1. ¿La economía necesita un plan de choque para atajar la desaceleración?
El superávit da margen de maniobra y permite eludir los desequilibrios sin acudir a 'fórmulas mágicas'
El pueblo ha votado. Meses después del inicio de la precampaña electoral más larga de la historia de España, es hora de que los políticos dejen atrás la demagogia y se pongan a la faena. La desaceleración económica, según ha admitido ya el Banco de España, es 'más intensa de lo previsto', y las subidas del paro de los dos últimos meses auguran tiempos difíciles.
España está sufriendo las mismas restricciones financieras que el resto del mundo, con el agravante de sus ingentes necesidades de financiación exterior y el inicio de la crisis postboom en el sector de la construcción. Con estas condiciones, desde algunos sectores se vienen reclamando medidas de choque contra la desaceleración.
El diálogo social ha funcionado en los últimos años, y sería bueno que el próximo Gobierno contara con empresarios y sindicatos antes de tomar cualquier medida de emergencia. Conviene recordar lo que sucedió en el último periodo de desaceleración en España: el año 2002. El Gobierno del PP reaccionó con un decreto-ley que reformaba la protección por desempleo. La medida generó una huelga general y, para colmo, el Tribunal Constitucional la acabó declarando nula por no observarse el requisito de 'extraordinaria y urgente necesidad'.
Desde el sindicato CC OO se reconoce que los cimientos de la economía 'muestran algunos puntos débiles como consecuencia del modelo de crecimiento de los últimos 14 años, para los que no existen recetas mágicas ni inmediatas'. Más bien, se requiere, a juicio de la central, 'de un nuevo modelo, voluntad política, recursos financieros y tiempo para digerir algunos excesos del pasado, como el exceso de endeudamiento'.
En este sentido, una de las medidas con visos de funcionalidad en el corto plazo es la sugerida por el ministro de Trabajo, Jesús Caldera, a raíz de los últimos datos de paro: buscar un acuerdo con los agentes sociales para tratar de recolocar a parte de los trabajadores que sufran la crisis de la construcción.
No cabe duda de que se pueden mejorar los niveles de competencia en prácticamente todos los mercados y, sobre todo, en el de los servicios. En ese sector se concentra buena parte del diferencial de inflación que sufre España frente a sus socios de la zona euro. La implantación de la directiva europea de servicios es una oportunidad para abrir el mercado.
Margen de maniobra
La gran ventaja con la que cuenta España respecto a otras etapas de ciclo bajista, e incluso respecto a la mayoría de sus socios europeos en la actualidad, es su gran margen de maniobra. Las administraciones han conseguido ahorrar más de 22.000 millones de euros el año pasado; acumula tres ejercicios consecutivos con superávit presupuestario, y ha reducido la deuda pública en más de 13 puntos en términos de PIB, lo que supone un alivio para la carga financiera que siempre se lleva un buen mordisco de los Presupuestos.
Esa saneada situación contable ofrece posibilidades para que el próximo Gobierno trate de compensar la fuerte ralentización del consumo privado y la inversión en construcción. Las recetas clásicas pasan por generar estímulos fiscales, ya sea con el aumento del gasto público o con reducción de los ingresos. Posiblemente, la ecuación más adecuada tenga partes de los dos ingredientes.
Obra pública
En un entorno de aumento del paro centrado en la construcción, parece llegado el momento propicio para apostar por la obra pública. La inversión en capital físico impulsa la actividad a largo plazo, elevando el crecimiento potencial del país. Pero, además, en un momento de crisis de la construcción residencial, la obra civil puede ser un excelente elemento compensatorio para minimizar las pérdidas de empleo en el sector.
Por el lado de los ingresos, el mismo margen fiscal debe servir para devolver a los ciudadanos parte de sus contribuciones, sea por vía de deducciones o de reducción de tipos. Sólo así se paliará la brusca desaceleración del consumo, impulsada por la subida de las hipotecas y el cada vez más notable aumento del paro.
La opinión de los agentes sociales
La formación de un nuevo Gobierno obliga a sus componentes a asumir la herencia del anterior Ejecutivo para bien y para mal.En una coyuntura como la actual, con una desaceleración del PIB, el parón en el sector inmobiliario y una ralentización en la creación de empleo, al nuevo Gobierno le queda mucho trabajo por delante. CincoDías ha remitido al líder de la patronal CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, y a los secretarios generales de UGT, Cándido Méndez, y CC OO, José María Fidalgo, un cuestionario con diez preguntas para que aporten sus opiniones sobre cómo abordar los retos a los que se debe enfrentar la economía, como la desaceleración, la política de vivienda, las nuevas infraestructuras, la internacionalización de las empresas, el empleo, la inmigración o la política fiscal. Sus respuestas se incluyen en estas páginas.