¿Hay menos emprendedores en España?
El espíritu empresarial es crucial para estimular la productividad y mejorar la competitividad, señala el autor. Por ello, en su opinión, resulta fundamental que la economía española sea capaz de generar incentivos suficientes para que los buenos talentos asuman riesgos, creen empresas, y así riqueza, empleo y valor.
Los economistas llevamos mucho tiempo preguntándonos si los españoles tenemos menos propensión a emprender, a asumir riesgos y a crear empresas que en otros países. No existe evidencia científica que demuestre que existe una supuesta menor propensión a asumir riesgos de los españoles como colectivo, o de España como marco social, jurídico y económico. Esta falsa creencia tan extendida se ha construido combinando juicios de valor e interpretaciones sesgadas de elementos históricos de carácter económico, empresarial, político y social.
Sin embargo, aunque no exista una menor propensión innata o estructural a emprender, durante largos periodos de tiempo nuestros empresarios han cosechado éxitos inferiores a los obtenidos por sus homólogos en ámbitos económicos próximos al nuestro. También, la dimensión de la empresa española ha sido menor y su mortalidad relativa mayor que la del resto de países desarrollados.
La mejor vía para analizar esta cuestión desde una perspectiva económica obliga, en primer lugar, a realizar un amplio examen económico, el propio de la teoría económica y el de la ciencia empresarial. Para ello es preciso sistematizar los elementos que condicionan la existencia del factor empresarial desde la teoría económica, revisando los modelos y las aportaciones de los principales autores desde la escuela clásica hasta la actualidad, así como el papel institucional y económico que desempeña como agente económico.
En la última década muchos de nuestros mejores cerebros se han ido al negocio inmobiliario
Pero ello no es suficiente, hay que atender a la influencia que el ordenamiento institucional y los valores vigentes en cada momento histórico han ejercido sobre la función empresarial, revisando el camino recorrido por la función empresarial y por los principales emprendedores en nuestro país desde la revolución industrial. En definitiva, los factores que determinan la función empresarial, los propios del análisis económico, en combinación con otros de carácter sociológico, histórico o político que han ejercido en nuestro país una influencia notoria sobre la función empresarial, complementados con una revisión crítica de las principales políticas de fomento empresarial y de los emprendedores en España y en la Unión Europea. Ese ha sido mi trabajo, así como un análisis empírico de la actualidad del fenómeno emprendedor, alcanzando conclusiones y realizando propuestas.
El espíritu empresarial es crucial para estimular la productividad y mejorar la competitividad de las empresas españolas. Los emprendedores cumplen una misión doble y fundamental; la económica, asignando recursos escasos a fines alternativos, y la social, produciendo bienes y servicios bajo unas normas y valores determinados. A pesar del esfuerzo de homologación realizado por la economía española con las economías más avanzadas del mundo, para hacerlo plenamente en productividad y competitividad, y en consecuencia en renta real, debe hacerlo también respecto a la calidad de nuestros emprendedores.
En este momento una de las cuestiones de mayor relevancia para nuestra economía es la de los factores asociados a la calidad de la oferta, aquellos que pueden mejorar su productividad mediante la generación y extensión de la innovación. Las empresas son las principales responsables de la innovación, esa dinámica que definió Schumpeter. Por esta razón es fundamental que nuestro país, que nuestra economía, sea capaz -todavía no lo es- de generar incentivos suficientes para que los buenos talentos asuman riesgos, creen empresas, y así riqueza, empleo y valor. Esta es una de las razones que explican el pobre crecimiento de la productividad del trabajo.
Este retraso no se debe a factores singulares españoles aunque existan elementos culturales que no propician precisamente la preferencia por este tipo de riesgo. Son muchas las razones, el papel jugado por el Estado en la economía, el marco institucional, poco a poco corregidos gracias a la apertura e integración en Europa.
Baumol argumenta que tan importante es la existencia de emprendedores como su orientación hacia funciones empresariales constructivas, hacia la asunción de riesgos en aquellos sectores o actividades más capacitados que nuestra sociedad genere empleo de calidad, valor añadido y bienestar a corto y medio pero también a largo plazo. La transformación de la función empresarial en España es un exponente de la experimentada por la sociedad española.
Sin embargo en la última década muchos de nuestros mejores cerebros se han ido al negocio inmobiliario mientras que una amplia mayoría de estudiantes de Ciencias Empresariales siguen prefiriendo trabajar por cuenta ajena. Algo falla. Nuestros principales empresarios comenzaron sus andanzas en política o en la función pública, el fracaso empresarial sigue siendo un estigma social y carecemos de estadísticas fiables que midan el fenómeno emprendedor. Queda mucho por hacer.
Juan Moscoso del Prado. Diputado a Cortes por el PSOE y doctor en Ciencias Económicas. Autor de 'Emprendedores y función empresarial en España' (IEE, 2008)