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Tribuna
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¿Adiós al 'top manta' de los medicamentos?

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada diez medicamentos que se comercializan en el mundo son falsos; una proporción que adquiere aún una dimensión muy superior (hasta el 50%) en los países menos desarrollados.

La contundencia de estos datos invita, sin duda, a la reflexión; especialmente si tenemos en cuenta que se trata de una actividad con clara tendencia al crecimiento. La razón resulta evidente, ya que estos procesos de fabricación clandestina en los que el principio activo declarado no existe, o está presente en menor cantidad, esconden tras de sí un negocio multimillonario que mueve anualmente en el mundo entre 6.000 y 19.000 millones de euros y supone pérdidas de unos 12.000 millones de euros a la industria farmacéutica.

Así las cosas, no es de extrañar que la Federación Europea de Industrias y Asociaciones Farmacéuticas (Epfia) haya anunciado recientemente que debe haber 'tolerancia cero' con respecto a los medicamentos falsificados y que colaborará con la propuesta de la Comisión Europea de preparar un proyecto de ley contra la falsificación de medicamentos de uso humano.

Ahora bien, ¿cómo afecta esta problemática a nuestro país? Y, lo más importante, ¿qué medidas pueden adoptar las empresas para evitar este tipo de prácticas?

Lamentablemente, España no es una excepción a esta situación general y, aunque no hay datos que indiquen el volumen de negocio de estos procedimientos, la Agencia Española del Medicamento dispone de información que confirma que los medicamentos más falsificados en nuestro país son la Viagra, el Cialis, los anabolizantes, la insulina y la hormona del crecimiento; fármacos que circulan por el mercado negro y a través de internet.

En un escenario como éste la tecnología de la radiofrecuencia de identificación (RFID) se manifiesta como un gran aliado para poder garantizar la autenticidad de los fármacos que consumimos y, en consecuencia, para mejorar la seguridad del paciente. Tanto es así que la Agencia estadounidense del Medicamento (FDA) no ha dudado en recomendar la utilización de este sistema de identificación mediante chips que permite hacer un seguimiento de todo el recorrido del producto desde la fabricación hasta la distribución e incluso la administración al paciente, pudiendo comprobar su autenticidad en cualquier momento.

Y es que hoy ya nadie pone en duda que la radiofrecuencia de identificación y su estándar (EPC), el sistema que Aecoc impulsa en España, es la tecnología del futuro en materia de identificación. Además, en sectores como el de salud, este estándar tecnológico, que permite identificar cualquier artículo de manera individual e inequívoca facilitando además el acceso a distancia a toda la información contenida en el chip, incrementa aún más si cabe su potencial al presentar grandes aportaciones en áreas tan importantes como la prevención de falsificaciones de medicamentos, el control de su recorrido a lo largo de toda la cadena de suministro y la seguridad del paciente.

Justamente por ello cerca de 200 profesionales del sector salud analizaron recientemente en Madrid, en el VIII Foro Sanitario de Aecoc, casos prácticos de aplicaciones de éxito de esta tecnología en el sector. Ejemplos como el de Pzifer en Estados Unidos, que ya emplea la radiofrecuencia en la identificación de la Viagra y de un importante antiinflamatorio que se emplea para el tratamiento de la artritis, o el del grupo español MBA que ya utiliza el chip en las prótesis médicas.

Dos claras muestras, sin duda, de los beneficios de un desarrollo tecnológico llamado a transformar inicialmente la gestión sanitaria/hospitalaria y, quién sabe, si en un futuro más o menos cercano nuestro paso por cualquier centro de salud.

Carlos Torme Director de Desarrollo de Mercados de Aecoc (Asociación Española de Codificación Comercial)

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