El ciclo político económico
El Pura Sangre, como denomina el autor a la economía española, ha disfrutado del ciclo expansivo más prolongado e intenso de la democracia, lo que permite afrontar el futuro con serenidad aunque sin relajación ante unas condiciones mundiales no tan favorables
Se acerca la cita electoral y los españoles tendremos la posibilidad de disfrutar de una nueva fiesta democrática. La democracia no es una condición necesaria para que haya crecimiento económico, China es el mejor ejemplo, pero sí lo es para formar parte de las economías líderes en renta per cápita. No debe extrañar, que los economistas hayamos dedicado muchos esfuerzos a analizar el ciclo político económico.
Los trabajos pioneros de William Nordhaus, en los años setenta, afirmaban que los Gobiernos suelen aplicar políticas fiscales expansivas el año antes de las elecciones, para intentar influir sobre la decisión de voto de los ciudadanos. Nouriel Roubini y Jeffrey Sachs, en 1989, destacaron que existía una estrecha correlación entre 'Gobiernos débiles', que necesitan apoyos parlamentarios para conformar una mayoría, y problemas para aplicar ajustes fiscales y controlar los déficits públicos. Y Alberto Alesina y Guido Tabellini, en 1987, detectaron incentivos perversos para que los gobiernos en ejercicio incrementen la deuda pública, aunque un entorno de libertad de prensa e intelectual era una variable estadísticamente significativa que había que incluir en el modelo para que fuese consistente.
Reconociendo que este Gobierno ha cometido errores, el sobresaliente lo obtiene por sus virtudes, incluidas las fiscales
Como profesor de universidad, uno tiene el defecto de calificar siempre las cosas y el actual gobierno, atendiendo a la teoría del ciclo político económico, obtiene un sobresaliente. En 2007, el superávit público será superior al de 2006, superior al 2% del PIB y la política fiscal ha sido ligeramente restrictiva. Además, el Gobierno ha necesitado apoyos parlamentarios de más de un partido para aprobar sus presupuestos. Que el PSOE sea un partido de izquierdas ayuda a desmitificar el tópico de que la izquierda aumenta los impuestos y la deuda pública y la derecha arregla el entuerto. En España, tanto los Gobiernos del PSOE, como los del PP, han hecho una gestión prudente de las finanzas públicas desde 1993, lo cual es clave para explicar por qué nuestro Pura Sangre ha disfrutado del ciclo expansivo más prolongado e intenso de la historia de nuestra democracia.
Fuerte crecimiento del PIB y superávits públicos sostenidos durante los cuatro años de legislatura, permiten que nuestro stock de deuda pública esté cercano al 35% del PIB. Esto nos sitúa a años luz de nuestros socios europeos y más de diez puntos porcentuales por debajo del nivel de 2003. Reconociendo que este Gobierno ha cometido errores, el sobresaliente lo obtiene por sus virtudes, que en el ámbito fiscal son numerosas. Como decía San Agustín: 'cuando me analizo me deprimo, pero cuando me comparo me ensalzo'
No es casual que esta reducción exponencial de la deuda pública se haya producido en la legislatura más sobresaliente de la democracia, desde el punto de vista económico. La legislatura que termina, sólo es comparable a la primera legislatura del Gobierno del PP, cuya gestión también fue sobresaliente. En los últimos cuatro años, nuestro Pura Sangre ha sido una de las economías más dinámicas del selecto club de los países desarrollados. El tópico sigue hablando de consumo y construcción pero la variable más dinámica de nuestra demanda interna ha sido la inversión en bienes de equipo. El aumento de la inversión es un estimador eficiente de la confianza de nuestras empresas en el futuro de nuestro Pura Sangre. Además, el incremento del stock de capital ha sido superior al del empleo. Esto ha aumentado la ratio capital trabajo y se ha traducido en un mayor crecimiento de la productividad y en un aumento de los salarios reales.
La principal crítica de la legislatura ha sido que el crecimiento era desequilibrado, como refleja el diferencial de inflación y el déficit por cuenta corriente. La crítica es correcta pero la realidad es que la inflación y la balanza por cuenta corriente, a largo plazo, son un fenómeno monetario y la política monetaria del BCE ha sido extremadamente expansiva para España.
Pero la crítica más absurda y peligrosa es afirmar que no nos gusta nuestro modelo de crecimiento. En un mundo tan competitivo, en el que la mayoría de países desarrollados están desconcertados por la deslocalización industrial y con crecimientos ridículos, es injusto criticar a nuestro Pura Sangre. Son las empresas las que deciden qué y cómo producir y se basan en los salarios reales y tipos de interés reales, variables que, en un mundo tan globalizado y dentro de una Unión Monetaria, son exógenas.
Pensando en la nueva legislatura, el pasado reciente nos permite afrontar el futuro con serenidad, aunque sin relajación. Las condiciones del entorno internacional ya no son tan favorables, los excesos del ciclo expansivo comienzan a revertir y será necesario seguir acometiendo reformas para mantener el brío de nuestro Pura Sangre.
José C. Díez Economista Jefe de Intermoney