'Abaratar los alimentos requiere que la energía no interfiera'
El prestigioso matemático y economista estadounidense analiza las causas de la crisis financiera que vive el mundo. Apuesta por la energía nuclear y las renovables frente al petróleo, y considera que, pese a la escalada de precios, el planeta no sufre una escasez alimentaria.
El año pasado recibió el Premio Nobel de Economía por sus trabajos en torno al diseño de mecanismos, una derivación de la teoría de juegos que se centra en la asignación eficiente de recursos. Maskin, neoyorquino de 57 años formado en Cambridge y Harvard, imparte clases en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton. La semana pasada pronunció una conferencia en la Fundación Rafael del Pino.
¿Qué ha fallado para que nos encontremos ante la crisis actual?
El problema ha surgido con préstamos dudosos que no tenían perspectivas realistas reembolso. Los que los tomaron no eran muy conscientes de esa situación, y tampoco quienes los compraron después en paquetes valoraron adecuadamente la probabilidad de impago. Si eso hubiese sido todo, no estaríamos en una crisis financiera, pero los préstamos malos sembraron sospechas incluso sobre los buenos. Se ha hecho difícil conseguir un préstamo, porque los bancos han pasado de un exceso de confianza a no fiarse de nadie. La crisis se ha multiplicado por la pérdida de fe en los mercados de crédito.
'Si se investiga lo suficiente, se encontrará una solución para el problema de los residuos nucleares'
'No creo en Malthus. La tecnología va siempre por delante del aumento de población'
¿Han fallado los sistemas de regulación de los mercados financieros?
La experiencia ha demostrado que se necesita mejorar la regulación, sobre todo la que protege frente a créditos dudosos. Hay que conseguir que las dos partes de la operación estén suficientemente informadas de los riesgos que asumen.
¿Ha echado en falta más coordinación entre autoridades monetarias?
La coordinación siempre es bienvenida; también en este caso: una de las fuentes de dificultades ha sido la distinta reacción del Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo ante la crisis.
Hay quien achaca a la Reserva Federal responsabilidad en la crisis inmobiliaria de EE UU, por la fuerte bajada de tipos de interés en 2001. ¿Se están poniendo las bases de una burbuja similar a la creada entonces?
Es difícil pronunciarse al respecto. En aquel momento parece que había un riesgo serio de recesión. La bajada de tipos de interés conlleva riesgos, pero imagino que en su día Alan Greenspan y ahora Ben Bernanke han valorado las ventajas y los inconvenientes.
¿La crisis alimentaria es un problema de asignación de recursos?
No hay un problema de escasez de alimentos en el mundo. Lo que sucede es que, a su precio actual, las personas más pobres no pueden pagarlos. La respuesta adecuada pasa por ayudarlos.
¿No hay, pues, peligro de escasez como la que preveía Thomas Malthus?
En ningún caso. No veo peligro alguno en ese sentido, porque la tecnología va siempre muy por delante de los aumentos de población.
¿Cómo puede ayudarse a las personas que no pueden pagar los precios actuales?
Para los que ahora mismo están pasando hambre, hace falta ayuda económica inmediata. De cara al largo plazo, se requieren programas contra la pobreza, inversión en educación y microcréditos para elevar los ingresos de las capas necesitadas de la población.
¿No hay modo de reducir precios?
Es complicado a corto plazo, porque en parte se deben a malas cosechas, pero desde luego ayudaría una política energética que no interfiriera en la producción de alimentos. Una de las peores decisiones de inversión de los últimos años ha sido el uso de maíz como biocombustible, porque el etanol que se extrae es muy ineficiente. Hay alternativas, como la basura o las algas, mucho más recomendables.
Quizá sea aún más problemática a medio plazo la crisis energética. ¿Tenemos que abrir más centrales nucleares, apostar por las energías limpias, cambiar nuestros hábitos de consumo...?
Probablemente habría que hacer todas esas cosas. En Occidente derrochamos energía de forma absurda y tendremos que controlar el modelo de gasto. Además, hay que reducir la dependencia del crudo, porque, además de ser caro, empeora el calentamiento global. El mayor riesgo de la energía nuclear son los residuos, pero si se investiga lo suficiente se llegará a una solución. Obviamente, también se puede mejorar el aprovechamiento de las energías del sol, el viento o el agua. Esas fuentes deben contribuir en mayor medida en el futuro.
La Unión Europea acaba de aprobar una directiva que endurece las condiciones de los inmigrantes irregulares. ¿Cómo deberían afrontar los países desarrollados ese reto?
Mi país, EE UU, ha sido construido por inmigrantes, y todavía hoy su presencia sigue constituyendo un plus. Es obvio que no cabe una política de puertas abiertas, porque la entrada indefinida sería insostenible. Se trata de encontrar un equilibrio en la moderación.
¿Tienen sentido hoy en día los subsidios y aranceles agrícolas?
Soy un escéptico ante cualquier forma de proteccionismo. Las barreras son difíciles de justificar desde el punto de vista económico.
¿Es suficiente la arquitectura institucional de la globalización?
Faltan instituciones que generen respeto moral y que tengan poder para hacer cumplir sus políticas. A nivel internacional no hay medios para imponer las determinaciones, porque los tratados son mucho más débiles que las leyes de los países. Sería deseable un gobierno global, pero no existe. La ONU, desde luego, no lo es.
La protección social como imperativo moral
Maskin reflexiona sobre las posibilidades reales de acabar con la pobreza en el mundo: 'Siendo el saldo neto positivo, uno de los problemas que ha generado la globalización es que ha obrado en contra de los intereses de los más pobres. Por eso hay que proveerles de medios para que participen de los beneficios de la nueva economía mundial: es necesario invertir en recursos humanos, educación y habilidades, y ofrecer microcréditos para que las personas puedan constituir empresas incluso con pocos activos. Esa es la esperanza para acabar con la pobreza, pero una economía del laissez faire liberal no va a lograrlo por sí misma. Una parte de la inversión necesaria puede ser privada, pero el sector público debe implicarse, al igual que las fundaciones'.El Premio Nobel de Economía del año pasado se muestra contrario a que se cuestione el Estado del Bienestar en Europa como consecuencia de la globalización: 'La red de seguridad social es un imperativo moral, que va mucho más allá de la cuestión económica. Sirve para proteger y auxiliar a las personas más vulnerables. No se puede dejar de proteger a los pobres de aquí sólo porque haya aumentado la competencia procedente de China y otros países'.