibrio exterior. Un artículo publicado ayer por Funcas (Fundación de Cajas de Ahorros), firmado por el catedrático de la UNED Jaime Requeijo, sitúa al euro como principal responsable de la mayor necesidad de financiación, aunque, paradójicamente, también como escudo frente a sus consecuencias negativas. Este último papel se basa en que la pertenencia de España a la Unión Monetaria evita que se transmitan a los mercados financieros internacionales los desequilibrios de una economía que supone sólo el 9% del PIB de la eurozona. En ese ámbito geográfico, que goza de equilibrio en su balanza de cuenta corriente, la economía española haría las veces de una región. De no ser por ese escudo cambiario, sostiene Requeijo, la moneda española habría sufrido ya 'descalabros' en forma de devaluaciones como las vistas en 1993 y 1995: 'ataque frontal a la moneda por pérdida de confianza y devaluación como pieza del esfuerzo de estabilización, lo que supondría, a la postre, menor crecimiento y mayor desempleo durante el periodo del ajuste'.El euro evita ese ciclo, de forma que España ha podido crecer bastante más que la zona euro desde la creación del grupo, en 1999 (el alza media del PIB ha sido del 3,74% desde entonces).Pero el reverso tenebroso de esa pertenencia al euro es el de la exacerbación de los desequilibrios: la moneda única ha dado como resultado un mercado financiero único, sin riesgo cambiario, lo que 'ha llevado a que el endeudamiento exterior de un país sea menos preocupante, porque resulta más fácil financiarlo'.Además, la existencia de una política monetaria común ha dado lugar a un tipo de interés único, independiente de la posición cíclica de los países aislados. Así, en estos años 'ha resultado ser restrictiva para Alemania o Francia, pero expansiva para España', lo que ha impulsado su demanda interna y las necesidades de financiación exterior.

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